Claves para evitar accidentes en el agua

Noticias de Ciencia/Salud: Domingo 13 de diciembre de 2009 Publicado en edición impresa
Para disfrutar sin riesgo de las piletas y los deportes acuáticos
Pediatras elaboraron un documento para prevenir el ahogamiento, que es la segunda causa de muerte en menores de 15 años
Fabiola Czubaj
LA NACION
El calor ya invita a zambullirse en la pileta o a preparar el kayak o la moto acuática para disfrutar del río o del mar. Por eso es muy oportuno tomar algunas precauciones con los chicos y los adolescentes para evitar los accidentes.
Pero ¿cuál es el mejor chaleco salvavidas? ¿Hay que usar casco para andar en moto de agua? ¿Sirve la matronatación para aprender a nadar? ¿Cuándo se considera segura una pileta? ¿Conviene zambullirse en un espejo de agua? ¿Cuándo es seguro llevar un bebe a bordo?
Las respuestas, elaboradas por un grupo de pediatras especializados en prevención de accidentes, ayudan a evitar el ahogamiento, la segunda causa de muerte en los menores de 15 años. "La «noción del peligro», que es un conjunto de percepciones y aprendizajes que resguardan la integridad física, se adquiere a alrededor de los 4 años", precisan los autores del Consenso Nacional de Prevención del Ahogamiento de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Esa es la mejor edad para empezar con las clases de natación, que suelen ser más efectivas cuando están a cargo de un profesor y no de un familiar. El contacto previo con el agua, como ocurre con la matronatación, "sirve para que el chico tome confianza con el agua y que aprenda a disfrutar y a respetar el agua, pero no para que aprenda a nadar ni a mantenerse a flote; además, puede generar en los padres una falsa sensación de seguridad. Con la primera bocanada de agua que traga un chico, ya no puede gritar ni pedir ayuda", explicó el doctor Carlos Nasta, presidente de la Subcomisión de Prevención de Accidentes de la SAP y redactor del documento.
Junto con él, 38 pediatras revisaron todas las normas nacionales e internacionales para prevenir los factores de riesgo asociados con las actividades en el agua de chicos y de adolescentes. El trabajo reveló una gran desorganización de esas normas. "Existe una gran desinformación y una gran dispersión de la información, que también es ambigua, contradictoria o deformada. Esto es apenas un puntapié fundacional a un documento serio y ordenado."
El chaleco, incluido para los menores de 4 años, se debe comprar según el peso y no la edad de los chicos. Debe mantenerlos a flote, con la cabeza fuera del agua; tener una abertura en el frente, con tres broches de seguridad como mínimo y una correa no extensible, que una la parte delantera y trasera por la ingle con un broche.
Los expertos desaconsejan el uso de brazaletes inflables, colchonetas, cámaras de automóvil o los salvavidas anulares clásicos de las embarcaciones porque "no ofrecen ninguna garantía", ni siquiera en una pileta segura.
En los arroyos, los ríos, las lagunas o el mar, la turbidez, los pozos de agua y la contracorriente actúan como "trampas" para los chicos, ya que facilitan el desplazamiento del cuerpo al sumergirse e impiden reconocer rápidamente signos de agotamiento. Para ingresar en un espejo de aguas oscuras, recién a partir de los 8 o 10 años, un chico debe hacerlo caminado lentamente y de la mano de un adulto. La primera inmersión es conveniente hacerla con zapatillas livianas para evitar lesiones.

Edades adecuadas para navegar
El consenso recomienda no llevar a pequeños de hasta 2 años a bordo de embarcaciones de remo (kayaks, canoas, piraguas o botes), con motor fuera de borda (gomones, motos de agua o lanchas pescadoras) o con velas. A partir de los 2 años, pueden hacerlo, pero con chaleco y junto con un adulto que sepa nadar.
El uso del optimist está permitido a partir de los 8 años, con vigilancia; el kayak y la piragua, desde los 10 años con curso de entrenamiento y chaleco; las motos de agua, a partir de los 16 años, a baja velocidad y con el chaleco puesto. "El uso del casco es polémico -se lee en el documento, que se puede conseguir en la SAP-. Sus ventajas ante un vuelco en el agua son obvias. Su desventaja sería la sofocación por la correa de seguridad y el ahogamiento al llenarse de agua."
Siempre, los expertos recomiendan que el responsable de supervisar las actividades en el agua no se distraiga, tenga visión directa de los chicos y conozca las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), que evitan la muerte inminente.

