Claves para evitar accidentes en el agua

Noticias de Ciencia/Salud: Domingo 13 de diciembre de 2009 Publicado en edición impresa
Para disfrutar sin riesgo de las piletas y los deportes acuáticos
Pediatras elaboraron un documento para prevenir el ahogamiento, que es la segunda causa de muerte en menores de 15 años
Fabiola Czubaj
LA NACION
El calor ya invita a zambullirse en la pileta o a preparar el kayak o la moto acuática para disfrutar del río o del mar. Por eso es muy oportuno tomar algunas precauciones con los chicos y los adolescentes para evitar los accidentes.
Pero ¿cuál es el mejor chaleco salvavidas? ¿Hay que usar casco para andar en moto de agua? ¿Sirve la matronatación para aprender a nadar? ¿Cuándo se considera segura una pileta? ¿Conviene zambullirse en un espejo de agua? ¿Cuándo es seguro llevar un bebe a bordo?
Las respuestas, elaboradas por un grupo de pediatras especializados en prevención de accidentes, ayudan a evitar el ahogamiento, la segunda causa de muerte en los menores de 15 años. "La «noción del peligro», que es un conjunto de percepciones y aprendizajes que resguardan la integridad física, se adquiere a alrededor de los 4 años", precisan los autores del Consenso Nacional de Prevención del Ahogamiento de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Esa es la mejor edad para empezar con las clases de natación, que suelen ser más efectivas cuando están a cargo de un profesor y no de un familiar. El contacto previo con el agua, como ocurre con la matronatación, "sirve para que el chico tome confianza con el agua y que aprenda a disfrutar y a respetar el agua, pero no para que aprenda a nadar ni a mantenerse a flote; además, puede generar en los padres una falsa sensación de seguridad. Con la primera bocanada de agua que traga un chico, ya no puede gritar ni pedir ayuda", explicó el doctor Carlos Nasta, presidente de la Subcomisión de Prevención de Accidentes de la SAP y redactor del documento.
Junto con él, 38 pediatras revisaron todas las normas nacionales e internacionales para prevenir los factores de riesgo asociados con las actividades en el agua de chicos y de adolescentes. El trabajo reveló una gran desorganización de esas normas. "Existe una gran desinformación y una gran dispersión de la información, que también es ambigua, contradictoria o deformada. Esto es apenas un puntapié fundacional a un documento serio y ordenado."
El chaleco, incluido para los menores de 4 años, se debe comprar según el peso y no la edad de los chicos. Debe mantenerlos a flote, con la cabeza fuera del agua; tener una abertura en el frente, con tres broches de seguridad como mínimo y una correa no extensible, que una la parte delantera y trasera por la ingle con un broche.
Los expertos desaconsejan el uso de brazaletes inflables, colchonetas, cámaras de automóvil o los salvavidas anulares clásicos de las embarcaciones porque "no ofrecen ninguna garantía", ni siquiera en una pileta segura.
En los arroyos, los ríos, las lagunas o el mar, la turbidez, los pozos de agua y la contracorriente actúan como "trampas" para los chicos, ya que facilitan el desplazamiento del cuerpo al sumergirse e impiden reconocer rápidamente signos de agotamiento. Para ingresar en un espejo de aguas oscuras, recién a partir de los 8 o 10 años, un chico debe hacerlo caminado lentamente y de la mano de un adulto. La primera inmersión es conveniente hacerla con zapatillas livianas para evitar lesiones.

Edades adecuadas para navegar
El consenso recomienda no llevar a pequeños de hasta 2 años a bordo de embarcaciones de remo (kayaks, canoas, piraguas o botes), con motor fuera de borda (gomones, motos de agua o lanchas pescadoras) o con velas. A partir de los 2 años, pueden hacerlo, pero con chaleco y junto con un adulto que sepa nadar.
El uso del optimist está permitido a partir de los 8 años, con vigilancia; el kayak y la piragua, desde los 10 años con curso de entrenamiento y chaleco; las motos de agua, a partir de los 16 años, a baja velocidad y con el chaleco puesto. "El uso del casco es polémico -se lee en el documento, que se puede conseguir en la SAP-. Sus ventajas ante un vuelco en el agua son obvias. Su desventaja sería la sofocación por la correa de seguridad y el ahogamiento al llenarse de agua."
Siempre, los expertos recomiendan que el responsable de supervisar las actividades en el agua no se distraiga, tenga visión directa de los chicos y conozca las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), que evitan la muerte inminente.

CHICOS ROCIADOS CON PESTICIDAS TRABAJAN COMO BANDERAS HUMANAS.

Quien sabe que se comete un crimen y no lo denuncia es un cómplice

José Martí

El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida.

