Miércoles 12 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa LA NACIÓN

Las nubes amenazaban con convertirse en lluvia, los aplausos habían cedido, los presentes miraban fijo el féretro, ubicado en la puerta del panteón de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) del cementerio de la Chacarita. Un sonido, que comenzó casi como un suspiro, fue creciendo y se convirtió en un canto, un canto entonado por todos los presentes.
"Tantas veces me mataron, tantas veces me morí y sin embargo sigo aquí resucitando." Con la voz entrecortada y los ojos húmedos, quienes ayer se acercaron para darle el último adiós a María Elena Walsh lo hicieron con los versos de Como la cigarra , una de sus canciones más emblemáticas. Y también con Manuelita, la tortuga .
No podía haber sido una mejor despedida. Con esas composiciones que quedaron grabadas a fuego en la memoria de millones de argentinos que crecieron junto a ellas, y que ya de adultos las recuerdan como uno de los tesoros más entrañables que trascienden la infancia.
Familiares, amigos y personalidades de la cultura estuvieron presentes en el último adiós a Walsh, cuyos restos fueron inhumados en el panteón de Sadaic. Entre los asistentes se encontraban miembros de esa entidad, como Eduardo Falú, Raúl Garello, Ramón Navarro, Teresa Parodi y Miguel Loubet; la fotógrafa Sara Facio, compañera de varias décadas de Walsh; la editora Hilda Suárez, el ex intendente Facundo Suárez Lastra, la ex embajadora Lillian O'Connell de Alurralde, la actriz Virginia Lago y el escritor Leopoldo Brizuela.
A las 11.35, el cortejo fúnebre ingresó al cementerio. Entre las muchas coronas de flores se encontraban las enviadas por la presidenta Cristina Fernández y por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli.
Minutos después se realizó una ceremonia religiosa. El féretro conservaba aún en su parte superior la manta norteña tejida que había sido colocada durante el velatorio. Según Fernanda Maqueira, de Editorial Alfaguara, Walsh lo había pedido en una de sus canciones: "Tápenme cuando me muera por una manta tejida por mis paisanas", decía en su obra La paciencia pobrecita .
También sobre el féretro se colocó un papel con una canción y una foto de María Elena, y algunos pequeños ramos de flores blancos y rojos; entre ellos, uno que decía "Sara".
Cientos de admiradores aplaudieron la llegada de los restos al panteón; unos cuantos gritaron simplemente "Gracias".
Pérdida
Luego, Víctor Llanos Castillo leyó unas palabras en nombre del presidente de Sadaic, Atilio Stampone.
"No sólo Sadaic ha perdido a su ilustre socia, sino el país ha perdido a una de las más grandes figuras de la cultura nacional, cuya obra trascendió ampliamente nuestras fronteras", afirmó, mientras muchos de los asistentes a la ceremonia se acercaban para dejar flores y cartas.
También habló el compositor Eduardo Falú, vicepresidente de Sadaic, que además de reconocer el valor cultural de Walsh recordó su prolongada enfermedad e hizo mención del compromiso político y social. "No fue ni de derecha ni de izquierda, pero siempre tuvo el valor de levantar su voz en contra de las dictaduras y los dictadores a través de la poesía, del humor. Descanse en paz, María Elena", sostuvo Falú.
Frente al panteón, un grupo de mujeres comenzó en voz muy baja a tararear fragmentos de Como la cigarra . El canto se fue haciendo más audible y poco a poco el resto se sumó con parte de El jacarandá y algunas estrofas de Manuelita . Luego, en medio de nuevos aplausos, el féretro fue trasladado al interior del panteón.
"Nos deja una obra maravillosa", resumió su entrañable amiga y reconocida autora Teresa Parodi.
Ese reconocimiento fue denominador común en todos los presentes. "Nos enseñó a pensar", afirmó Silvana García Caffi, otra de las amigas de Walsh. "El cancionero que nos dejó ya forma parte del patrimonio de los argentinos", dijo Eduardo Cogorno, del Cuarteto Zupay.
Así, arrullada por sus propios versos, Walsh recibió ayer su último adiós.
Dolores Moreno
EN EL MUNDO
EL PAIS
Uruguay
El mantra Manuelita
"Más que una canción infantil, Manuelita es un verdadero mantra, con el que se han dormido millones de niñas y niños rioplatenses durante los últimos cuarenta años. Pero estas canciones, que fueron utilizadas para calmar a los pequeños revolucionarios de pañales y chupetes, terminaron despertándolos a una nueva sensibilidad, más parecida a los problemas que les deparaba en el mundo real. Un mundo lleno de desafíos, fantasía, aventuras de final incierto y sueños de libertad." Diario El País, Uruguay.