CHICOS ROCIADOS CON PESTICIDAS TRABAJAN COMO BANDERAS HUMANAS.

Quien sabe que se comete un crimen y no lo denuncia es un cómplice

José Martí

El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida.

'A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza'.
Gentileza de Arturo Avellaneda arturavellaneda@ msn.com


LOS NIÑOS FUMIGADOS DE LA SOJA

Argentina / Norte de la provincia de Santa Fe

Diario La Capital

Las Petacas, Santa Fe, 29 septiembre 2006

El viejo territorio de La Forestal, la empresa inglesa que arrasó con el quebracho colorado, embolsó millones de libras esterlinas en ganancias, convirtió bosques en desiertos, abandonó decenas de pueblos en el agujero negro de la desocupación y gozó de la complicidad de administraciones nacionales, provinciales y regionales durante más de ochenta años.
Las Petacas se llama el exacto escenario del segundo estado argentino donde los pibes son usados como señales para fumigar.
Chicos que serán rociados con herbicidas y pesticidas mientras trabajan como postes, como banderas humanas y luego serán reemplazados por otros.
'Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama 'esquinero'.
Después, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el último lugar donde pasó el 'mosquito', desde el punto del medio de la máquina y pararse allí', dice uno de los pibes entre los catorce y dieciséis años de edad.
El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida.
Para que el conductor sepa dónde tiene que fumigar, los productores agropecuarios de la zona encontraron una solución económica: chicos de menos de 16 años, se paran con una bandera en el sitio a fumigar..
Los rocían con 'Randap' y a veces '2-4 D' (herbicidas usados sobre todo para cultivar soja). También tiran insecticidas y mata yuyos.
Tienen un olor fuertísimo.

'A veces también ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la nube y nos moja toda la cara', describe el niño señal, el pibe que será contaminado, el número que apenas alguien tendrá en cuenta para un módico presupuesto de inversiones en el norte santafesino.
No hay protección de ningún tipo.
Y cuando señalan el campo para que pase el mosquito cobran entre veinte y veinticinco centavos la hectárea y cincuenta centavos cuando el plaguicida se esparce desde un tractor que 'va más lerdo', dice uno de los chicos.
'Con el 'mosquito' hacen 100 o 150 hectáreas por día. Se trabaja con dos banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta. Trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor', agregan los entrevistados.
Uno de los chicos dice que sabe que esos líquidos le puede hacer mal: 'Que tengamos cáncer', ejemplifica. 'Hace tres o cuatro años que trabajamos en esto. En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza.
A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza', dicen las voces de los pibes envenenados.
-Nos buscan dos productores.
Cada uno tiene su gente, pero algunos no porque usan banderillero satelital.
Hacemos un descanso al mediodía y caminamos 200 hectáreas por día.
No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados.
A mí me dolía la cabeza y temblaba todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso', remarcan los niños.
El padre de los pibes ya no puede acompañar a sus hijos. No soporta más las hinchazones del estómago, contó. 'No tenemos otra opción. Necesitamos hacer cualquier trabajo', dice el papá cuando intenta explicar por qué sus hijos se exponen a semejante asesinato en etapas.
La Agrupación de Vecinos Autoconvocados de Las Petacas y la Fundación para la Defensa del Ambiente habían emplazado al presidente comunal Miguel Ángel Battistelli para que elabore un programa de erradicación de actividades contaminantes relacionadas con las explotaciones agropecuarias y el uso de agroquímicos.
No hubo avances.
Los pibes siguen de banderas.
Es en Las Petacas, norte profundo santafesino, donde todavía siguen vivas las garras de los continuadores de La Forestal.
Fuente: Diario La Capital, Rosario, Argentina

martes, 11 de enero de 2011

Ante todo, una poeta "amada por los dioses"