'A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza'.
Gentileza de Arturo Avellaneda arturavellaneda@ msn.com


LOS NIÑOS FUMIGADOS DE LA SOJA

Argentina / Norte de la provincia de Santa Fe

Diario La Capital

Las Petacas, Santa Fe, 29 septiembre 2006

El viejo territorio de La Forestal, la empresa inglesa que arrasó con el quebracho colorado, embolsó millones de libras esterlinas en ganancias, convirtió bosques en desiertos, abandonó decenas de pueblos en el agujero negro de la desocupación y gozó de la complicidad de administraciones nacionales, provinciales y regionales durante más de ochenta años.
Las Petacas se llama el exacto escenario del segundo estado argentino donde los pibes son usados como señales para fumigar.
Chicos que serán rociados con herbicidas y pesticidas mientras trabajan como postes, como banderas humanas y luego serán reemplazados por otros.
'Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama 'esquinero'.
Después, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el último lugar donde pasó el 'mosquito', desde el punto del medio de la máquina y pararse allí', dice uno de los pibes entre los catorce y dieciséis años de edad.
El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida.
Para que el conductor sepa dónde tiene que fumigar, los productores agropecuarios de la zona encontraron una solución económica: chicos de menos de 16 años, se paran con una bandera en el sitio a fumigar..
Los rocían con 'Randap' y a veces '2-4 D' (herbicidas usados sobre todo para cultivar soja). También tiran insecticidas y mata yuyos.
Tienen un olor fuertísimo.

'A veces también ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la nube y nos moja toda la cara', describe el niño señal, el pibe que será contaminado, el número que apenas alguien tendrá en cuenta para un módico presupuesto de inversiones en el norte santafesino.
No hay protección de ningún tipo.
Y cuando señalan el campo para que pase el mosquito cobran entre veinte y veinticinco centavos la hectárea y cincuenta centavos cuando el plaguicida se esparce desde un tractor que 'va más lerdo', dice uno de los chicos.
'Con el 'mosquito' hacen 100 o 150 hectáreas por día. Se trabaja con dos banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta. Trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor', agregan los entrevistados.
Uno de los chicos dice que sabe que esos líquidos le puede hacer mal: 'Que tengamos cáncer', ejemplifica. 'Hace tres o cuatro años que trabajamos en esto. En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza.
A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza', dicen las voces de los pibes envenenados.
-Nos buscan dos productores.
Cada uno tiene su gente, pero algunos no porque usan banderillero satelital.
Hacemos un descanso al mediodía y caminamos 200 hectáreas por día.
No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados.
A mí me dolía la cabeza y temblaba todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso', remarcan los niños.
El padre de los pibes ya no puede acompañar a sus hijos. No soporta más las hinchazones del estómago, contó. 'No tenemos otra opción. Necesitamos hacer cualquier trabajo', dice el papá cuando intenta explicar por qué sus hijos se exponen a semejante asesinato en etapas.
La Agrupación de Vecinos Autoconvocados de Las Petacas y la Fundación para la Defensa del Ambiente habían emplazado al presidente comunal Miguel Ángel Battistelli para que elabore un programa de erradicación de actividades contaminantes relacionadas con las explotaciones agropecuarias y el uso de agroquímicos.
No hubo avances.
Los pibes siguen de banderas.
Es en Las Petacas, norte profundo santafesino, donde todavía siguen vivas las garras de los continuadores de La Forestal.
Fuente: Diario La Capital, Rosario, Argentina

sábado, 24 de julio de 2010

PROYECTO LAURA. PRIMERA REUNION. IMPORTANTE

Va carta a padres referentes para actualizar las tareas efectuadas en el proyecto de plantación de árboles


Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar. Eduardo Galeano.
Queridos amigos:
Les escribe el Dr. Ruben Omar Sosa, acerca de la tercera etapa del Proyecto LAURA (Los Arboles Urgente Reclaman Ayuda)
Ante todo quiero agradecerles que sean ustedes la columna vertebral de esta nueva utopía: plantar el último domingo de Octubre (31) cientos y cientos de árboles para crear el tercer bosque solidario de la República Argentina.
Realizaremos la primera reunión, dentro de poco más de un mes.
Será el tercer viernes de agosto, es decir, el 20/08/2010, a partir de las 19:30hs en Castelli 170, Avellaneda, altura de Avenida Mitre al 1200.
En esta reunión, repartiré a cada uno de ustedes 20 familias y les explicaré la metodología sencilla y simple que consistirá en llamarlos y darles un punto de reunión en el campo, para luego dirigirse a los pozos que ya estarán realizados.
Además, el día de la reunión, nos pondremos de acuerdo y elegir entre todos una fecha para ir, a fines de septiembre o principios de octubre, directamente al campo Finky, les adelanto un mapa del lugar y como llegar.
Estaremos junto al grupo de vecinos que también están gestionando junto a la municipalidad, la nivelación del terreno, la realización de los pozos y la posibilidad de contar con agua para el riego además de otras cosas que les informaremos.
Estoy muy feliz de dar el siguiente paso junto a ustedes, y que a través de las manos de nuestros hijos, familiares, amigos y vecinos del lugar podamos ayudar -un poquito- a esa transformación que están logrando tantas personas con lo que otrora era un basural y pronto será un bosque, y también crear conciencia de ecología en las futuras generaciones, y como si esto fuera poco, ese día, llenar el cielo de colores. Cielo y tierra unidos y en el medio las manos de tantos niños… cada árbol con el nombre de cada niño.
Les pido por favor, que respondan a este mail si pueden venir.
Si ustedes desean traer a alguien para que los ayuden, por favor, mándenos el nombre, apellido, teléfono y mail de dicha persona así la adjuntamos antes de la reunión.
Les adjunto el listado de los demás padres referentes y el de los niños que hay hasta el momento, que luego será repartido. Si quieren agregar algún llamen al 4 222 6063 o 4 201 9818
Va copia de esta nota a los vecinos de Finky Verde y al señor Guillermo Viñualles subsecretario de la Municipalidad de Lomas de Zamora, con el que hemos hablado y con alegría se ha comprometido a la nivelación del terreno y la realización de los pozos. “Lo hago porque quiero que mis hijos disfruten de ese lugar” me dijo y para mi, que soy un soñador esas palabras valen más que un decreto ley .
Asimismo envío copias Adriana Santagatti de Diario Clarín sección Sociedad y al Diario La Ciudad que siempre me ayuda y muchos otros amigos periodistas y envío también un adjunto con la nota para aquellos que quieran ampliar información y difundirla. Copia a Anibal Velazquez Web master de Historias en el aire.
Bueno amigos los espero con los pies sobre la tierra y la mirada en el cielo.

RubeOmar Sosa
No se si poner pediatra o barriletero, pero como ese día los chicos van a remontar barriletes y prometer no fumar ni acepta drogas, bueno valen los dos títulos por igual.
PD: La nota está escrita en verde, como dirían las viejas : “Y … Por algo será”


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Ruben Omar Sosa
www.historiasenelaire.com.ar




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Ruben Omar Sosa
www.historiasenelaire.com.ar

laCiudad
EL DIARIO DE AVELLANEDA


VECINALES
06/07/2010
Gran barrileteada para celebrar la recuperación de un espacio público

Con el apoyo del Dr. Rubén Sosa, se plantarán 2000 árboles entre Turdera y Temperley


