Claves para evitar accidentes en el agua

Noticias de Ciencia/Salud: Domingo 13 de diciembre de 2009 Publicado en edición impresa
Para disfrutar sin riesgo de las piletas y los deportes acuáticos
Pediatras elaboraron un documento para prevenir el ahogamiento, que es la segunda causa de muerte en menores de 15 años
Fabiola Czubaj
LA NACION
El calor ya invita a zambullirse en la pileta o a preparar el kayak o la moto acuática para disfrutar del río o del mar. Por eso es muy oportuno tomar algunas precauciones con los chicos y los adolescentes para evitar los accidentes.
Pero ¿cuál es el mejor chaleco salvavidas? ¿Hay que usar casco para andar en moto de agua? ¿Sirve la matronatación para aprender a nadar? ¿Cuándo se considera segura una pileta? ¿Conviene zambullirse en un espejo de agua? ¿Cuándo es seguro llevar un bebe a bordo?
Las respuestas, elaboradas por un grupo de pediatras especializados en prevención de accidentes, ayudan a evitar el ahogamiento, la segunda causa de muerte en los menores de 15 años. "La «noción del peligro», que es un conjunto de percepciones y aprendizajes que resguardan la integridad física, se adquiere a alrededor de los 4 años", precisan los autores del Consenso Nacional de Prevención del Ahogamiento de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Esa es la mejor edad para empezar con las clases de natación, que suelen ser más efectivas cuando están a cargo de un profesor y no de un familiar. El contacto previo con el agua, como ocurre con la matronatación, "sirve para que el chico tome confianza con el agua y que aprenda a disfrutar y a respetar el agua, pero no para que aprenda a nadar ni a mantenerse a flote; además, puede generar en los padres una falsa sensación de seguridad. Con la primera bocanada de agua que traga un chico, ya no puede gritar ni pedir ayuda", explicó el doctor Carlos Nasta, presidente de la Subcomisión de Prevención de Accidentes de la SAP y redactor del documento.
Junto con él, 38 pediatras revisaron todas las normas nacionales e internacionales para prevenir los factores de riesgo asociados con las actividades en el agua de chicos y de adolescentes. El trabajo reveló una gran desorganización de esas normas. "Existe una gran desinformación y una gran dispersión de la información, que también es ambigua, contradictoria o deformada. Esto es apenas un puntapié fundacional a un documento serio y ordenado."
El chaleco, incluido para los menores de 4 años, se debe comprar según el peso y no la edad de los chicos. Debe mantenerlos a flote, con la cabeza fuera del agua; tener una abertura en el frente, con tres broches de seguridad como mínimo y una correa no extensible, que una la parte delantera y trasera por la ingle con un broche.
Los expertos desaconsejan el uso de brazaletes inflables, colchonetas, cámaras de automóvil o los salvavidas anulares clásicos de las embarcaciones porque "no ofrecen ninguna garantía", ni siquiera en una pileta segura.
En los arroyos, los ríos, las lagunas o el mar, la turbidez, los pozos de agua y la contracorriente actúan como "trampas" para los chicos, ya que facilitan el desplazamiento del cuerpo al sumergirse e impiden reconocer rápidamente signos de agotamiento. Para ingresar en un espejo de aguas oscuras, recién a partir de los 8 o 10 años, un chico debe hacerlo caminado lentamente y de la mano de un adulto. La primera inmersión es conveniente hacerla con zapatillas livianas para evitar lesiones.

Edades adecuadas para navegar
El consenso recomienda no llevar a pequeños de hasta 2 años a bordo de embarcaciones de remo (kayaks, canoas, piraguas o botes), con motor fuera de borda (gomones, motos de agua o lanchas pescadoras) o con velas. A partir de los 2 años, pueden hacerlo, pero con chaleco y junto con un adulto que sepa nadar.
El uso del optimist está permitido a partir de los 8 años, con vigilancia; el kayak y la piragua, desde los 10 años con curso de entrenamiento y chaleco; las motos de agua, a partir de los 16 años, a baja velocidad y con el chaleco puesto. "El uso del casco es polémico -se lee en el documento, que se puede conseguir en la SAP-. Sus ventajas ante un vuelco en el agua son obvias. Su desventaja sería la sofocación por la correa de seguridad y el ahogamiento al llenarse de agua."
Siempre, los expertos recomiendan que el responsable de supervisar las actividades en el agua no se distraiga, tenga visión directa de los chicos y conozca las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), que evitan la muerte inminente.

CHICOS ROCIADOS CON PESTICIDAS TRABAJAN COMO BANDERAS HUMANAS.

Quien sabe que se comete un crimen y no lo denuncia es un cómplice

José Martí

El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida.

'A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza'.
Gentileza de Arturo Avellaneda arturavellaneda@ msn.com


LOS NIÑOS FUMIGADOS DE LA SOJA

Argentina / Norte de la provincia de Santa Fe

Diario La Capital

Las Petacas, Santa Fe, 29 septiembre 2006

El viejo territorio de La Forestal, la empresa inglesa que arrasó con el quebracho colorado, embolsó millones de libras esterlinas en ganancias, convirtió bosques en desiertos, abandonó decenas de pueblos en el agujero negro de la desocupación y gozó de la complicidad de administraciones nacionales, provinciales y regionales durante más de ochenta años.
Las Petacas se llama el exacto escenario del segundo estado argentino donde los pibes son usados como señales para fumigar.
Chicos que serán rociados con herbicidas y pesticidas mientras trabajan como postes, como banderas humanas y luego serán reemplazados por otros.
'Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama 'esquinero'.
Después, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el último lugar donde pasó el 'mosquito', desde el punto del medio de la máquina y pararse allí', dice uno de los pibes entre los catorce y dieciséis años de edad.
El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida.
Para que el conductor sepa dónde tiene que fumigar, los productores agropecuarios de la zona encontraron una solución económica: chicos de menos de 16 años, se paran con una bandera en el sitio a fumigar..
Los rocían con 'Randap' y a veces '2-4 D' (herbicidas usados sobre todo para cultivar soja). También tiran insecticidas y mata yuyos.
Tienen un olor fuertísimo.