Resumen la vida de María Elena Walsh un puñado de versos, en los que se hallan algunos de los logros más altos de la poesía argentina del siglo XX, y ciertas circunstancias esclarecedoras acerca de la aventura espiritual que nos ha tocado vivir en las últimas décadas. Fue, ante todo y sobre todo, una gran poeta, llena de fuerza y de sagacidad, dueña de palabras y de memorias y, además, precoz, con una precocidad casi inconcebible y más bien propia de aquellos que, según la imagen clásica, "son amados por los dioses".

Pero tuvo, asimismo, el don de la bondad y el habitualmente simultáneo de la intemperancia. "Es de ánimo desparejo", se decía de ella. Y era verdad. No obstante, el lado bondadoso predominaba lúcidamente en esos altibajos y sin duda él la llevó a abordar la literatura infantil. Lo hizo con éxito seguramente nunca visto antes entre nosotros: difícilmente la desaparición de cualquier otro escritor de la Argentina contemporánea hubiera sido seguida por tantas expresiones de dolor, transmitido entre sollozos tanto por famosos como por personas comunes en los testimonios callejeros para la televisión y la radio.

En el camino a ese gozoso mundo del "Reino del Revés", a ese mundo en el que instaba a jugar, se encontraba una etapa juvenil de cantante de temas folklóricos nuestros y de la antigua tradición española. Con Leda Valladares anduvo por Europa en ese menester, y le fue bien, y hasta muy bien. Pero la experiencia le sirvió, a la vez, para descubrir el encanto de andar entre bambalinas, de enfrentar al público, de recibir la ofrenda de los aplausos. Comparó esa vitalidad con la página cubierta de signos en que se resume la poesía escrita y tomó su partido: no quiso más ser poeta para poetas, sino para un auditorio mejor, y eligió, primero, a los niños, por puro gusto de cantarles.

¿Tiene algún valor eso? ¿Era una causa digna de su gran capacidad poética? Si algún día estas preguntas tienen respuesta, ya no valdrá la pena conocerla. Varias generaciones de argentinos supieron de Manuelita, la tortuga de Pehuajó, y de la mona Jacinta, que "se peina, se peina y quiere ser reina". A muchas mamás jóvenes de hoy les vuelven a la memoria esos versos mientras acunan a sus hijos: ¿puede un poeta aspirar a un logro superior a éste?

Agudeza y sarcasmo
Pero todavía hay, por lo menos, una tercera María Elena Walsh, puesta a escribir y a interpretar no para los chicos, sino para los grandes, para todos los grandes. Aquí su talento se revistió de armas como la agudeza y el sarcasmo. Su música se llenó de estribillos burlones, y los micrófonos y la discografía amplificaron y difundieron su voz de modo muy intenso. Finalizaban los años 60 -década riquísima en lo cultural, pero también de enormes vaivenes sociales y políticos-, y de pronto María Elena se halló siendo una de las dueñas de Buenos Aires. Se mofaba de un grupo social en ascenso, los ejecutivos, y éstos la aplaudían. Desbarataba sus ilusiones de dominio y predicamento, y aceptar con una sonrisa las pullas era una suerte de imperativo cultural determinado por el medio.

Walsh era poeta y era juglar, y tenía, por sobre todo, el mismo espíritu de siempre, la misma libertad incoercible, el mismo afán por volcarse hacia lo que despertaba su amor, su aversión o su interés. "No tengo ganas de tener destino", decía en uno de los sonetos de su libro Hecho a mano.

Como sabemos, después vino el diluvio. A diez años de aquel histórico hallazgo de los ejecutivos, constató que éstos se esfumaban en el innúmero océano de los desempleados. Y tuvo ánimo para darles la despedida jocosa en un recital que llamó, justamente, Chau, ejecutivos.