El domingo 31 de octubre a las 14 horas se realizará una barrileteada y la plantación de casi dos mil especies arbóreas autóctonas en un predio de 12 hectáreas que separa Turdera de Temperley, a quinientos metros de Av. Hipólito Yrigoyen al 10.000, en lo que sin duda será la recuperación, para la comunidad, del denominado “Parque Municipal Finky”, que desde hace años se había convertido en un basural.
Por iniciativa de un grupo de habitantes de la zona, agrupados en la Asamblea de Vecinos “Finky Verde”, se decidió trabajar para que este predio abandonado, ahora en manos del Estado Nacional, pasara a la comuna para concretar el sueño de tener una espacio público que tanto necesita ese sector de Lomas de Zamora.
Luego de juntar 4.000 firmas y de consensuar el proyecto a impulsar, la Asamblea de Vecinos buscó la manera de difundir el tema y surgió la idea de una barrileteada para que todos se enteraran y pudieran sumarse a la iniciativa.
Con la idea de la barrileteada en la cabeza y algunos recuerdos de haber visto en algún medio de comunicación la tarea desarrollada por el pediatra de Avellaneda Dr. Rubén Sosa, salieron en su búsqueda mediante diversas vías, como ser Internet o llamando al Hospital de Niños.
“Cuando contactamos al Dr. Sosa, lo que no sabíamos era que además de las barrileteadas, tenía como iniciativa la plantación de árboles”, comentó una de las vecinas, Patricia Bularte, en referencia al Proyecto L.A.U.R.A. (Los árboles urgente requieren atención) que desde hace años lleva adelante el Dr. Rubén Sosa.
Si bien los vecinos ya habían plantado algunos árboles, aunque no autóctonos, se entusiasmaron con la iniciativa y se sumaron a lo que hoy ya es una nueva etapa, la tercera, del proyecto L.A.U.R.A.
Consultados sobre el predio, otro de los vecinos de la zona, Alejandro Almeida, explicó que está dividido por un arroyo y que por ahora el municipio tomó posesión de una de las partes, donde hizo una plaza y una pista aeróbica.
“Nosotros queremos hacer una posesión total de las tierras porque uno de los proyectos es también armar un reservorio hídrico que permita paliar las inundaciones en Turdera, Almirante Brown y Temperley”, agregó.
Asimismo, se construirá una “plaza de salud” para la tercera edad, donde los adultos mayores puedan realizar ejercicios físicos, y otra de “integración” con juegos infantiles adaptados a chicos con discapacidad.
Por otra parte, el proyecto vecinal incluiría la construcción de una pista de atletismo, aunque por ahora el municipio prefiere que el predio sea de carácter recreativo y no deportivo. “No es un tema cerrado, pero nos anticipan que no tienen esa misma visión con respecto al deporte o la participación de los jóvenes en este espacio, sino que quieren que sea algo más bien familiar”, sostuvo Almeida.
“No son controversias centrales, son puntos de vista que seguramente en el futuro se irán resolviendo -recalcó José Arteaga, titular de Espacios Verdes de Lomas de Zamora- porque no es un tema cerrado el debate sobre si tiene que ser un campo deportivo o estrictamente recreativo”.
Lo importante, en líneas generales, es que ese predio que por su extensión dividía a los vecinos, ahora se transformará en un espacio común que los unirá y les servirá como punto de encuentro. Una tarea de muchos meses de trabajo. Para la concreción de este proyecto se viene trabajando desde hace muchos meses desde distintos sectores. Mientras el municipio se ocupa de la limpieza y nivelación del terreno y se comprometió a hacer los pozos para la plantación, cada uno de los profesionales del grupo de vecinos aporta lo suyo. Paisajistas, arquitectos y demás habitantes de la zona, con la colaboración del Dr. Sosa, fueron los encargados de planificar el proyecto y de asignarle a cada familia o niño un árbol autóctono para plantar, entre los que se encuentran algarrobos blancos, ceibos, espinillos, jacarandá, lapacho negro, tala y tipas.
Además, de la tarea del Dr. Sosa, los integrantes de la Asamblea de Vecinos destacaron la colaboración de la Asociación “Barriletes a Toda Costa” (BATOCO), de la Facultad de Ciencias Agrarias, mediante Nicolás Bento; y de Alejandro Galup y Sebastián Fernández, quienes permanentemente los están asesorando.
Por otra parte, cabe destacar que como en toda barrileteada que organiza el Dr. Rubén Sosa, además de plantar árboles, los chicos asumirán un compromiso de vida, diciéndole no a la droga y no al cigarrillo.
Los chicos o la familias que deseen plantar un árbol pueden anotarse telefónicamente 4222-6063 / 4201-9818 ó por correo electrónico a rubensosa@gmail.com. Para más información, los interesados podrán ingresar a www.finkyverde.9f.com
La biblioteca de Corina, otro sueño del Dr. Sosa. El sueño del Dr. Rubén Sosa de llevar una biblioteca a los lugares donde la comunidad, y en especial los niños, lo requieran, continúa haciéndose realidad año tras año.
En esta oportunidad, el reconocido pediatra de Avellaneda está trabajando en la construcción de la primera biblioteca popular de Villa Corina, para lo cual la comunidad puede donar libros. Aquellos interesados en colaborar podrán comunicarse al 4222-6063 ó escribir a rubensosa@gmail.com

domingo, 18 de julio de 2010

Autismo ¿La mente en el cielo y el cuerpo en la tierra?

La discapacidad o mejor dicho la incapacidad de hacer cosas es algo que asusta mucho a la sociedad, y en especial a quienes nos denominamos normales. El tener un hijo diferente es un trago muy difícil y amargo de pasar para quienes tenemos anhelos, fantasías, muchas expectativas y esperanzas puestas en la gestación. Este niño fantaseado es muy diferente del niño real que tenemos. Cuando nace y crece nos damos cuenta de que toda la información que recibe no puede ser procesada normalmente por su cerebro. ¿Que palabras? Normal-Mente, ¿Cuanto que engloban?.
Un cerebro en condiciones normales filtra la información y responde en consecuencia a ella. En el caso de que el filtro tenga rajaduras, toda la información llega a destino sin ser procesada, o quizás sí, pero con interferencias que nuestro esquema de la normalidad no puede entender. Y de eso trata el autismo.