'A veces también ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la nube y nos moja toda la cara', describe el niño señal, el pibe que será contaminado, el número que apenas alguien tendrá en cuenta para un módico presupuesto de inversiones en el norte santafesino.
No hay protección de ningún tipo.
Y cuando señalan el campo para que pase el mosquito cobran entre veinte y veinticinco centavos la hectárea y cincuenta centavos cuando el plaguicida se esparce desde un tractor que 'va más lerdo', dice uno de los chicos.
'Con el 'mosquito' hacen 100 o 150 hectáreas por día. Se trabaja con dos banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta. Trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor', agregan los entrevistados.
Uno de los chicos dice que sabe que esos líquidos le puede hacer mal: 'Que tengamos cáncer', ejemplifica. 'Hace tres o cuatro años que trabajamos en esto. En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza.
A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza', dicen las voces de los pibes envenenados.
-Nos buscan dos productores.
Cada uno tiene su gente, pero algunos no porque usan banderillero satelital.
Hacemos un descanso al mediodía y caminamos 200 hectáreas por día.
No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados.
A mí me dolía la cabeza y temblaba todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso', remarcan los niños.
El padre de los pibes ya no puede acompañar a sus hijos. No soporta más las hinchazones del estómago, contó. 'No tenemos otra opción. Necesitamos hacer cualquier trabajo', dice el papá cuando intenta explicar por qué sus hijos se exponen a semejante asesinato en etapas.
La Agrupación de Vecinos Autoconvocados de Las Petacas y la Fundación para la Defensa del Ambiente habían emplazado al presidente comunal Miguel Ángel Battistelli para que elabore un programa de erradicación de actividades contaminantes relacionadas con las explotaciones agropecuarias y el uso de agroquímicos.
No hubo avances.
Los pibes siguen de banderas.
Es en Las Petacas, norte profundo santafesino, donde todavía siguen vivas las garras de los continuadores de La Forestal.
Fuente: Diario La Capital, Rosario, Argentina

lunes, 21 de julio de 2014

No todo antioxidante es lo que dicen

Los incluidos en suplementos dietarios no sirven y hasta pueden traer cáncer

Un equipo de investigadores de la Universidad de Gotenburgo, en Suecia, comprobó que los antioxidantes incluidos en suplementos dietarios no sólo no traen beneficios comprobados sino que, además, bloquean un gen que permite al organismo eliminar células tumorales.
Por Pedro Lipcovich
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Los antioxidantes mantienen sus efectos beneficiosos cuando se obtienen de frutas y verduras.
 
Los antioxidantes incluidos en suplementos dietarios no sólo no traen beneficios comprobados sino que pueden incrementar el riesgo de cáncer: un reciente estudio advirtió que la administración de estas sustancias, al bloquear un gen que promueve los antioxidantes propios del organismo, permite el desarrollo de células de tumores. Estos resultados valen para las vitaminas E, C y A, como para el selenio y la acetilcisteína (contenida en jarabes para la tos). Otra investigación tampoco halló resultados positivos sobre enfermedades cardiovasculares. En cambio, los antioxidantes mantienen sus efectos beneficiosos para la salud general cuando se obtienen del consumo de alimentos frescos, como frutas y verduras. Otro estudio tampoco encontró indicios de que el resveratrol, contenido en el vino tinto y el chocolate, tenga efectos positivos.
El trabajo que alerta sobre los riesgos de los antioxidantes fue realizado por investigadores de la Universidad de Gotenburgo, Suecia, dirigidos por Martin Bergol y Per Lindahl y publicado en la revista Science Translational Medicine. Empieza por advertir que “el concepto de que los antioxidantes pueden ayudar a luchar contra el cáncer está profundamente arraigado en la población general, promovido por la industria de los suplementos dietarios y apoyado por algunos estudios científicos. Sin embargo, ensayos clínicos han reportado resultados inconsistentes. Nuestro trabajo muestra que suplementar la dieta con los antioxidantes N-acetilcisteína y vitamina E incrementa marcadamente la progresión de los tumores, y reduce la sobrevivencia en ratones con cáncer de pulmón”.
Los investigadores utilizaron ratones portadores de genes causantes de cáncer de pulmón. A un grupo le administraron N-acetilcisteína (que, por su capacidad de disolver las secreciones respiratorias, es componente habitual de los jarabes contra la tos), a otro grupo le dieron vitamina E: en ambos casos constataron que los tumores se de-sarrollaban hasta 2,8 veces más que en los ratones que no habían recibido el antioxidante y la supervivencia se redujo en un 60 por ciento.
Para investigar por qué se había producido ese resultado, los autores examinaron la acción del gen llamado p53, “supresor de tumores”: este gen regula la producción de una proteína que, ante un daño en el ADN de una célula que puede convertirla en cancerosa, interviene e impide su multiplicación. “Hemos visto que los antioxidantes de más, al reducir los niveles de daño en el ADN, hacen que la p53 deje de activarse y así permiten que las células cancerígenas escapen a la defensa del organismo”, explicó Lindahl.
Un resultado clínico de esa acción indeseada es que “por ejemplo en poblaciones de alto riesgo como los fumadores y los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que reciben N-acetilcisteína para aliviar la mucosidad respiratoria, los antioxidantes pueden acelerar el desarrollo de lesiones precancerosas”, señala la investigación.
El descubrimiento, efectuado en laboratorio, se agrega a una serie de trabajos epidemiológicos que cuestionan el uso de antioxidantes. Una revisión de estudios previos –firmada por M. Bonfill y otros en el marco de la base de datos Cochrane– encontró que, “en personas sanas, tomar suplementos de vitaminas o minerales no conduce a una reducción en la incidencia y mortalidad por cáncer de pulmón. La evidencia actual no apoya la recomendación de usar suplementos de vitaminas A, C y E o selenium para la prevención de cáncer de pulmón en población sana. En fumadores y personas expuestas a asbestos, el uso de suplementos de betacaroteno (vitamina A) debe ser evitado porque se vincula con un pequeño aumento en la incidencia y mortalidad por cáncer de pulmón”.
Otra revisión en la base de datos Cochrane, efectuada por un grupo dirigido por G. Bjelakovic con relación a un total de 300 mil hombres y mujeres, indicó que “se observaron significativamente más muertes en los hombres y mujeres que tomaban vitamina E o betacaroteno (precursor de la vitamina A) en dosis por encima de las recomendadas, que son: 700 microgramos por día para mujeres y 900 para hombres”.
Otro estudio, aparecido en la revista Cancer Research y firmado por M.L. Heaney y colaboradores, se llama “La vitamina C antagoniza los efectos citotóxicos de drogas antineoplásicas” y advierte que “grandes dosis de suplementos con vitamina C reducen la efectividad de varias drogas contra el cáncer, con el resultado de que se elimina entre el 30 y el 70 por ciento menos de células cancerosas”; los autores concluyen que “la vitamina C puede en realidad ayudar a las células cancerosas al proteger su fuente de energía”.
A partir de todos estos datos, la Fundación Stop Cáncer concluye que no sólo “los suplementos antioxidantes no han mostrado reducir el riesgo de cáncer en la mayoría de los estudios” sino que “para la población con riesgo de cáncer aumentado, como los fumadores y las personas tratadas con quimioterapia, los suplementos antioxidantes se muestran perjudiciales”.
Los antioxidantes en pastilla no se muestran más eficaces tratándose de enfermedades cardiovasculares. El British Medical Journal publicó un trabajo firmado por Seung-Kwon Nyung y colaboradores, donde se examinan 2240 ensayos clínicos que involucraron a 294.478 participantes, hombres y mujeres. El artículo, tras reconocer que, “en las últimas décadas, estudios epidemiológicos informaron que la ingesta de frutas y vegetales, ricos en vitaminas y antioxidantes, se asocia con una reducción en el riesgo de enfermedades cardiovasculares”, examina el efecto de estas sustancias cuando son ingeridas en suplementos dietarios. Como resultado, “no se encontraron efectos benéficos de suplementos de vitaminas y antioxidantes en la prevención de enfermedades vasculares”.
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subnotas
Sustancias que no son inocuas