Había nacido el 1° de febrero 1930 en la localidad de Ramos Mejía. Su padre, Enrique Walsh, era un irlandés que trabajaba en el departamento contable del Ferrocarril Oeste. Su madre, Lucía Elena Monsalvo, fue la segunda esposa de Enrique y tuvo con él dos hijas: Susana y María Elena. Se dice que heredó de su padre, buen lector, el gusto por los juegos de palabras y por el sinsentido de los limericks sajones.

María Elena hizo la secundaria en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Además de divertirse dibujando caricaturas de sus profesores, escribía versos, y, a los 15 años, publicó varios de ellos en la revista El Hogar . Dos años después, a los 17, aparecía su primer libro, Otoño imperdonable , a la vez que comenzaba a colaborar en el suplemento literario de La Nacion , en la revista Sur y en Anales de Buenos Aires , que dirigía Jorge Luis Borges.

En 1948 vio la luz un segundo libro de poesías, Apenas viaje . Casi al mismo tiempo, llegaba a nuestro país el poeta español Juan Ramón Jiménez. La poeta-niña y él habían intercambiado muchas cartas y Jiménez apreciaba mucho su disposición literaria. La invitó a tomar cursos con él a Washington, y allí conoció, entre otros, a Ezra Pound, Pedro Salinas y Salvador Dalí. Pero como profesor Jiménez era duro: sus críticas y consejos para moldearla y pulirla en el arte de la métrica hicieron que volviera de los Estados Unidos "perpleja, pensando que el mundo era ancho, ajeno, bellísimo y amenazador".

Aparecieron después Baladas con ángel (1951), en colaboración con quien era por entonces su novio, el poeta Angel Bonomini; Casi milagro (1958) y Hecho a mano (1965). Esto es lo principal de su poesía "seria", vertiente que nunca dejó extinguir, pero que había de completarse con otra no menos seria y, sí, mucho más difundida: con Tutú Marambá abordó, en 1960, la línea infantil, prolongada más tarde con El R eino del Revés, Dailan Kifki , entre muchísimos otros.

Además de las múltiples reediciones de estos libros, publicó sus últimos cuentos originales en 1997: ¿Adónde vas, Manuelita?

María Elena Walsh llegó a los escenarios junto con la folklorista Leda Valladares, a quien conoció por carta en 1951. Juntas viajaron a París, donde se instalaron en 1952. Cantando carnavalitos, bagualas y vidalas, el dúo consiguió un contrato para el famoso cabaret Crazy Horse. De regreso a la Argentina, en 1956, hicieron una extensa gira por el noroeste de nuestro país, para recopilar canciones tradicionales que reunieron en dos álbumes inolvidables: Entre valles y quebradas I y II.

Desde ese momento hasta comienzos de la década del 70, María Elena alcanzó gran popularidad como cantante de sus propios temas, primero los infantiles y después las canciones para adultos.

Guionista de televisión, llegó a la pantalla grande en tal carácter en 1971, con Juguemos en el mundo , film que dirigió su gran amiga María Herminia Avellaneda. Escribió muchísimos guiones para televisión, para telenovelas como De todo corazón y para varios programas de Pinky.

En 1984, con la vuelta de la democracia y la llegada de Raúl Alfonsín, condujo un magazine televisivo de tono oficialista, acompañada por Avellaneda y por la cantante y actriz Susana Rinaldi.

Afectada desde hace mucho tiempo por un cáncer de huesos, su vida pública fue espaciándose cada vez más en las siguientes décadas. Con la constante presencia y apoyo de su compañera, la fotógrafa Sara Facio, María Elena hizo de su departamento de la calle Scalabrini Ortiz el centro de su existencia.

El balance inevitable de la hora final no podría ser más rico: innumerables premios y reconocimientos, desde Argentores hasta Sadaic; una obra traducida a diversos idiomas y que siempre es objeto de nuevas versiones, y, sobre todo, el cariño y la admiración de un pueblo que no la olvidará y que, sobre todo, nunca dejará de entonarla.