EL NUEVO HERALD
Estados Unidos
Canciones emblema de una lucha
"Se consagró como una artífice de sueños infantiles que no dejó de lado el compromiso político, a lo largo de una carrera en la que publicó más de 40 libros y más de 20 discos. [...] También autora de temas para adultos con firme carga ideológica, esta compositora de fuerte carácter no se guardó sus ideas ni siquiera durante la dictadura militar argentina, al punto que varias de sus canciones se convirtieron en emblema de la lucha por el regreso de la democracia." El Nuevo Herald, Miami, Estados Unidos.
O GLOBO
Brasil
Siempre vigente
"En todas las guarderías argentinas los niños cantan sus canciones, que nunca pasan de moda. La historia de la tortuga Manuelita es una de sus obras más conocidas, cantada por niños y adultos que, a medida que los años pasan, enseñan las canciones de María Elena a sus hijos." O Globo, Brasil.
EL PAIS
España
Un nuevo mundo de imaginación
"Walsh estaba considerada como uno de los verdaderos mitos de la literatura argentina y era venerada y admirada por toda una sociedad que supo conectar, a todas las edades, con sus obras teatrales y musicales [...] Su obra se alejó del tono moralizante de los cuentos de la época y abrió un mundo nuevo de imaginación y juego, más relacionado con la Alicia de Carroll que con la literatura tradicional argentina." El País, España.
EL MERCURIO
Chile
"Se rió del machismo"
"Aunque optó por la literatura infantil, Walsh se empeñó en hacer pensar a los adultos. Famosa fue la columna "Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes", que escribió en un diario en 1979, agobiada por la dictadura. En sus escritos para adultos sorteó censuras, vapuleó con sarcasmo una serie de prejuicios instalados y se rió del machismo." El Mercurio, Chile.
El ícono de la música y literatura infantil, María Elena Walsh, fue recordada ayer por numerosos medios de comunicación del mundo que resaltaron, sin excepción, su capacidad para encantar a los más pequeños y su coraje para defender sus ideales.
La lección eterna que nos deja Manuelita
Diana Cohen Agrest
Para LA NACION
Miércoles 12 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa
Si hay una metáfora lúcida, profunda de la condición humana, ella se condensa en las desventuras de Manuelita. Lo cierto es que la tortuga partió de Pehuajó y a París ella se fue, aunque nadie supo bien por qué. Luego se supo que bastó un tortugo itinerante para que Manuelita cayera en la cuenta de ese tiempo que se le había adherido a su viejo traje de malaquita.
¿Acaso la belleza de una juventud reconquistada podría redimirla ante ese amor del que apenas digna se pensaba?
Dispuesta a desafiar cualquier obstáculo, ese entusiasmo amoroso torció su destino. Porque cautiva de su ilusión, e impulsada por las alas del deseo, Manuelita ni temió esa inmensidad oceánica ni se acobardó ante los riesgos de ese espejismo: como nos suele pasar toda vez que perseguimos un horizonte con la certeza de que encontraremos aquello que, las más de las veces, no puede darnos aquello que anhelamos y que, de sernos dado, será necesariamente efímero y transitorio, pero cuyo valor reside precisamente en su persecución.
París será ese espacio imaginario donde a fuerza de artificios -con peluquita y botitas en los pies, y hasta planchada en francés, del derecho y del revés-, Manuelita cree recuperar esa belleza alguna vez perdida.
Pese a todos sus desvelos, tanto tiempo tardó en cruzar el mar que ahí se volvió a arrugar. Ese retorno es el testimonio impiadoso de ese acto inútil que es querer volver el tiempo atrás, negando que estamos hechos de tiempo. Negando que el tiempo incluso es la madera de esa barca zozobrante en la inmensidad oceánica que nos constituye como quienes somos (¿pues qué otra cosa es la vida humana?). Pero también es el testimonio de que siempre, pero siempre, es posible recomenzar. Porque ya incapaz de sostener su malograda ilusión, Manuelita habría de atravesar tantas penurias como mares para volver con ese viejo amor que la esperaba en Pehuajó.