 Por Pedro Lipcovich
 
“La gente toma, como si fuera agua, suplementos de venta libre con antioxidantes cuyas dosis llegan a ser tóxicas”, advirtió una especialista. “La vitamina C puede agravar el tabaquismo”, advirtió otro especialista. Y un antropólogo alimentario explicó cómo y por qué, en las últimas décadas, la población se tornó crédula respecto de las publicidades engañosas financiadas por la industria.
“Si un fumador toma vitamina C, la nicotina se eliminará más rápido del organismo, pero eso lo hará fumar más: en tanto fumador, necesita un cierto nivel de nicotina y, si le baja, fumará para recuperarlo. O sea que la vitamina C puede inducir tabaquismo. Estas sustancias no son inocuas”, ejemplificó Julio Montero, ex vicepresidente de la International Association for the Study of Obesity. “En estado natural, por ejemplo en una naranja, los que llamamos antioxidantes son en realidad una mezcla de antioxidantes y prooxidantes: esto permite un equilibrio –explicó Montero–. Al ser ingeridos, se comportarán de una forma u otra, dependiendo del organismo que los utilice. Muy distinto es cuando los antioxidantes se usan aislados y en presentación farmacológica. Ya hace años se hizo un estudio con personas fumadoras a las que se administraba betacaroteno, precursor de la vitamina A, bajo la hipótesis de que los beneficiaría, pero en el grupo se presentó un aumento del 18 por ciento en la frecuencia de cáncer pulmonar: hubo que parar el estudio porque no era ético continuarlo.”
María Luz Pita Martín de Portela, profesora titular consulta de Nutrición en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, advirtió que “la gente toma como el agua suplementos de venta libre cuyas dosis muchas veces superan los límites superiores de ingesta de antioxidantes. Estos, en cantidades elevadas, tienen efectos perjudiciales y es necesario alertar a la población en cuanto a que el consumo indiscriminado es peligroso. Una alimentación equilibrada cubre perfectamente las necesidades de antioxidantes, sin riesgo de sobredosis”.
“Los suplementos alimentarios responden a un negocio consistente en disfrazar la publicidad como discurso científico –advirtió Diego Díaz Córdova, antropólogo alimentario, docente en la UBA–. Aproximadamente hasta la Segunda Guerra Mundial, los saberes vinculados con la comida se transmitían en el marco de la unidad doméstica, la familia. La guerra dio lugar a desarrollos como los programas alimentarios en la Inglaterra cercada por los alemanes o durante el sitio de Stalingrado. El conocimiento científico pasó a ser depositario de los saberes sobre la comida, pero uno no puede consultar cada día a un nutricionista y queda así un espacio vacío, aprovechado por la industria, que hoy es la que manda en la comida. Entonces, por ejemplo, se promocionan yogures digestivos diseñados para personas en situaciones de internación, que por estar en hospital y por la dieta necesitaban un suplemento para su función intestinal: hoy se venden masivamente a gente que no los necesita. En cuanto a los antioxidantes, hay efectos placebo, como el de la persona que se siente con más energía cuando toma vitaminas, lo cual no tiene ningún correlato fisiológico. Esto pone el consumo de suplementos dietarios en el borde de las conductas adictivas.”

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Ni vino, ni chocolate
 Por Pedro Lipcovich
El que toma vino, que sea porque le gusta y se la banca, ya que está en entredicho la teoría de que el resveratrol –sustancia contenida en el vino tinto, las uvas y el chocolate– pueda tener efecto preventivo sobre las enfermedades cardiovasculares. Así lo indica un trabajo de un equipo de la Universidad Johns Hopkins dirigido por Richard Semba, que publicó la revista Internal Medicine, de la Asociación Médica de Estados Unidos. Los científicos aprovecharon un seguimiento clínico efectuado a lo largo de once años sobre 783 habitantes de más de 65 años en la zona de Chianti, Italia, famosa por sus vinos. Se midió la presencia de derivados del resveratrol en la orina de los participantes para determinar quiénes habían consumido en mayor grado esta sustancia y se relevó la aparición de enfermedades. Los resultados fueron que “la mayor o menor concentración de metabolitos de resveratrol no se asoció con enfermedad cardiovascular, cáncer, marcadores de inflamación o mortalidad por cualquier motivo”. De modo que “los niveles de resveratrol no tienen influencia sustancial sobre el estado de salud”.

Sólo una de cada cuatro recetas cumple con la ley de genéricos

Lunes 21 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa
Salud / Precio, disponibilidad y calidad de los medicamentos

Aunque es obligatorio desde 2002, sólo entre el 20% y el 25% de las prescripciones de remedios se hace por el nombre de la droga; en 2003, esa práctica llegaba al 71%
Por Fabiola Czubaj  | LA NACION
 
 
 