Su papel público
Una voz contra viento y marea
Hugo Caligaris
LA NACIONMartes 11 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa



"Nunca aceptó que le dijeran lo que tenía que pensar o hacer." Tal vez éste sería un epitafio adecuado para María Elena Walsh, aunque no sea el primero que venga a la mente de quienes la recordarán para siempre por su imaginación, por la ternura de sus canciones infantiles y por la presunción de una dulzura que si bien era real, sólo salía a la luz después de haber atravesado ciertas barreras.

En su "Balada del ventarrón", María Elena describe con claridad su propia independencia y también su curiosidad inagotable por todo lo que ocurre en el mundo: " Antes de que atardeciera/ crucé mares, vi países./ Contra el viento y la marea/ hice todo lo que quise ". En ese querer y en ese hacer no entraban sólo las cosas del arte, sino también la política; la lucha contra la injusticia y la desigualdad sexual, y el rechazo de las modas culturales y de las opiniones por conveniencia.

Su primera rebeldía fue contra el modelo paterno. Se fue de casa, a los Estados Unidos, siguiendo a Juan Ramón Jiménez. Cuando volvió, era la primera época del peronismo. No aguantó el clima de sospecha y censura y se marchó de nuevo: a París, con Leda Valladares. A una antiperonista debería haberle venido bien el estilo de Onganía, pero fue justamente bajo ese gobierno militar cuando ella comenzó a percibir el fenómeno peronista con otros matices. En su canción "El 45", mentó la soga en casa del ahorcado: "¿Te acordás de la Plaza de Mayo/ cuando el que te dije salía al balcón?". Años después, en 1979, se animó a tocar la cola de otro tigre uniformado, pero más feroz, con su artículo de Clarín sobre el país jardín de infantes. Allí advierte que la Argentina puede llegar a parecerse a la España de Franco "si seguimos apañando a sus celadores".

Como para demostrar que su idea de la rebeldía no consistía en pararse siempre en la vereda de enfrente, María Elena fue casi oficialista en tiempos de Alfonsín. Cuando los años 80 y los 90 demostraron que la ilusión y las buenas intenciones rara vez progresan mucho hacia la meta en el campo de la política, Walsh se retrajo un poco, pero no se privó nunca de opinar. En su caso, opinar significaba exponerse. Así ocurrió con su conmovedora oposición a la pena de muerte, en tiempos en que el presidente Menem amenazaba cada dos por tres con aplicarla a alguien distinto, y con el artículo "La patria muchachista", publicado en La Nacion también en esa época.

Su última aparición polémica fue también la más costosa para ella. Walsh había osado criticar la carpa blanca, levantada por tiempo indefinido ante el Congreso por los gremialistas del sector docente. "La carpa es intolerable por autoritaria -escribió-, ya que piensan usurpar indefinidamente espacios públicos."

Corría 1997, y la lluvia de acusaciones "progresistas" contra María Elena fue tan fuerte que después de eso le dio pudor o hastío seguir saliendo al ruedo. No estaba interesada en el escándalo, por eso calló tanto en los últimos tiempos. Si peleaba, era porque consideraba que había una buena causa para hacerlo. Como lo había sido, en un pasado en que la mera idea del matrimonio igualitario hubiera sido prueba de herejía, su defensa del feminismo y de la libre elección sexual. En plena época de Lanusse, publicó una carta abierta que decía, sin pelos en la lengua: "El movimiento de liberación femenina es una ideología revolucionaria, no exprimida de libracos apolillados, sino del cotidiano martirio de la mitad de la humanidad".

Esto escribía Walsh hace 40 años, bajo la plena vigencia del pudor y el recato castrenses. ¿Se entiende ahora por qué en el párrafo anterior nos referimos a las acusaciones "progresistas" vertidas contra María Elena Walsh poniendo la palabra "progresistas" entre comillas?


