Nuestra opinión: muy bueno.
Sábado 18 de setiembre de 1999 | Publicado en edición impresa

Pocas veces nos es dado comprobar aquella instancia en que una cantante con dones de actriz demuestra haber sido capaz de dar un descomunal salto en su crecimiento artístico.
Cuando tal conquista estética acontece, el placer inunda el espíritu de quien lo ha logrado y de quienes pudieron seguir sus pasos.
Este es el caso de Mirian Martino, que irrumpió en escena, cantando, a mediados de los años ochenta.
Buena cantante, Mirian Martino acometió el desafío de crecer, de enriquecer sus recursos canoros y teatrales, sus aptitudes de intérprete.
En tal camino la sorprendió, en 1997, su espectáculo "Canciones para Mirar", de María Elena Walsh, que ganó el Premio Estrella de Mar.Y con esas armas ingresa de nuevo en el sorprendente mundo de María Elena.
La sustancia de este encuentro son textos y canciones extraídos por María Esther Fernández de la inventiva de Walsh, intercalados entre sí con respeto y maestría.
Es muy difícil seleccionar entre tantas cumbres de inventiva: de ingenio, ironía, ternura, nostalgias, descubrimientos, sortilegios, verdades, coraje cívico que Walsh legó como testamento ético, de inteligencia y belleza a los argentinos y al mundo.
Un atrapante recorrido
Con "Fideos finos" y su honda nostalgia de infancia se inicia el recorrido, que recala, de a tramos, en una escueta autobiografía de la escritora y compositora.
Aquí está la María Elena "de los grandes", con apenas dos incursiones por las canciones infantiles: "Manuelita" y "El reino del revés", si bien aquello de "que un ladrón es vigilante y otro es juez", resulta una catilinaria de pavorosa actualidad.
Si son conmovedores los recuerdos de niñez, adolescencia y madurez, no es menos emocionante la enamorada "Zamba de los días".
Es en este momento que el arte interpretativo de Mirian Martino trepa en inspiración las mismas cimas que María Elena en la creación. Los movimientos, los desplazamientos, los gestos, las transiciones emocionales, los certeros cambios de vestuario, la voz entrañable, cobran la trascendencia que otorga la elocuencia.
Allí nos encontramos de lleno en "El mundo de María Elena". Sea ese formidable cuadro de Buenos Aires, el "Vals municipal", sea el testimonio provinciano de aquella "La Juana", sea esa canción pampeana con fundamento "Sapo Fierro", que emula, en sus sentencias, a Yupanqui.
Mirian Martino recrea con dinamismo, vibración interior y originalidad ese universo ubérrimo donde la ternura y la ironía juegan, profundas e incisivas, como en "El 45" y en la "Balada de Comodus Viscach".
Por eso el contenido y la forma -la palabra y el canto vibrante- se dan la mano también en "¿Diablo estás?", "Réquiem de madre" y "Como la cigarra". Su vigencia cobra contundencia por el fuego con que Mirian transmite sus mensajes éticos, enriquecidos con climas empáticos, por los registros de piano y arreglos orquestales de Guillermo Cardozo.
Es reconfortante que una intérprete de garra asuma estos tesoros para transfigurarlos con la magia de la escena en poesía viva y poderosa.
Muy interesante esta entrada! trabajo en una escuela con niños todo el tiempo y esta noticia me partió el corazón.. justo en septiembre junto con los de Kraft Argentina hicimos una actividad especial en donde la música de ella fue gran protagonista.
ResponderEliminarAsí es Susana, pero su legado la mantendrá viva entre todos aquellos en cuyos corazones anide un niño!!!! Gracias por visitar el blog y comentarlo!!!
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