En la práctica, la obligación de recetar un medicamento por el nombre de la droga (genérico) cayó en desuso. Mientras que al año siguiente de la sanción de la ley de prescripción por nombre genérico, en 2003, el 71% de las prescripciones llegaba al mostrador de la farmacia con el nombre genérico, hoy ese porcentaje no supera el 25 por ciento. La mayoría de los médicos indica la marca que hay que comprar.
Ante la falta de un relevamiento oficial, LA NACION consultó en una decena de farmacias de distintos barrios porteños y localidades bonaerenses, donde el diagnóstico resultó coincidente: una de cada cuatro recetas que presentan los clientes incluye sólo el nombre del principio activo. Ya en 2011, el porcentaje había descendido al 20%, según mostró entonces un relevamiento hecho a pedido de la industria farmacéutica.
"Recetar por nombre genérico era sólo el comienzo de una política para regular el mercado de medicamentos. Además, había que fomentar un mercado de genéricos, que la Argentina aún no tiene, excepto para muy pocos productos, como los que se utilizan para tratar el VIH/sida", sostiene Aldo Neri, ex ministro de Salud.
El Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (Safyb) calcula que la sustitución por nombre genérico no supera actualmente el 9% de las ventas, en comparación con el 45% en los países desarrollados con una legislación similar.
"El mercado de medicamentos necesita estar fuertemente regulado en todos los aspectos y eso aquí no ocurre -asegura Neri-. Hay que avanzar con un conjunto de criterios que el Gobierno de ninguna manera implementó, probablemente por la resistencia de la industria farmacéutica y, además, por algunos rasgos culturales de nuestro consumo que abarcan a los médicos que los recetan y a los usuarios que los consumen."
Carlos Vassallo, profesor de economía de la salud de la Universidad de San Andrés (Udesa), coincide. La ley de genéricos "fue una medida de corto plazo no pensada como una política estructural para cambiar un mercado de medicamentos muy concentrado. Después de la crisis de 2001, el principal aliado era la gente, que iba a la farmacia y tenía información suficiente para pedir el medicamento más barato. Esto evitó que los precios se dispararan. Pero cuando la población comenzó a recuperar su poder adquisitivo, volvió a la marca".
Desde el Safyb explican que cuando la farmacia entrega una receta con una sustitución, los prestadores imponen lo que Marcelo Peretta -secretario general del sindicato- considera "una penalidad", en referencia a la demora en la auditoría de la receta para abonar la diferencia del copago, la autorización recién a 120 días o la devolución de la receta rechazada "porque está alterada".
La desconfianza en el producto similar más económico, la falta de difusión de los controles de calidad y la automedicación con productos de venta bajo receta son característicos de nuestro consumo de medicamentos. Una encuesta mostró el año pasado que más del 90% de los usuarios no cambiaría la sugerencia del médico por una versión similar y hasta un 50% más económica.
En las farmacias es común que los clientes entreguen la receta y pregunten el precio. El empleado se acerca a la computadora, responde y a veces ofrece opciones más económicas. Las reacciones no varían demasiado: piden la marca que indicó el médico o preguntan si las versiones más económicas tienen el mismo efecto. Para enfermedades crónicas o si el usuario es un chico, rara vez los clientes alteran la indicación médica.
Juan Manuel Gregorio ejerce la medicina desde 1948 y es autor de La observación en la práctica médica (Ediciones del Autor). Se formó en la UBA y aprendió que todos los sentidos, bien entrenados y aplicados al estudio de un paciente, contribuyen al diagnóstico. "Actualmente, la medicina nada tiene que ver con la práctica de toda mi vida -cuenta-. El detalle y la observación ya casi no se aplican. El paciente se va de la consulta con una lista de estudios por hacer y alguna receta. Tiene que esperar tres meses para saber qué tiene."
¿Cómo prescribe? Con el nombre comercial. La pregunta le recuerda que el año pasado las prepagas le exigían incluir el nombre de la droga, pero ahora, no. "Ya prácticamente nadie escribe el nombre genérico -dice-. Hay medicamentos que fabrican varios laboratorios. La diferencia es el precio. Con esto en mente, trato de indicar un producto de un fabricante responsable, con seguridad y eficacia respaldadas." Pero enseguida aclara: "No sólo cura el medicamento, también lo hace la palabra del médico"..

miércoles, 16 de julio de 2014

Respetando la Neurodiversidad. No, Messi no tiene autismo (Síndrome de Asperger) y muchos otros tampoco

CUÁNTO DAÑO A TODOS LOS NIÑOS Y JÓVENES QUE PRESENTAN ESTE TRASTORNO, Y QUE AHORA SUS PADRES COMENZARÁN A EXIGIRLES QUE HAGAN LO QUE NUNCA PODRÁN LOGRAR... MÁS FRUSTRACIÓN PARA ESAS FAMILIAS Y ESOS HIJOS!!!! CUÁNTA GENTE QUE OPINA COMO SI SUPIERA SIN TENER LA FORMACIÓN PROFESIONAL QUE LO CONVIERTA EN EXPERTO E IDÓNEO.....



Nuevamente, una noticia errada sobre Messi y el Autismo, nos obliga a presentarles un artículo que publicásemos en SpacioLibre.
En un interesante artículo llamado Un transtorno que va más allá de la excentricidad, se cita al reconocido experto en Síndrome de Asperger, el Dr. Volkmar, a propósito de si el científico Henry Cavendish tenía o no Asperger. Volkmar señala “Desafortunadamente hay una especie de industria casera dedicada a descubrir que cualquiera tiene Asperger”, para luego acotar que Cavendish, en definitiva, era un tipo “extraño”.
Lamentablemente, desde hace mucho, se asocia la excentricidad, extravagancia o simple rareza con el Síndrome de Asperger. Luke Jackson hace las distinciones necesarias en su libro Freaks, Geeks & Asperger Syndrome. Un denominador común de las personas socialmente llamadas “nerds”, “freaks”, “geeks”, es su gran capacidad de concentración en un objetivo determinado y su inteligencia superior a la media, características que suelen presentarse en el Síndrome de Asperger pero que aisladamente no configuran un diagnóstico.
Un diagnóstico de Asperger, como hemos señalado en otro lugar, se basa en dificultades clínicamente significativas, es decir, que afectan realmente la calidad de vida de la persona en:
- Las áreas de la llamada “Tríada de Wing”: Comunicación, Relaciones sociales e Intereses restringidos.
- Tareas en Teoría de la mente, es decir, qué tan capaz es la persona de comprender intencionalmente la conducta de los demás, qué tanto puede comprender las intenciones del otro, el lado “cognitivo” de la empatía.
- ¿Presenta la persona dificultades sensoriales?
- ¿Presenta la persona un tipo de procesamiento de la información que tiende más a la sistematización que a la empatía?
Ahora bien, si hacemos una rápida búsqueda en Google bajo “famosos con Asperger” podemos encontrar: nombres de personajes que no lo fueron o no lo son, como Spielberg, Michael Jackson, Bill Gates…
Otros, podemos presumir que lo fueron si contamos con una biografía lo bastante abundante… como Thomas Jefferson, analizado por Norm Ledgin y Temple Grandin.
Otros podemos identificarlos como cercanos al espectro de las condiciones autistas merced al llamado fenotipo autista ampliado, es decir, existen personas que pueden tener rasgos que los aproximen al Asperger, al autismo, pero que no lo son.
Pero para vender y ser sensacionalistas es más emocionante pretender que Hitchcock tenía Asperger (no lo tenía) que Wittgenstein (quien sí, aparentemente, cumplía todos los criterios.)
Tim Burton no es Asperger. Messi tampoco (¿se imaginan la capacidad de combinaciones que uno tiene que hacer para “leer” la gestualidad e interpretar las conductas no verbales de 21 personas mientras se juega?).
Debemos decir basta al comercio que el periodismo ignorante hace con los diagnósticos, amparados en profesionales con afán de portada. Lo único que estamos logrando es que se sobrediagnostique más, que esto se vuelva una moda y que nos olvidemos lo esencial: tener Asperger no te hace mejor o peor que nadie, es una condición de vida con sus luces y sombras… y que tras el diagnóstico habita una persona, un nombre, que merece de nosotros respeto e información, no clichés. Como todos en este mundo neurodiverso.
http://eita.pe/generales/respetando-la-neurodiversidad-no-messi-no-tiene-autismo-sindrome-de-asperger-y-muchos-otros-tampoco

