
JOSEP CORNELLÀ i CANALS
Este próximo sábado ya es Navidad. A veces pienso que se hace complicado celebrar la Navidad. O que nos hemos complicado la vida a la hora de celebrar esta que consideramos la fiesta de todas las fiestas. Y es que nos inquietan muchas cosas a la hora de pensar en la Navidad.
Navidad es utopía. Por definición, la utopía no existe, está fuera de cualquier lugar. Y, si no existe, no se puede describir. Pero si los humanos somos tan aficionados a hablar de utopía y, incluso, tenemos sueños utópicos, es que, de alguna manera, la utopía debe tener alguna forma de existencia. Y ahora viene la complicación filosófica: ¿sólo existe lo que es, o es que también existe lo que aún no es? La utopía no es, no existe como realidad. Pero, a buen seguro, es algo que puede ser realidad, quiere ser y hacerse presente, y lucha, en definitiva, para llegar a ser. Navidad es utopía.
De hecho, la utopía constituye la esencia del judeocristianismo. La utopía no está presente en otras religiones, bien dignas, que hacen su aproximación al elemento sagrado desde la experiencia. No. La Biblia está llena de relatos que experimentan las realidades más sagradas a partir del pensamiento utópico que busca el Amor y la Justicia. Desde Abraham, pasando por todos los profetas, y especialmente en la persona de aquel Niño del que, en Navidad, celebramos su nacimiento.
No hay utopía sin esperanza. Y la esperanza hace creer en la utopía.
Vivimos en un mundo en que nos cabe esperar siempre. Esperamos tantas cosas... Pero quien espera se sienta a esperar resignadamente a que los hechos sucedan. Quien espera está en actitud pasiva. No necesita ningún tipo de lucha. Esto no es esperanza.
La esperanza, en cambio, significa espera activa. Si la Navidad es utopía, y la utopía se fundamenta en la esperanza, Navidad debe significar un compromiso en un mundo tan dañado y con tan pocos signos de esperanza. El Amor y la Justicia (dos palabras demasiado gastadas en nuestros diccionarios de calle) representan la utopía de estar al lado de aquellas personas a las que no se ha hecho justicia. Y las injusticias abundan hoy en nuestros pueblos: injusticias económicas, injusticias sociales, injusticias culturales, injusticias de género,...
La utopía de Navidad nos permite soñar en un mundo amable, fraterno, sin injusticia, en armonía con la naturaleza. Un mundo donde se pueda convertir la injusticia en justicia, el odio en amor, el pecado en perdón. Un mundo donde se puedan recomponer las relaciones humanas, las redes de amor y solidaridad. Una esperanza a pesar de todas las voces calamitosas, y que mantenga encendida la llama de la utopía a pesar de que se apaguen las lucecitas de esta Navidad.
A todos, lectores y amigos, os deseo una feliz y utópica Navidad.
DIARI DE GIRONA, 23 de diciembre de 2010.
otra reflexión de otro Médico, de otras altitudes, Paidopsiquiátra...otro pensamiento surgido de quien a diario comparte su vida con aquellos que recién inician su tránsito por esta vida rodeados de padecimientos, víctimas de las injusticias y el dolor....
ResponderEliminar