Literatura infantil
Un reinado que será perdurable
Ana María Shuá
Para LA NACION


Y de pronto, sin pensarlo, nos encontramos tarareando "Como la cigarra" o "Serenata para la tierra de uno" o "El 45". Son más que nuestros: nos constituyen. Cuando un poema resulta admirable, la inteligencia no alcanza a explicarlo. Está allí, es perfecto como una manzana, como un árbol. Y hasta es posible olvidar que alguien lo escribió. Ese maravilloso anonimato es la máxima distinción a la que puede aspirar un escritor. Y María Elena la obtuvo.

Entre sus libros de poemas para adultos, me quedo con Otoño i mperdonable y Hecho a mano . Porque nunca fueron canciones y la gente los conoce un poco menos y entonces son más míos. En literatura infantil, hay un antes y un después de María Elena. Se impone la escritura en nuestro lenguaje, se le da jerarquía literaria a nues­tra peculiaridad dialectal. Y establece un reinado que durará muchos años: el reino del humor y de la paradoja. En sus poemas para chicos, muchos transformados en canciones, adapta al español la poesía nonsense anglosajona, en un trabajo comparable al de Garcilaso cuando intro­duce en el español el endeca­sílabo italiano de Petrar­ca. Que su popularidad no nos haga olvidar la altísima calidad literaria de su obra.

Escritora infantil

Cultura profunda para la TV
Lidia Satragno
Para LA NACION


María Elena ha sido mi gran amiga, desde que nos encontramos en el 57 cuando me contrataron para hacer un programa para niños. El primer día me encuentro con que María Elena había hecho un teleteatro, con un elenco imposible de reunir, eran todos debutantes: Osvaldo Pacheco, Luis Brandoni, Norman Briski, Susana Rinaldi? Hizo un programa maravilloso que se llamó Buenos días, Pinky , y fue todo desde su imaginación. Fue incluso impactante para el exterior, nos hicieron notas para una revista de Suiza.

Por aquellos días el Ministerio de Salud nos pidió que hiciéramos algo para que los chicos se vacunaran, y ahí surgió el Brujito de Gulubú , que cantaba, disfrazado, Norman Briski. María Elena representa una cultura tan profunda y al mismo tiempo tan asequible para los niños.

Hizo el retrato más extraordinario de Evita: "Calle Florida, túnel de flores podridas. Y el pobrerío se quedó sin madre llorando entre faroles sin crespones".

Se nos ha ido una argentina tan valiosa. Hay que recordarla de pie y sonriendo. Yo la quiero ver de pie y sonriendo porque perdió la capacidad de caminar y porque va muy con ella estar de pie.

Pinky, animadora de televisión

Siempre en la memoria colectiva
Teresa Parodi
Para LA NACION


Querida María Elena, aquí estamos despidiéndonos de tu cuerpo. Desolados. Despidiéndonos de tu sonrisa abierta, de la luminosidad de tus ojos claros, de tu alegría irreverente, de tu inocencia nunca vencida, esa que te hizo invitarnos a jugar, pero sin dejar de pensar que al amor hay que tomárselo en serio en todas las etapas de la vida.

El niño que llevamos dentro sigue despierto gracias a tu terca manera de hacernos cómplices de la esperanza y la libertad posibles. Porque con tus canciones y tus metáforas lúcidas y desbordantes seguimos asombrándonos.

Te agradeceremos eternamente, la palabra pensada, escrita, entregada a la sinceridad, a la reflexión necesaria, a lo infinito de lo humano. Te agradeceremos eternamente el coraje, la poesía en estado puro y movilizante, el humor inteligente, la brillante ironía, la capacidad de ser nosotros y mostrarnos nuestras caras sin ahorrarnos las pequeñeces que solemos esconder bajo la alfombra. No descansará tu canción. Saldremos a buscarte porque estás en nuestra memoria colectiva haciéndonos sentir argentinos desde tus versos, desde tu mirada, desde tu pensamiento sin concesiones.