 Una investigación de Goal termina con la polémica que envolvió al ex-jugador brasileño alrededor de un supuesto caso de autismo de Messi
La idea de que una gran celebridad supere una enfermedad o alguna afección para convertirse en el mejor del mundo en su profesión, estremece a la gente. Es por eso que más de 150.000 internautas,incluyendo al Diputado Federal y exjugador brasileño Romario, reprodujeron en las redes sociales el texto: “Messi, la superación de un autista”, del periodista y publicitario José Luiz Tejón. Fue algo que llamó mucho la atención de la prensa y generó controversia y debates. Las versiones no tardaron en propagarse viralmente en internet, pero la veracidad de la información es algo que muchas veces se deja de lado. Tesis sin sustentos, a veces terminan convirtiéndose en “hechos”.

¿Pero de dónde surgió esta teoría y qué factores la llevaron a desparramarse por las redes sociales y los medios?

En una entrevista exclusiva con Goal, el periodista Roberto Amado, el primero en levantar esta hipótesis en su sitio de internet y principal fuente para el artículo de Tejón, explica que esta afirmación la hizo a partir de un análisis comportamental de Messi hecho a distancia. De acuerdo a sus afirmaciones, durante su investigación, descubrió una cita a un informe médico que afirmaba que Messi era portador del Síndrome de Asperger (ver recuadro informativo), una forma leve de autismo. Pero ese documento jamás fue divulgado.

Hace dos años pienso en este tema y analizo el comportamiento del jugador dentro y fuera del campo. No tengo ninguna base científica para llegar a esta conclusión, pero digo lo que digo en base a mi experiencia de vida y al hecho de haber convivido desde niño con personas que presentan ese cuadro”, declaró Amado.

La experiencia que cita el periodista se debe al hecho, según él, de ser hijo de un neuropediatra y una fonoaudióloga, que actuaron juntos en casos similares durante más de 35 años. Esta situación tornó su convivencia con estos pacientes en algo muy común en su vida. Para él, escribir esa nota iba a servir más para darle valor a los portadores del síndrome de Asperger que para difamar al jugador.

“Cuando escribí esa nota, mi principal objetivo no fue el de acusar a Messi de sufrir una enfermedad, como mucha gente terminó entendiendo. El principal objetivo era decir que los autistas pueden relacionarse, pueden vivir normalmente y ser muy productivos”, afirmó.

Aún cuando la versión no contenía ninguna fuente médica, conforme a lo que el propio autor declaró, la tesis se propagó rápidamente. José Luiz Tejón, uno de los primeros en divulgar la información en una nota en la revista Exame, la consideró coherente apenas tomó conocimiento de la misma. A pesar de eso, él aclara que solamente una persona especializada podría realizar semejante afirmación.

“Solamente un psiquiatra puede definir (el cuadro). Personalmente yo nunca estuve con Messi o hablé con algún psiquiatra sobre su caso. Lo que más me llamó la atención fue que el ángulo del artículo fue algo positivo para las personas con capacidades diferentes. Yo tengo un cariño muy grande por ellos”, justificó.

A pesar de la intención del autor, la especialista en psicomotricidad, Alexandra Resende, que trabaja diariamente con pacientes autistas, reprueba este tipo de análisis hecho sin el contacto directo con el paciente.

“Creo que es algo demasiado prematuro, superficial y hasta irresponsable, hacer un diagnóstico a distancia. Incluso porque, para llegar a un diagnóstico de Asperger, autismo o cualquiera sea el grado del cuadro, es importante revisar la historia de vida del paciente. Es un trabajo minucioso”, destacó la profesional brasileña.

Aún sin contar con las bases necesarias apuntadas por Resende, Roberto Amado se considera satisfecho con la repercusión de su obra, pues considera que la misma atendió a la ansiedad de quienes conviven con portadores de esta enfermedad. A pesar de esto, reconoce que podría haber sido más precavido como periodista.

“Considero incluso que puede que yo haya ido un poco más allá del límite de lo que debería haber hecho como periodista al afirmar algo así sin contar con avales médicos. Pero lo hice y nunca imaginaba que iba a tener tanta visibilidad. Todo se convirtió en una bola de nieve. Pero no me arrepiento de lo que hice, porque atendí a la ansiedad de personas que están involucradas con el Síndrome de Asperger. Eso es lo que sentí, con mucha intensidad, con la devolución que recibí”, comentó.

Para el periodista, el preconcepto todavía es un tema que no tiene que dejarse de lado cuando se habla de autismo. Roberto Amado se defiende afirmando que la repercusión de su trabajo se dio justamente porque la sociedad no acepta que una persona “diferente” al patrón, se convierta en una referencia en la propia sociedad.

La mirada de quien convive con esta realidad

¿Cómo analiza una persona sin estudios al respecto, pero que convive día a día con esa situación, el trabajo de Roberto Amado? Renata Rabelo, de 34 años, madre de dos niños diagnosticados dentro del espectro del autismo, comparte la idea de la posibilidad de que un portador del síndrome obtenga éxito en la vida profesional. Pero demuestra cierta inseguridad en sus declaraciones al resaltar algunas incoherencias en el abordaje de los hechos.