Ese reencuentro nos enseña que los sentimientos, y hasta los proyectos genuinos, aquellos que se sostienen más allá de esos dos impostores, el éxito y el fracaso, no se doblegan ni ante los ocasos. Y también nos enseña, por qué no, que aun cuando se pierdan en senderos jamás imaginados, hasta las utopías, a veces, pueden volverse realidad.
Los adultos, bajo su mirada
Las canciones que compuso para los grandes mostraron su coraje, humor e ironía
Miércoles 12 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa
René Vargas Vera
Para LA NACION
Pudo haber nacido en cualquier pueblo de Irlanda o Inglaterra (por ancestro paterno); en algún rincón de Galicia o Andalucía (para prolongar el derrotero materno). Los elegidos -los genios- no precisan de grandes ciudades que prestigien su llegada a este mundo. Y fue quizás esa rara mezcla de lo británico con lo gallego y andaluz, en su Ramos Mejía de letras y músicas, lo que le otorgó el privilegio de inventarse un paralelo "reino unido" de nacionalidades en la sangre; de emanciparse de toda atadura y permitirse volar con su pródiga y lúdica fantasía creadora de bellezas, o embestir sin eufemismos al ejercer pertinentes rebeldías y libertades.
Tras las milagrosas y eternas canciones para niños, María Elena nos retrató también. Sin medias tintas. Sin panfletos. Con autoridad moral y verdadero compromiso ético. Prefirió valerse del verso diáfano, de su admirable valentía hecha humor y la ironía para "corregir costumbres, riendo".
De pronto se subió al escenario para cantar canciones dedicadas a los adultos. Esos mismos adultos esquemáticos y soberbios que pintó Saint-Exupéry en El principito . Le bastó un micrófono para mostrarse tal cual es: un espíritu emancipado, suelto, diáfano, y con un encanto y una simpatía que ella no solía mostrar en el trato cotidiano, cuando saltaba ese temperamento difícil, complicado, a veces áspero. Con extraños o con amigos. De puro sincera. Eso que, eufemísticamente, llaman "timidez"?
Las canciones de Juguemos en el mundo son fiel reflejo de ese espíritu liberado de las cadenas de los convencionalismos; que detesta la mentira, lo falso, lo insensato; la hipocresía, la injusticia, la maldad, la prepotencia, la viveza criolla, las bajezas humanas. De los antiguos es este dicho: "La indignación crea elocuencia". Esto le ocurrió con muchos de nuestros detestables modos de pensar y de ser. Entonces blandió su pluma.
Los ejecutivos es una clara pintura de los poderosos. ¿Diablo estás? es otra. Y lo es también la Balada de Comodus Viscach . Un perfil de sí misma parece descubrirse en Para los demás como signo de autenticidad. Tampoco los críticos engreídos se libraron de su sarcasmo en Miranda y Mirón , ni la fauna interminable de cantorcitos repentinos en la larguísima retahíla porteña de Arte caótica .
La temática es abarcadora. Y así como hay dolorosos repasos históricos ( El 45 ), tributos a músicos geniales ( El señor Juan Sebastián, El señor Ravel ), pinturas de pobres venidos del interior ( La Juana ), encontramos lirismo puro ( Las estatuas ), recuerdos de Europa ( La ciudad de Brujas ), reflexiones ( Para los demás ), cálido tributo a un libro que en este siglo XXI está desterrado ( Vals del diccionario ), ternura infinita para los abuelos ( Manubrio azul ), homenaje a las maestras de los pueblos olvidados ( Campana de palo ), amor puro por un amigo Zamba para Pepe ), afecto por este Buenos Aires ( Vals Municipal ) y su destino de forzado testigo de la historia ( Palomas de la ciudad ), y de amor lacerante por el país ( Barco quieto ), entre tanta incontable maravilla.
Su verbo vuelve a encenderse hoy, al recordarla. Es urgente vindicarlo.
Sentidos recuerdos en apenas 140 caracteres
El deceso de la prestigiosa y polifacética escritora María Elena Walsh tuvo numerosas repercusiones en las redes sociales. Más de un centenar de twitteros despidieron a la querida poetisa y expresaron su pesar en formato 2.0. Desde el momento en que se hizo pública la noticia hasta el cierre de esta edición, las demostraciones de afecto se sucedieron en forma permanente y su apellido llegó a ser uno de los trends de Twitter (ranking de las palabras más mencionadas en esa red).