Su cuerpo va a actuar en función de un mundo interno increíblemente gigante, un mundo laberíntico que no encuentra la salida, y allí surgen los aleteos, el caminar con los pies en punta, los ojos extraviados más allá de lo que el horizonte permite ver, sin respuestas al dialogo, sin contestar, el quedarse pegado a los objetos que giran, y así podríamos enumerar muchísimas respuestas involuntarias que se ponen de manifiesto.
Cuando no se les insiste en el contacto visual o verbal y se les ofrece el cuerpo como forma de acercamiento, suelen ser muy afectuosos, pero como dijimos antes, la información entra y no sale. Ellos no acarician pero si se dejan tocar si el cuerpo que les ofrecemos les da abrigo.
Es todo un desafío entrar en la frecuencia en la que están inmersos. No sabemos por donde introducirnos en su mundo. Existen muchas terapéuticas de abordaje, pero en su mayoría son de entrenamiento o de adaptación a partir de la presentación constante de los estímulos. La musicoterapia ofrece un maravilloso puente para entrar en su mundo y quizás también para que el niño que habita dentro del mismo niño pueda salir por unos momentos a jugar fuera de él.
¿Quizás algún punto de encuentro en un sonido o en una melodía?
Sabemos que el niño autista no habla en primera persona, se fija en algo que le llame la atención y allí se va de viaje, muchas veces sin retorno hacia ese mundo que nunca podremos visitar más que desde lejos. Dependiendo del grado de aislamiento que le genere su estado será el tipo de vinculación que puedan establecer, algunos intentarán escaparse todo el tiempo buscando nada muy activamente, otros se pueden quedar tan quietos como una estatua, mientras que hay algunos que no se bajan de su hamaca, o se quedan bailando su eterno vals de ida y vuelta, ida y vuelta, ida y vuelta, y así hasta que se apaga la música que por dentro les suena.

El autismo es un misterio, que desde que se presento como caso clínico hace muchos años, ha sido una especie de vedette para quienes trabajan en la rehabilitación de niños. Existen miles de artículos sobre la temática que intentan de dar una explicación sobre el qué, pero pienso que la búsqueda del sentido nuevamente nos sitúa en la necesidad de pensar el porqué, ya que esto nos permite reflexionar acerca de que si esta patología crónica, que aun no tiene cura, hace que nos humanicemos cada vez más, nos seguirá azotando cada vez más con niños con estas características. Por el simple hecho de que necesitamos ser cada vez más humanos.

Desde la perspectiva musicoterapeutica han sido muchos los logros alcanzados en estos últimos años. Esta especialidad puede establecer cierta forma de comunicación no-verbal, o alternativa para que el niño pueda encontrar alguna forma de expresar sus emociones, brindando un encuadre de contención para que no se produzca el desborde. Pero es indudable que el compromiso de los padres en el proceso de rehabilitación, o mejor dicho de habilitación debe ser el ingrediente principal del tratamiento. Si esto no está presente en el inicio de la búsqueda de la ayuda profesional, no podríamos pensar en resultados positivos, sino que nuestro trabajo sería tan solo un paliativo transitorio, y la ayuda que podemos ofrecer no serviría de nada.

Copyright Lic. Gabriel Federico
www.gabrielfederico.com

El niño con necesidades especiales - neurología y musicoterapia: Autismo ¿La mente en el cielo y el cuerpo en la tierra?

http://www.facebook.com/note.php?note_id=143375792345922&id=129732470630

martes, 13 de julio de 2010

Dr. Pasqualini: Fumar durante el embarazo puede dañar la fertilidad del bebé

La mujer que fuma en el primer trimestre tiene mayor probabilidades de desarrollar aomalías en el desarrollo de los genitales del varón y con mayores posibilidades de encontrar problemas a la hora de buscar un embarazo.

lunes, 12 de julio de 2010

La Flor más Grande del Mundo

http://www.youtube.com/watch?v=nBosmy-VgGI


Un cuento de José Saramago Relato para niños (y adultos) escrito y narrado por el recientemente fallecido José Saramago. Un corto colmado de símbolos y enigmas, destinado a una infancia que crece en un mundo quebrado por el individualismo, la desesperanza y la falta de ideales. Las cosas pequeñas es lo que tienen. Pueden parecer insignificantes pero en su ligereza reside una belleza sin igual. Como en este cortometraje titulado La flor más grande del mundo y dirigido por Juan Pablo Etcheverry. Una pieza que crece a cada visionado gracias a un exquisito gusto por el detalle, la imponente narración del escritor José Saramago y la delicada música compuesta por Emilio Aragón. Una historia simbólica, mágica, en la que aparece Saramago, ilustrado por João Caetano, hablando de la importancia de las cosas pequeñas y de todo lo que nos rodea, además de reflexionar sobre la infancia y la naturaleza. DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO A través de esta declaración, conocida comúnmente como Declaración de Ginebra, hombres y mujeres de todas las naciones, reconociendo que los niños son lo mejor que la humanidad tiene, declara y acepta como su deber, más allá de toda consideración de raza, nacionalidad o credo, que: 1. Al niño se le debe dar los medios necesarios para su desarrollo normal, material y espiritual. 2. El niño hambriento debe ser alimentado, el niño enfermo debe ser curado, el niño maltratado debe ser protegido, el niño explotado debe ser socorrido, el niño huérfano y abandonado debe ser acogido. 3. El niño debe ser el primero en recibir auxilio en caso de un desastre. 4. El niño debe tener sustento, y ser protegido contra todo tipo de explotación. 5. El niño debe ser llevado a tener conciencia de ser devoto al servicio del hombre. "Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños." Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.