“Creo que esa tesis tal vez pueda ser posible, pero mi marido, que mira mucho más fútbol que yo, por ejemplo, no está de acuerdo. Creo que es posible notar ciertos trazos de autismo a través de una mirada profunda u observando sus hábitos. Pero está claro que no somos capaces de diagnosticar. Sólo un médico puede hacerlo. En lo que yo no concuerdo con la información es que el autor afirma que la coordinación motriz de Messi es muy buena justamente por ser portador del síndrome, porque en rasgos generales, lo que percibimos nosotros es que la situación es exactamente opuesta. Yo nunca vi a un autista con habilidades para jugar al fútbol. Ellos tienen facilidades en matemáticas o en actividades mentales, pero no en habilidades motrices”.

“De todas maneras, como madre, ese texto me sirvió mucho como estímulo. No necesariamente porque vaya a ver a mis hijos convertirse en jugadores de fútbol, pero porque podrían tener éxito en otras áreas. Ahora tengo más esperanzas”

¿Y si consideráramos que la teoría de Roberto Amado fuese cierta? En ese caso, ¿sería posible que el jugador alcance el nivel de excelencia que demuestra Messi siendo portador del Síndrome de Asperger? De acuerdo con la doctora Alexandra Resende, sí, dado que este cuadro afecta principalmente los aspectos sociales y no le impediría que desenvolviera las habilidades que posee.

“El Asperger es un síndrome que causa una deficiencia en la interacción social, pero normalmente se trata de niños y adultos muy inteligentes, algunas veces con un coeficiente intelectual por arriba del promedio. Entonces es perfectamente posible que aún encontrándose dentro de ese cuadro, él pueda alcanzar ese nivel”, recordó Resende.

El doctor Marco Antonio Alves, Director de la Clínica de Rehabilitación da Ilha, en el Estado de Rio de Janeiro, y uno de los mayores especialistas en la materia en Brasil, explica que el síndrome puede ser perfectamente llevado a niveles en los que puede pasar desapercibido, en caso de que sea tratado en los primeros años de vida del paciente.

“Cuanto más temprano sea hecho el diagnóstico y el inicio del tratamiento, mejor será el diagnóstico de vida de ese niño. Podemos hablar incluso, lo que no está comprobado científicamente, de la obtención de la cura del autismo a través de una reorganización neurofuncional. Este resultado puede llegar a través del método Padovan, concebido por la brasileña Beatriz Padovan, que realmente determina cambios en el comportamiento de cualquier grado del espectro autista”, explicó.

Roberto Amado solamente lamenta que después de esta experiencia él se haya convertido en el blanco de críticas y ofensas por parte de los fanáticos del jugador argentino, que según él, no entendieron el verdadero objetivo de su trabajo.

“Recibí ofensas. Cuando uno dice que un ídolo es autista, algunas personas se enfurecen. Si yo ofendí a Messi y a su familia, lo siento mucho. No fue mi intención. Todo lo contrario, yo quería valorar a quienes son diferentes”, afirmó Amado.


Ante tanta polémica, queda la certeza de que, siendo o no portador del síndrome, Lionel Messi es un genio que emociona a muchos. Pero por otro lado queda también la percepción de que la sociedad todavía necesita aprender a comportarse con personas que salen del modelo de persona considerado como normal. Lo importante, como confirma la Dra. Resende, es que esos ciudadanos no poseen un límite predeterminado aun cuando el crack del Barcelona no tenga ningún diagnóstico conocido de ese síndrome.

“Yo creo que no hay límites para nadie. A partir del momento en el que el paciente encuentra un tratamiento neurológico correcto, que se encuadra dentro de un método de eficacia comprobada, la consecuencia es lo más importante. Entonces es por esto que creo que no existe un límite. Si usted encuentra un método que de resultado, tiene que profundizar hasta el final, sin que le importe el tiempo. Invierta en él y permita que el paciente rompa con todas las barreras y que conquiste el mundo”

¿Qué es el autismo?

El autismo es un trastorno global del desarrollo, que genera alteraciones en las percepciones sensoriales del individuo, que resultan en dificultades funcionales y en la eficiencia en la comunicación. Se puede ejemplificar de una forma simple. El autista mira, pero no nos ve; escucha bien, pero no nos oye; puede hablar, pero no nos dice nada. Estos pacientes también pueden presentar una gran alteración en el sentido del movimiento (sienten la necesidad de estar con juguetes que giran, por ejemplo).

Investigaciones recientes en los Estados Unidos apuntan que hay un autista por cada 50 individuos en algunas ciudades de aquel país, y que las causas más probables pueden ser variaciones genéticas y biológicas. Otras tesis afirman que hay factores ambientales que también pueden ser capaces de desarrollar ese síndrome, como agentes infecciones (rubéola, por ejemplo), o el contacto con agentes químicos, como talidomida o metales pesados, durante el período de gestación.

El síndrome se divide en diferentes niveles, siendo el Asperger el más leve. Los pacientes con Asperger no ven comprometida su inteligencia, pero sí sufren un gran impacto en la interacción social. Los pacientes diagnosticados con cuadros intermedios o de alto grado, pueden presentar una incapacidad en el contacto interpersonal, pudiendo incluso adquirir un comportamiento agresivo en los casos más agudos.

El tratamiento a través del método Padovan, prioriza una atención multidisciplinar, que engloba a la fonoaudiología tradicional, la psicomotricidad, la psicopedagogía, la psicología y la fisioterapia, en pos de conseguir la reorganización neurofuncional. Esta gimnasia cerebral reproduce a través de ejercicios predeterminados, fases del desarrollo que estimulan la sinapsis que permite que áreas del cerebro que no cuentan con funcionamiento propio, tengan su rol sustituido por otras.

Hay relatos de pacientes que pasaron por esa terapia y que después de su tratamiento pudieron asistir sin problemas a cursos de alfabetización en escuelas regulares y otros que llegaron incluso a terminar un nivel de educación superior.

Fuente: Dr. Marco Antonio Alves, quien actúa en este segmento desde hace más de 35 años. Actualmente es el Director de la Clínica de Rehabilitación da Ilha (Rio de Janeiro, Brasil), donde coordina un equipo multidisciplinar. Fonoaudiólogo, Psicopedagogo y especialista en psicomotricidad, es titular del curso de reorganización neurofuncional y experto en autismo con varios cursos en el exterior.

http://www.goal.com/es/news/20/argentina/2013/09/17/4267362/lionel-messi-y-el-malentendido-con-el-autismo

CONFUSO: ¿Por qué Messi se portó como un completo patán? Léelo antes de comentar!!

por: Ernesto Morales


La única vez que vi a Lionel Messi en persona, delante de mí, dos cosas me llamaron poderosamente la atención. Primero: era mucho más frágil de lo que imaginaba. Exceptuando sus piernas, desde luego, todo en él me recordaba a un niño. Si su estatura es 8 centímetros más baja que la mía, su torso es la mitad de estrecho que el de un adulto promedio, como si se tratara de un adolescente cuyo tórax no se terminó de desarrollar.