"Quiero cuentos, historietas y novelas, pero no las q andan a botón, yo las quiero de la mano de una abuela, q me las lea en camisón", citó SoniaSeo. "Porque me duele si me quedo,/ pero me muero si me voy/ con todo y a pesar de todo/ mi amor yo quiero vivir en vos". Ma. E. Walsh. Idola!, twitteó EugeniaOlivera. DebbieBleu transcribió: "En el país del ?no me acuerdo', doy tres pasitos y me pierdo..." (Una de las que más me gustaban de Walsh)".
Los seguidores también manifestaron su admiración por su inteligencia y la valentía para defender las causas en las que creía. "Ayer triste partida de un símbolo de la democracia y la inteligencia M E Walsh! por siempre en el recuerdo del niño que todos tenemos", escribió nfunes. MAGUCHI44 afirmó: "Hoy es un día triste, se fue una grande una escritora, cantautora y pensadora: MARIA ELENA WALSH nunca la vamos a olvidar te queremos". Jennifer Carrera twitteó : "Mi más sentido pésame por la muerte de María Elena Walsh, autora de las canciones que acompañaron mi infancia! Q.E.P.D.!" "Siempre en nuestros corazones!" , dijo UniqueMakis Maki.
Ya en tono más divertido y en línea con el mentado buen humor de la escritora julidelosrios escribió: "Los parchís son Los Beatles de mi infancia y María Elena Walsh Mi Bob Dylan".
Con las alas de una imaginación prodigiosa
Alina Diaconu
LA NACION
Miércoles 12 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa
De repente, la maga desplegó unas alas que nadie le había visto antes y miró alrededor. Estaba rodeada de flores, mariposas, cigarras, duendes, niños, ejecutivos de traje y corbata portando maletines, mujeres con delantales de cocina, de las de antes, azafatas, abogadas, diputadas y jefas de Estado, las de ahora, mujeres de ayer y de hoy, todos sonriéndole y aplaudiéndola.
Había cantantes ensayando sus números musicales y artistas de varieté, divas y divos, coristas con plumas y purpurina, acróbatas, actores y actrices, fotógrafos, poetas, amantes de la palabra, gente de la calle. Y todos, pendientes de ella.
Vivía en Buenos Aires, había residido en París, había conocido tantos países, tantas personas y personalidades, pero ahora este mundo le quedaba chico. Quería ir más lejos. Tanto sufrimiento había visto y experimentado a su alrededor y ella misma lo había padecido, en su propio corazón, en su cabeza con su característico y gracioso flequillo dorado. Tanto había querido decir y hacer por sus semejantes, tanto hizo con su voz que no se callaba, que ahora estaba rendida. Ya todos la conocían, muchos la respetaban y amaban, y nadie quedaba sin festejarle ese sentido del humor, esa fina ironía. Era más inteligente que cualquiera, más sagaz, más socarrona, a pesar de su sencillez y de su índole campechana. Tenía un estilo definido, particular, una verdadera personalidad, mucho carácter y, allí, adentro, no poca ternura.
Pero ahora, para descubrir algo más que este planeta agónico, para escaparle a este "mundo del revés" y a este "país-jardín de infantes" se le ocurrió sobrevolar "valles y volcanes" e ir a otras estrellas, a otros planetas, para entender cómo es el universo. Porque desde la ventanilla de los aviones que la llevaron a tantos lados, ella ya había notado que desde arriba, todo se hace pequeño y la mirada puede abarcar la totalidad con mucha más objetividad y perspectiva de conjunto.
Entonces, frente al desconcierto de todos, cerró sus ojos celestes. De sus hombros surgieron, oh milagro, un par de alas transparentes y delicadas, que parecían tejidas con hilos de plata. Y frente a todos los seres boquiabiertos que la rodeaban, la puso a Manuelita bajo el brazo y junto a ella, comenzó a volar.
Algunos sacaron un pañuelo, para enjugar sus lágrimas. Otros lanzaron un "oh" maravillado. Y por supuesto, sus amigas y amigos, sus admiradores se pusieron a llorar en silencio, porque a pesar de que ella se iba a sitios prodigiosos, era una despedida al fin. Ayer, para sorpresa y tristeza de los que la queríamos -que éramos tantos, pero tantos- María Elena se fue al Cielo. Ella parecía eterna, "como el agua y el aire" (en el decir de Borges). Pero claro, por eso mismo, eligió partir, entregándose a la inmortalidad.
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