domingo, 11 de julio de 2010

Divorciados de la adultez

Diálogos del alma

Por Sergio Sinay
Noticias de Revista LA NACIÓN
Domingo 11 de julio de 2010 | Publicado en edición impresa

Señor Sinay: sorprende la cantidad de personas de aproximadamente 40 años que se están separando/divorciando. Supuestamente se casaron "habiendo probado todo" a mediados de los años 90. Viven una vorágine de descontrol y desequilibrios de todo tipo. A muchos, sus ex parejas o hijos comunes y amigos y conocidos intentan por todos los medios hacerlos reflexionar acerca de sus excesos. No se trata de que vuelvan con sus ex, pero sí de que tomen conciencia de su descontrol emocional y físico, hecho de salidas nocturnas y de relaciones efímeras en las que por un rato les sube la "autoestima". ¿Qué recomendar a aquellos que los rodean, a quienes intentan darles una mano, mientras ellos parecen rememorar su adolescencia, pero con un físico y una psiquis de 40 años? ¿Hay algo que les muestre cómo se destrozan a sí mismos, a su segunda oportunidad de vivir y a quienes los rodean?
Daniela Musso
Circula profusamente por Internet un manifiesto anónimo titulado Renuncio a ser adulto . Recoge múltiples adhesiones y es un compendio de lugares comunes acerca de la niñez entendida como ausencia de responsabilidad, dependencia emocional, incapacidad para la toma de decisiones, falta de desarrollo mental y afectivo, y, en fin, una especie de perpetuo estado larval. La infancia real no merece ser deshonrada de ese modo por un adulto (el autor) varado en una nada en la cual ya no es el niño que creyó ser ni se permite desarrollar la madurez a la que su edad cronológica lo invita. La renuncia a la adultez, ciclo ineludible si se pretende vivir una vida que tenga sentido y que no sea sólo un conteo de tiempo, es una actitud dramáticamente extendida en nuestra sociedad. Cuando una masa crítica de adultos cronológicos se suma a esto, la sociedad entera sufre las consecuencias, que se manifiestan en los modos de hacer política (sin responsabilidad, en patota, buscando el beneficio propio e inmediato), de hacer negocios (igual a lo anterior, más el descuido del entorno físico y humano), de practicar deportes (sólo para ganar a cualquier precio), de usar los espacios públicos (otra vez, sin cuidar, sin respeto por el otro). Se revela en las formas infantiles (y trágicas) de conducir vehículos, en las adicciones múltiples (como niños que se descontrolan con golosinas a la larga tóxicas), en la impaciencia, en la negación de los límites, en la transgresión como actitud valorada, en el pensar en sí mismo y en nadie más, en la confusión de deseos con derechos, en el olvido de los deberes, en la insolvencia para desarrollar y sostener proyectos existenciales. Y, también, en la incapacidad de cimentar relaciones sólidas, de comprender que todo vínculo es un proceso de construcción y que sus materiales más ricos son las diferencias y el modo en que se aprende a complementarlas sin anularlas.
La renuncia a la adultez alienta fenómenos como el que cita nuestra amiga Daniela. Según lo dice, el problema no reside en la cantidad de divorcios. El síntoma no es la enfermedad. La cuestión radica en las conductas posteriores a la separación. Quienes vieron su matrimonio como una prisión, acaso nunca tuvieron lealtad (no confundir con fidelidad) al vínculo o a los proyectos comunes que pudieran haber existido. Una separación puede ser, en efecto, una segunda oportunidad, la posibilidad de encontrar caminos de sentido, plenitud para la propia existencia. Puede darse a través de un nuevo vínculo, en el que se experimenten formas de convivir y compartir y se descubran recursos afectivos antes relegados por diversas razones. O se puede elegir otros modos (incluso sin pareja) de explorar las dimensiones de la vida.
No siempre una separación es un fracaso. A veces el fracaso consiste en persistir en un vínculo desamorado, con escaso respeto y, más allá de los hijos (que no vienen al mundo a arreglar las parejas de sus padres), sin comunión, sin una meta trascendente que amalgame a los cónyuges. Pero cuando se cree que la separación devolverá mágicamente una adolescencia no vivida en su momento (o mal vivida), o que convertirá al separado en súbito objeto de deseo, o que lo liberará de la responsabilidad respecto de otros y de responder a las preguntas que la vida, tozudamente, le seguirá formulando, lo más probable es que pronto esa persona se vea en una nueva prisión: la de una vida sin rumbo. Aun comprendiendo la preocupación de Daniela, nadie puede darle rumbo a la vida de otro. Sobre todo si éste es mayor de edad. Y menos si ha renunciado al tesoro de la adultez. Sea en pareja o no.
sergiosinay@gmail.com
El autor responde cada domingo en esta página inquietudes y reflexiones sobre cuestiones relacionadas con nuestra manera de vivir, de vincularnos y de afrontar hoy los temas existenciales. Se solicita no exceder los 1000 caracteres.

