Un equipo de investigadores de la Universidad de Gotenburgo, en Suecia, comprobó que los antioxidantes incluidos en suplementos dietarios no sólo no traen beneficios comprobados sino que, además, bloquean un gen que permite al organismo eliminar células tumorales.
Por Pedro Lipcovich
Los antioxidantes mantienen sus efectos beneficiosos cuando se obtienen de frutas y verduras.
Los antioxidantes incluidos en suplementos dietarios no sólo no traen beneficios comprobados sino que pueden incrementar el riesgo de cáncer: un reciente estudio advirtió que la administración de estas sustancias, al bloquear un gen que promueve los antioxidantes propios del organismo, permite el desarrollo de células de tumores. Estos resultados valen para las vitaminas E, C y A, como para el selenio y la acetilcisteína (contenida en jarabes para la tos). Otra investigación tampoco halló resultados positivos sobre enfermedades cardiovasculares. En cambio, los antioxidantes mantienen sus efectos beneficiosos para la salud general cuando se obtienen del consumo de alimentos frescos, como frutas y verduras. Otro estudio tampoco encontró indicios de que el resveratrol, contenido en el vino tinto y el chocolate, tenga efectos positivos.
El trabajo que alerta sobre los riesgos de los antioxidantes fue realizado por investigadores de la Universidad de Gotenburgo, Suecia, dirigidos por Martin Bergol y Per Lindahl y publicado en la revista Science Translational Medicine. Empieza por advertir que “el concepto de que los antioxidantes pueden ayudar a luchar contra el cáncer está profundamente arraigado en la población general, promovido por la industria de los suplementos dietarios y apoyado por algunos estudios científicos. Sin embargo, ensayos clínicos han reportado resultados inconsistentes. Nuestro trabajo muestra que suplementar la dieta con los antioxidantes N-acetilcisteína y vitamina E incrementa marcadamente la progresión de los tumores, y reduce la sobrevivencia en ratones con cáncer de pulmón”.
Los investigadores utilizaron ratones portadores de genes causantes de cáncer de pulmón. A un grupo le administraron N-acetilcisteína (que, por su capacidad de disolver las secreciones respiratorias, es componente habitual de los jarabes contra la tos), a otro grupo le dieron vitamina E: en ambos casos constataron que los tumores se de-sarrollaban hasta 2,8 veces más que en los ratones que no habían recibido el antioxidante y la supervivencia se redujo en un 60 por ciento.
Para investigar por qué se había producido ese resultado, los autores examinaron la acción del gen llamado p53, “supresor de tumores”: este gen regula la producción de una proteína que, ante un daño en el ADN de una célula que puede convertirla en cancerosa, interviene e impide su multiplicación. “Hemos visto que los antioxidantes de más, al reducir los niveles de daño en el ADN, hacen que la p53 deje de activarse y así permiten que las células cancerígenas escapen a la defensa del organismo”, explicó Lindahl.
Un resultado clínico de esa acción indeseada es que “por ejemplo en poblaciones de alto riesgo como los fumadores y los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que reciben N-acetilcisteína para aliviar la mucosidad respiratoria, los antioxidantes pueden acelerar el desarrollo de lesiones precancerosas”, señala la investigación.
El descubrimiento, efectuado en laboratorio, se agrega a una serie de trabajos epidemiológicos que cuestionan el uso de antioxidantes. Una revisión de estudios previos –firmada por M. Bonfill y otros en el marco de la base de datos Cochrane– encontró que, “en personas sanas, tomar suplementos de vitaminas o minerales no conduce a una reducción en la incidencia y mortalidad por cáncer de pulmón. La evidencia actual no apoya la recomendación de usar suplementos de vitaminas A, C y E o selenium para la prevención de cáncer de pulmón en población sana. En fumadores y personas expuestas a asbestos, el uso de suplementos de betacaroteno (vitamina A) debe ser evitado porque se vincula con un pequeño aumento en la incidencia y mortalidad por cáncer de pulmón”.
Otra revisión en la base de datos Cochrane, efectuada por un grupo dirigido por G. Bjelakovic con relación a un total de 300 mil hombres y mujeres, indicó que “se observaron significativamente más muertes en los hombres y mujeres que tomaban vitamina E o betacaroteno (precursor de la vitamina A) en dosis por encima de las recomendadas, que son: 700 microgramos por día para mujeres y 900 para hombres”.
Otro estudio, aparecido en la revista Cancer Research y firmado por M.L. Heaney y colaboradores, se llama “La vitamina C antagoniza los efectos citotóxicos de drogas antineoplásicas” y advierte que “grandes dosis de suplementos con vitamina C reducen la efectividad de varias drogas contra el cáncer, con el resultado de que se elimina entre el 30 y el 70 por ciento menos de células cancerosas”; los autores concluyen que “la vitamina C puede en realidad ayudar a las células cancerosas al proteger su fuente de energía”.
A partir de todos estos datos, la Fundación Stop Cáncer concluye que no sólo “los suplementos antioxidantes no han mostrado reducir el riesgo de cáncer en la mayoría de los estudios” sino que “para la población con riesgo de cáncer aumentado, como los fumadores y las personas tratadas con quimioterapia, los suplementos antioxidantes se muestran perjudiciales”.