Cantante folklórica

Obra musical de raíz folklórica
Nostalgia y valor artístico
Mauro Apicella
LA NACION


Primero susurre: "Porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy./ Por todo y a pesar de todo, mi amor,/ yo quiero vivir en vos". Ahora levante un poco el volumen de su voz y entone: "Cantando al sol como la cigarra/ después de un año bajo la tierra,/ igual que sobreviviente/ que vuelve de la guerra".

Se sabe: María Elena Walsh es la gran maestra de la música infantil argentina; sin embargo, más de un autor y compositor habrá envidiado su obra de raíz folklórica, que comenzó a tallar cuando era jovencita -en 1953 viajó a Europa con Leda Valladares, con quien formó un dúo para interpretar piezas populares- y que luego tuvo sus puntos más altos con Serenata para la tierra de uno , Como la cigarra y Barco quieto . No hay que olvidarse de La paciencia pobrecita , Campana de palo , con su tono de denuncia, o Zamba de Pepe , sobre el exilio.

No se trata de hacer un inventario de ese cancionero, sino de recordar la belleza de algunos de sus versos. Sin duda, las canciones infantiles de esta artista pasaron de generación en generación, para quedarse en el público infantil. Lo llamativo es que se quedan en el oído adulto. ¿Por qué? Por nostalgia y por el valor artístico de la obra.

Esto explica que en el repertorio de un intérprete del folklore hoy convivan zambas, chacareras y huainos de diversos autores, con obras de María Elena que, según sospechábamos, eran para niños. ¿Qué artista de las nuevas camadas de la música folklórica no se siente tentado por interpretar ciertas obras? Algunos eligen la Canción para bañar la luna y Baguala de Juan Poquito , bellos paisajes andinos, o Adivina, adivinador . Otros arriban a desgarradas versiones de La pájara pinta . No importa la edad que uno tenga, María Elena siempre está presente con su música.



Cada mañana, en la radio
Magdalena Ruiz Guiñazú
Para LA NACION


Desde comienzos de los 70, me pareció importante que los chicos, a la hora de ir a la escuela, recibieran un mensaje musical del nivel que tenía María Elena. Esa costumbre la mantengo hoy, en Radio Continental, a las 7.02, porque sigo pensando que un estímulo extraordinario para el chico que se está levantando es conocer y tararear las canciones que se están mandando al aire.

Lo que me llena de admiración en sus canciones es haber elegido, por ejemplo, un animal como la tortuga, que no es atractivo, y haberlo convertido en un símbolo de encanto, de coquetería, de modestia, porque incluso con "su paso tan audaz" se va a París para que la planchen? Son un pedazo de historia.

Más allá de las canciones, uno podía disentir en un tema y ella tenía la inteligencia y la capacidad de aceptación de que uno pensara distinto. Cuando empezaron a aparecer las solicitudes por los desaparecidos, ella firmaba siempre junto con Ernesto Sabato, Augusto Comte, Ricardo Alfonsín, el rabino Marshall Meyer, monseñor Nevares, monseñor Hesayne, monseñor Novak, Oscar Alende y Pérez Esquivel, y junto con los familiares. Había que tener mucho coraje para hacer eso.

Periodista



Su estrecho vínculo con LA NACION
Aquí publicó sus primeros poemas y escribió durante muchos años su mirada de la realidad



Daniel Amiano
LA NACION


La relación de María Elena Walsh con La Nacion nació en su más tierna infancia. "Aprendí a leer con La Nacion", contaba cada vez que la conversación llevaba a su niñez en Ramos Mejía. Resulta que, a los cuatro años, una vecina comenzó a enseñarle a leer y escribir con el diario.

Poco después, La Nacion se convirtió en el primer periódico en publicar un poema suyo en sus páginas literarias, en 1945. La autora tenía 15 años y unos meses antes había visto publicados sus primeros poemas en El Hogar .

Desde entonces, fue una asidua colaboradora del diario. Primero con sus poemas, luego con ensayos y artículos, y en las últimas dos décadas con análisis de la realidad que la mostraban con una personalidad fuerte y de una honestidad intelectual sin medias tintas.