En la Argentina, adultos, se solicitan

Por Lic. Celia Mabel Campanelli
Domingo 11 de julio de 2010 | Publicado en edición impresa Noticias de Revista LA NACIÓN

Cada día son más los niños y adolescentes que prefieren Internet antes que otros medios existentes en los hogares. Pese al potencial de socialización que tiene la Red, pueden encontrarse en ella con riesgos y amenazas al sumergirse a solas en un mundo inagotable y sin filtros.
Según los resultados de la investigación Generaciones Interactivas (estudio que están llevando a cabo la Fundación Telefónica, la Universidad de Navarra y la Organización Universitaria Interamericana), donde se encuestó a 8445 escolares argentinos, son muchos los jóvenes que navegan solos por Internet: el 70% de los encuestados afirmaron que acceden a la Red sin compañía alguna y que pasan muchas horas inmersos en las redes sociales. Este segmento de jóvenes interactivos (de 6 a 18 años) no tiene conciencia de los peligros a los que se expone. La ausencia de límites en la privacidad y la falta de conciencia sobre la protección de su intimidad los pone en situación de riesgo. Esto obliga a los docentes a conocer estas redes, utilizarlas y pensar qué posibilidades pueden ofrecer. Los niños y jóvenes no identifican a la escuela y sus docentes como promotores o guías en el uso de las nuevas tecnologías. El 57% de los encuestados tiene muy pocos docentes que utilizan Internet o promueven su uso. Sin embargo, el incentivo escolar impacta positivamente en el uso de la Red. En el país contamos con portales educativos como Educared ( www.educared.org.ar ), que propone participar en proyectos colaborativos utilizando Internet, los que brindan espacios gratuitos de formación continua relacionados con la alfabetización digital. Podemos pensar también en promover el uso de herramientas como los blogs para reflexionar algún tema de interés para la comunidad educativa, wikis para compartir contenidos curriculares, o utilizar Facebook para promover la lectura.
El docente puede colaborar en asegurar un entorno más seguro para los niños y los jóvenes en la Red. Dotarlos de los conocimientos, las herramientas y las medidas de seguridad necesarios para que controlen sus prácticas y se protejan de eventuales peligros. Enseñar a los alumnos buenas técnicas para la búsqueda de información y herramientas para poder valorarla con juicio crítico, propiciando actitudes y comportamientos responsables en su uso. Aconsejar a los adolescentes a no publicar información con la que puedan ubicarlos (nombre de una calle, foto familiar), seleccionar con cuidado sus "amigos", proteger sus contraseñas y no revelarlas a nadie. Y sobre todo, indicarles que deben pensar antes de "postear" imágenes suyas y de sus conocidos. Una vez que han colgado el comentario o la imagen en Internet, lo más probable es que ¡ya no puedan eliminarla nunca! Los niños y los adolescentes deben saber que son responsables de proteger su privacidad y la de su entorno.
Y los padres, ¿saben qué es lo que sus hijos hacen navegando en Internet, con quiénes interactúan en las redes sociales, quiénes son sus "amigos", qué proceso de comprensión realizan sobre lo que ven y aprenden en la Red? Si bien los adolescentes saben más que sus padres sobre el uso y acceso a Internet, es importante que los adultos mantengan un rol activo para guiar adecuadamente su uso.
Por eso es importante trabajar estos temas junto a la familia. Realizar reuniones de padres en la escuela, informarles acerca de la necesidad de dialogar con sus hijos, enseñarles los peligros con los que se pueden encontrar y cómo pueden proteger sus datos privados y personales.
Hay que poner límites para evitar los excesos: desde casa, por ejemplo, estando atentos a algunas cuestiones que favorezcan el cuidado, como colocar la computadora en un lugar de paso (nunca en la habitación), instalar filtros (el 50% de los encuestados cuentan con un antivirus en la computadora de su casa, pero sólo entre el 8% y el 14% de los mismos posee un sistema de filtro de contenidos) y enseñarles a identificar un espacio publicitario (en muchas ocasiones los anuncios tienen la apariencia de cómic).
Han cambiado los peligros a los que los adolescentes están expuestos, pero no cambiaron los paradigmas de cuidado de las familias y las escuelas. Los jóvenes interactivos, los padres y los docentes deberían hablar y saber cómo cuidarse de los costados negativos del fabuloso ciberespacio.
La autora es coordinadora del sitio Entre Padres, de Educared Argentina

Cómo detectar la violencia psicológica

Jueves, Julio 8, 2010
Qué es la violencia psicológica

La violencia psicológica no es una forma de conducta, sino un conjunto heterogéneo de comportamientos, en todos los cuales se produce una forma de agresión psicológica.