Los antioxidantes en pastilla no se muestran más eficaces tratándose de enfermedades cardiovasculares. El British Medical Journal publicó un trabajo firmado por Seung-Kwon Nyung y colaboradores, donde se examinan 2240 ensayos clínicos que involucraron a 294.478 participantes, hombres y mujeres. El artículo, tras reconocer que, “en las últimas décadas, estudios epidemiológicos informaron que la ingesta de frutas y vegetales, ricos en vitaminas y antioxidantes, se asocia con una reducción en el riesgo de enfermedades cardiovasculares”, examina el efecto de estas sustancias cuando son ingeridas en suplementos dietarios. Como resultado, “no se encontraron efectos benéficos de suplementos de vitaminas y antioxidantes en la prevención de enfermedades vasculares”.
subnotas
Sustancias que no son inocuas
Por Pedro Lipcovich
“La gente toma, como si fuera agua, suplementos de venta libre con antioxidantes cuyas dosis llegan a ser tóxicas”, advirtió una especialista. “La vitamina C puede agravar el tabaquismo”, advirtió otro especialista. Y un antropólogo alimentario explicó cómo y por qué, en las últimas décadas, la población se tornó crédula respecto de las publicidades engañosas financiadas por la industria.
“Si un fumador toma vitamina C, la nicotina se eliminará más rápido del organismo, pero eso lo hará fumar más: en tanto fumador, necesita un cierto nivel de nicotina y, si le baja, fumará para recuperarlo. O sea que la vitamina C puede inducir tabaquismo. Estas sustancias no son inocuas”, ejemplificó Julio Montero, ex vicepresidente de la International Association for the Study of Obesity. “En estado natural, por ejemplo en una naranja, los que llamamos antioxidantes son en realidad una mezcla de antioxidantes y prooxidantes: esto permite un equilibrio –explicó Montero–. Al ser ingeridos, se comportarán de una forma u otra, dependiendo del organismo que los utilice. Muy distinto es cuando los antioxidantes se usan aislados y en presentación farmacológica. Ya hace años se hizo un estudio con personas fumadoras a las que se administraba betacaroteno, precursor de la vitamina A, bajo la hipótesis de que los beneficiaría, pero en el grupo se presentó un aumento del 18 por ciento en la frecuencia de cáncer pulmonar: hubo que parar el estudio porque no era ético continuarlo.”
María Luz Pita Martín de Portela, profesora titular consulta de Nutrición en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, advirtió que “la gente toma como el agua suplementos de venta libre cuyas dosis muchas veces superan los límites superiores de ingesta de antioxidantes. Estos, en cantidades elevadas, tienen efectos perjudiciales y es necesario alertar a la población en cuanto a que el consumo indiscriminado es peligroso. Una alimentación equilibrada cubre perfectamente las necesidades de antioxidantes, sin riesgo de sobredosis”.
“Los suplementos alimentarios responden a un negocio consistente en disfrazar la publicidad como discurso científico –advirtió Diego Díaz Córdova, antropólogo alimentario, docente en la UBA–. Aproximadamente hasta la Segunda Guerra Mundial, los saberes vinculados con la comida se transmitían en el marco de la unidad doméstica, la familia. La guerra dio lugar a desarrollos como los programas alimentarios en la Inglaterra cercada por los alemanes o durante el sitio de Stalingrado. El conocimiento científico pasó a ser depositario de los saberes sobre la comida, pero uno no puede consultar cada día a un nutricionista y queda así un espacio vacío, aprovechado por la industria, que hoy es la que manda en la comida. Entonces, por ejemplo, se promocionan yogures digestivos diseñados para personas en situaciones de internación, que por estar en hospital y por la dieta necesitaban un suplemento para su función intestinal: hoy se venden masivamente a gente que no los necesita. En cuanto a los antioxidantes, hay efectos placebo, como el de la persona que se siente con más energía cuando toma vitaminas, lo cual no tiene ningún correlato fisiológico. Esto pone el consumo de suplementos dietarios en el borde de las conductas adictivas.”
------
Ni vino, ni chocolate
Por Pedro Lipcovich
El que toma vino, que sea porque le gusta y se la banca, ya que está en entredicho la teoría de que el resveratrol –sustancia contenida en el vino tinto, las uvas y el chocolate– pueda tener efecto preventivo sobre las enfermedades cardiovasculares. Así lo indica un trabajo de un equipo de la Universidad Johns Hopkins dirigido por Richard Semba, que publicó la revista Internal Medicine, de la Asociación Médica de Estados Unidos. Los científicos aprovecharon un seguimiento clínico efectuado a lo largo de once años sobre 783 habitantes de más de 65 años en la zona de Chianti, Italia, famosa por sus vinos. Se midió la presencia de derivados del resveratrol en la orina de los participantes para determinar quiénes habían consumido en mayor grado esta sustancia y se relevó la aparición de enfermedades. Los resultados fueron que “la mayor o menor concentración de metabolitos de resveratrol no se asoció con enfermedad cardiovascular, cáncer, marcadores de inflamación o mortalidad por cualquier motivo”. De modo que “los niveles de resveratrol no tienen influencia sustancial sobre el estado de salud”.