Aquella niña precoz se había convertido en una promesa literaria. Muchos de los poemas publicados en La Nacion integraron su primer libro, Otoño imperdonable (1947, a los 17 años), por el que recibió el segundo premio Municipal de poesía (era demasiado joven para ocupar el primer puesto) y con el que comenzó un camino que la llevaría con prestigio por otras expresiones artísticas.

Ya en aquellos primeros textos escritos para La Nacion, Walsh se muestra como una analista, más cerca de la sensibilidad que del academicismo. El primero fue El mejor artífice , artículo sobre Ezra Pound publicado el 30 de abril de 1949, donde en pocas líneas hace un análisis de la vida y la obra del gran poeta, muy cuestionado en esos tiempos, cuyas palabras finales son: " Los Cantos (la gran obra de Pound) son como la radiografía de una complicada digestión: comprensible tal vez para los doctores en eruditas disciplinas mentales, pero negativos velados para la mayoría de las minorías".

Mientras tanto, publicaba sus poemas, como el soneto Las luces (1949) o El bosque de agonías (1950), hasta llegar a Complicidad de la víctima , duro poema publicado en 1979, en plena dictadura, con los versos finales: "Por eso permanezco/ fiel a iniquidades y censores./ Al fin y al cabo me porté bien,/ supe negociar/ mi pálida y frágil sobrevivencia".

Su ironía sirvió para defender la lengua cuando en 1996 escribió en el suplemento Cultura La eñe también es gente , ante el debate de quitar esa letra del abecedario por las necesidades de Internet: "La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio. Todos evasores de la eñe. ¡Señoras, señores, compañeros, amados niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe!".

OBRAS INOLVIDABLES
Fragmentos de una novela infantil, de dos de sus poemas convertidos en canciones de mayor éxito entre los niños y de una de sus obras de teatro
Dailan Kifki, Novela
"Llegamos por fin a La Plata y, después de tomar un buen chocolate con pan con manteca y azúcar para reponer fuerzas, fuimos derechito al Observatorio Astronómico. Nos atendió un viejito muy simpático. Nos dimos cuenta de que era el Director porque tenía las solapas llenas de polvito de estrellas y un cachito de cola de cometa enredado en la peluca. Como era un poco sordo tardó tres horas en entender que lo que queríamos era mirar por el telescopio a un elefante volador con un Bombero arriba. Cuando por fin entendió, se desmayó. Lo reanimamos con un té de peperina y una galletita..

Manuelita la tortuga, Canción
"Manuelita vivía en Pehuajó / pero un día se marchó. / Nadie supo bien por qué / a París ella se fue, / un poquito caminando / y otro poquitito a pie

Manuelita una tarde se miró / en un charco y se afligió / Dijo: -Yo no sé por qué /estoy arrugándomé, / si desde hace ochenta años / tengo cutis de bebé..

La vaca estudiosa, Canción
"Había una vez una vaca /en la Quebrada de Humahuaca. / Como era muy vieja, muy vieja, / estaba sorda de una oreja. / Y a pesar de que ya era abuela / un día quiso ir a la escuela./ Se puso unos zapatos rojos, / guantes de tul y un par de anteojos. / La vio la maestra asustada / y dijo: -Estás equivocada. / Y la vaca le respondió: / -¿Por qué no puedo estudiar yo?/ La vaca, vestida de blanco, / se acomodó en el primer banco. / Los chicos tirábamos tizas / y nos moríamos de risa. / La gente se fue muy curiosa / a ver a la vaca...

Doña Disparate y Bambuco, Obra de teatro
Disparate y Bambuco: -¡La Mona Lisa habla!!!!

Giran lentamente para volver a mirarla.

Actriz: -Y, soy italiana.

Disparate: -Claro y estar callada durante tantos siglos debe de darle unos calambres.

Bambuco: -¡Y un hambre.!

Gioconda: -¡Uf, cómo me gustaría comer unos tallarines. unas lasagnas a la pommarola.!

Disparate: -Venga, salga con nosotros, la invitamos.

Bambuco: -¿Quiere un chicle globo?

Disparate: -¡Shsh

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