Segundo: Lionel Messi no disfrutaba aquel espectáculo de luces y flashes y autógrafos pedidos y cámaras de televisión con reporteros que, como yo, intentaban obtener una reveladora entrevista suya. Recuerdo haber pensado: este chico, solo quería jugar. Y lo han traído de la mano a esto.

Era el año 2012, acababa de ganar su tercer Balón de Oro, y estaba en Miami como parte de esa gira esperpéntica llamada “Messi & Friends”, organizada por la fundación que lleva su nombre, donde se desarrollaban partidos entre dos equipos-frankenstein, armados a como diera lugar con jugadores estelares, para exhibición y recaudaciones benéficas.

La lectura del marketing podría ser esta: “El mejor jugador del mundo dedica sus vacaciones a jugar fútbol para recaudar dinero con fines benéficos”. La lectura un poco más profunda sería otra: “Un chico que solo quería jugar al fútbol, debe cumplir también en sus vacaciones con obligaciones, sin descanso, porque la maquinaria de dinero, de publicidad, exige fundaciones como la suya, benéficas, para paliar los impuestos millonarios a sus ingresos”.

De repente debía ganar más dinero para que le quitaran menos de su dinero. Y del dinero de su padre. Y del dinero que le generan Adidas, y Head & Shoulders y Doritos y la retahíla de transnacionales que pagan por su imagen. Y Leo Messi, cuando empezó todo esto, con cinco añitos, solo quería jugar al fútbol. Esa linda y sobrecogedora palabra: jugar.

Cuando Lionel Messi me firmó el tennis que guardo en una vitrina de mi casa, apenas me miró, aquella tarde en los vestuarios del Sun Life Stadium. No miraba a nadie. No podía. Sus pupilas no tenían forma de fijarse en ningún punto concreto: tenía cien flashes encima, ocho cámaras de televisión, y un cordón de guardaespaldas liderado por su tío que no por ser su tío tenía la complexión del sobrino. Es bajo como él, pero es un pequeño Neandertal con brazos de orangután. Tengo el recuerdo grabado en la memoria con espantosa fijación: aquel chico, tres años menor que yo, literalmente no podía dar un paso con libertad. Su cara era una forma de la angustia sobrellevada.

En los vestuarios del stadium de Miami conversaban y se cambiaban esa tarde, con total naturalidad, futbolistas de élite como Radamel Falcao, Didier Drogba, Fabio Cannavaro y Diego Forlán. Ellos podían, aunque fuera a trompicones, tener una vida normal. Se tomaban un par de fotos, hablaban entre ellos, socializaban incluso con nosotros los periodistas. Lionel Messi no. Adidas exigía, como parte de los acuerdos contractuales de esta gira benéfica, seguridad personalizada a toda hora y en todo sitio. Y a toda hora y en todo sitio incluía también las duchas. Messi no podía bañarse y cambiarse en el mismo vestuario que el resto.

Y todo esto había empezado en un barriecito de Rosario, Argentina, veinte años atrás, con un chiquillo que solo quería jugar al fútbol.

Messi no nació normal. Además de la deficiencia hormonal que le obligó a mudarse a Barcelona en su infancia para recibir tratamiento durante años, nació con una forma leve de autismo descubierta por el psiquiatra y pediatra austríaco Hans Asperger.

Cuando en este 2014 Messi dijo que no sabía nada de sus cuentas bancarias y deudas con Hacienda, que todo eso lo llevaba su padre, difícilmente no estuviera diciendo la verdad. No solo porque su genio es para el fútbol, no para la economía y la mercadotecnia, sino porque él solo ponía las piernas. Su síndrome de Asperger da para una concentración extraordinaria en un asunto (en su caso el fútbol), y para nada más. Los cerebros que controlan los hilos de su nombre y su marca y su cotización, empiezan en su padre y terminan, quién sabe, en una red de abogados y firmas donde cada cual saca su apetitosa tajada.

A Messi, su padre le decía: “Tú juega al fútbol. Déjame el resto a mí”. El chico al que ni la escuela, ni otros deportes, ni la televisión ni los viajes le interesaban, el rosarino pequeñito de 10 años, al que solo le interesaba inyectarse los muslos para poder jugar al fútbol, de repente se descubrió debiéndole 35 millones de euros a Hacienda.

Cuando Lionel ganó su primer Balón de Oro, en 2009, el escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo que a Messi deslumbraba verlo porque no había dejado de jugar como un chiquilín de barrio. Era verdad. Así jugaba Lionel. Y así no juega ya. Por el camino, en esa línea que debía ser recta entre un deportista fascinantemente talentoso y el deporte que solo quiere practicar, han entrado a jugar otras demasiadas variables que en nada son poéticas ni ingenuas como la palabra jugar.

De repente Messi se vió con un peso sobre sus hombros: ser el sustituto de Maradona. Él no lo pidió. El solo pidió jugar al fútbol. Pero su país y nosotros, los hinchas, le otorgamos esa empresa como quien envuelve el mapa del tesoro en la piel de un animal, y lo pone en manos de un héroe que debe partir.

De repente se vio, además, como una industria de hacer euros. Lo mismo posando en calzoncillos, que vistiendo los carnavalescos trajes de Dolce & Gabbanna, que lavándose la cabeza con champú que de seguro ni usa. Pero eso le decían sus asesores, sus familiares, sus abogados, que debía hacer. Un rasgo distintivo de los síndromes de Asperger es su noble capacidad para obedecer. Messi terminó siendo como todos quisieron que fuera.

Y después vinieron los Balones de Oro. No importaba que él solo balbuceara una y otra vez que solo quería jugar al fútbol. Nada de eso. Tenía que ser la estrella del circo. Tenía que exhibirse como el principal gladiador del coliseo romano. Uno tras otro los Balones de Oro que la FIFA le arrebató a una revista francesa, madre de la iniciativa. Toma. Ahí los tienes. Eres el mejor del mundo. No nos basta con tu juego hermoso, divertido, de fantasía. No es suficiente con que hagas más bello este deporte todavía. Tienes que ser nuestra cabeza de turco. Nuestro fantoche. Algo que vender, porque te van a comprar: eres demasiado bueno.

¿Porque él los quería? No, casi de seguro: porque nosotros los queríamos. Nosotros, los consumidores adictos al fútbol. Los que exigimos cada vez más torneos, aunque los futbolistas tengan cada vez menos piernas. Y nosotros pagamos por eso. Pagamos por camisetas, por membresías de clubes, entradas a stadiums, juegos de Playstation, posters. Nosotros pagamos, la industria pone luces, cámaras y acción; los futbolistas, llámense Messi, o Cristiano, que pongan sus muslos y sonrían.

Y uno termina preguntándose si aquel chico se acordará, entre tanta vorágine y tanta podredumbre, de que él solo quería jugar al fútbol. Como otros queríamos ganarnos la vida escribiendo, otros bailando, y otros pintando cuadros. Divertirnos, solo eso.

El primer gran enemigo de la FIFA, casualidad macabra, es el hombre cuya Historia ha atormentado al rosarino Messi, sin ninguno de los dos quererlo. Es un atorrante incontenible, un comunista vomitivo y futbolista sin comparación posible, llamado Diego Armando Maradona.

Maradona se ganó la animosidad de la FIFA por hacer algo impensable, digamos: denunciar a los cuatro vientos que esa banda de rufianes que había organizado al fútbol alrededor de cuatro letras, se comportaba como una mafia sonriente con todo el poder del mundo, sin oposición o control posible.

Muchos se preguntan, de no haber sido Maradona el enemigo declarado de la FIFA si su carrera habría sido truncada de forma tan escandalosa por aquel positivo a la endorfina, en 1994. No era el primero, no sería el último en dar alterado en un test de doping. Con Maradona, el bocón, el bastardo, no hubo atenuante posible. La FIFA sonreía.

Hoy, rebelarse contra la FIFA es prácticamente imposible si quieres patear balones de manera profesional. El organismo tiene impunidad para, por ejemplo, no pagar impuestos y derogar leyes vigentes en los países donde celebra sus torneos si estas afectan sus intereses económicos. Y está dirigida por un señor mayor llamado Joseph Blatter desde hace 16 años. Blatter es solo 10 años más joven que Fidel Castro, y para mí, oriundo de un país donde las entronizaciones del poder han sido cosa de más de medio siglo, me aterra cualquier mandato demasiado extenso. Más, si el organismo dirigido se autodefine como sin fines de lucro y tiene fondos de reserva en bancos suizos (la casa natal de Blatter) por mil millones de dólares.

Y esa es la organización que decide las vidas de chicos como Lionel, como James, como Suárez, como Cristiano. Jóvenes de entre 20 y 28 años que comenzaron viendo el fútbol no como un empleo, no como una forma de hacer dinero, no como mira un lobo de Wall Street los indicadores del Dow Jones: apenas niños que querían divertirse jugando al fútbol.

Las lágrimas de Cristiano Ronaldo al recoger su segundo Balón de Oro, no tienen falla: eran lágrimas de presión. Lágrimas de tensión acumulada. De miedos impuestos por una industria donde todos, sus seguidores y detractores, le exigimos cada vez más, cada vez mejor, cada vez más espectacular. El colmo de lo grotesco: Cristiano Ronaldo debió jugar la final de la Champions League con una orden comercial en su cabeza: “Si marcas un gol, te quitas la camisa, vas hacia el corner, y gritas y sacas músculos, lo más fuertemente que puedas”. ¡Filmaban una película sobre él! ¡Había que lanzar más carne al hambre del espectáculo!

Cristiano, como Messi, solo quería en un principio jugar al fútbol. Hoy, ambos, son los gladiadores que ganan millones despedazándose en medio del coliseo, mientras nosotros decidimos, en las gradas, si con un pulgar arriba o un pulgar abajo, se les perdonan o si se les salvan sus vidas. Nosotros los hemos puesto a pelear entre sí. Probablemente sin nosotros, sin la industria que nos satisface el morbo de la rivalidad malsana, ellos serían amigos o poco menos.

Admitámoslo: esto es grotesco. Esto es una mierda.

Alguien depositó en las neuronas de Lionel Messi una responsabilidad: tienes que ser el mejor de todos los tiempos. No basta con que juegues maravilloso. Tienes que ganar el Mundial, de lo contrario, no serás el mejor de todos los tiempos. Así llegó este chico a Brasil. No como quien viene a una fiesta, lo que debería ser. No como se va a competir con dedicación, pero con disfrute. No. A él se le exigía golear, correr, y ganar.

Se lo exigía Adidas. Se lo exigía el contrato de mejor pagado del mundo que firmó con Barcelona. Se lo exigía su mercantil padre. Se lo exigía la separatista Catalunya. Se lo exigía una Argentina donde ni siquiera tuvieron a bien ponerle inyecciones de crecimiento cuando chico. Se lo exigía una legión de detractores que, crueles como somos los hinchas futboleros, emplea adjetivos mordaces y destructivos, adjetivos que vendrían bien a asesinos seriales o dictadores de pueblos, no a jóvenes que corren detrás de un balón. Se lo exigía yo. Sí: también se lo exigía yo mientras veía hoy el partido con mi hijo de seis meses sobre mis piernas.

Messi ha fallado. Messi miraba al cielo en el momento de mandar ese tiro libre a las nubes. El mismo que otras veces se clavó en la red, hoy fue a parar al cielo de Río a donde doscientos mil argentinos ponían sus rezos para que el equipo no se fuera así, sin más. Y Messi era el culpable. Era culpable de no estar ya a su mejor y más rutilante nivel, y, oh pecado, era culpable de no ser ya el mejor de la Historia.

De repente lo recordé caminando delante de mí, dos años atrás, firmándome aquel zapato con las pupilas dilatadas por tanto bullicio y luces alrededor de él. Recordé su cara de angustia, de quien quiere desaparecer y tumbarse en el sofá a ser un tipo simplemente normal: la misma cara con la que recogió, en el sopor de la máxima humillación, el último premio que todavía hoy le tenía la FIFA listo, contra toda lógica y toda comprensión.

Yo vi a Messi esta tarde y de repente sentí lástima por él, y por la tragedia silenciosa que es toda esta profesionalización, esta industria de circo, descarnada, indoliente, donde tantos futbolistas se han suicidado y a otros tantos les ha explotado en la cancha el corazón; esta industria donde se coronan a héroes y se desguazan a derrotados; esta cultura despiadada donde miles de periodistas como yo escribirán hoy sus crónicas de la derrota y con un dedo señalarán, señalaremos, todos a Lionel Andrés, un muchachito de un metro sesenta y nueve centímetros, medio autista y medio genio, que no pidió ser el mejor de nada, que no soñaba con Balones de Oro ni cláusulas de 250 millones en Barcelona, y al que solo, en realidad, le interesaba poder divertirse un poco jugando al fútbol.

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