 En todos los casos, es una conducta que causa un perjuicio a la víctima.

 Puede ser intencionada o no intencionada. Es decir, el agresor puede tener conciencia de que está haciendo daño a su víctima o no tenerla. Eso es desde el punto de vista psicológico. Desde el punto de vista jurídico, tiene que existir la intención del agresor de dañar a su víctima.

 La amenaza se distingue de la agresión, pero la amenaza es una forma de agresión psicológica. Cuando la amenaza es dañina o destructiva directamente, entra dentro del campo de la conducta criminal, la que está penada por la ley.

 La violencia psicológica implica una coerción, aunque no haya uso de la fuerza física. La coacción psicológica es una forma de violencia.

La violencia psicológica es un anuncio de la violencia física. Peor, muchas veces, que la violencia física. Porque el anuncio es la amenaza suspendida sobre la cabeza de la víctima, que no sabe qué clase de violencia va a recibir.
La violencia psicológica no actúa como la violencia física.

La violencia física produce un traumatismo, una lesión u otro daño y lo produce inmediatamente. La violencia psicológica, vaya o no acompañada de violencia física, actúa en el tiempo. Es un daño que se va acentuando y consolidando en el tiempo. Cuanto más tiempo persista, mayor y más sólido será el daño.

Además, no se puede hablar de maltrato psicológico mientras no se mantenga durante un plazo de tiempo. Un insulto puntual, un desdén, una palabra o una mirada ofensivas, comprometedoras o culpabilizadoras son un ataque psicológico, pero no lo que entendemos por maltrato psicológico.

Para que el maltrato psicológico se produzca, es preciso, por tanto, tiempo. Tiempo en el que el verdugo asedie, maltrate o manipule a su víctima y llegue a producirle la lesión psicológica. Esa lesión, sea cual sea su manifestación, es debida al desgaste. La violencia, el maltrato, el acoso, la manipulación producen un desgaste en la víctima que la deja incapacitada para defenderse.

La violencia psicológica tiene mil caras. Algunas son obvias, otras, prácticamente imposibles de determinar como tales. Pero todas las formas de maltrato y acoso psicológico dejan su secuela. Por sus características, pueden agruparse en tres grandes categorías:

El maltrato psicológico.

Tiene dos facetas que pueden llamarse maltrato pasivo y maltrato activo.

 El maltrato pasivo es la falta de atención hacia la víctima, cuando ésta depende del agresor, como sucede con los niños, los ancianos y los discapacitados o cualquier situación de dependencia de la víctima respecto al agresor.

Hay una forma importante de maltrato pasivo, que es el abandono emocional. Ancianos, menores o discapacitados abandonados por sus familias en instituciones que cuidan de ellos, pero que jamás reciben una visita, una llamada o una caricia.

Víctimas de abandono emocional son los niños que no reciben afecto o atención de sus padres, los niños que no tienen cabida en las vidas de los adultos y cuyas expresiones emocionales de risa o llanto no reciben respuesta. Son formas de maltrato no reconocido.

 El maltrato activo es un trato degradante continuado que ataca a la dignidad de la persona. Los malos tratos emocionales son los más difíciles de detectar, porque la víctima muchas veces no llega a tomar conciencia de que lo es. Otras veces toma conciencia, pero no se atreve o no puede defenderse y no llega a comunicar su situación o a pedir ayuda.

El acoso psicológico.

Es una forma de violencia que se ejerce sobre una persona, con una estrategia, una metodología y un objetivo, para conseguir el derrumbamiento y la destrucción moral de la víctima. Acosar psicológicamente a una persona es perseguirla con críticas, amenazas, injurias, calumnias y acciones que pongan cerco a la actividad de esa persona, de forma que socaven su seguridad, su autoafirmación y su autoestima e introduzcan en su mente malestar, preocupación, angustia, inseguridad, duda y culpabilidad.

Para poder hablar de acoso tiene que haber un continuo y una estrategia de violencia psicológica encaminados a lograr que la víctima caiga en un estado de desesperación, malestar, desorientación y depresión, para que abandone el ejercicio de un derecho. Hay que poner de relieve que una de las estrategias del acosador es hacer que la víctima se crea culpable de la situación y, por supuesto, que así lo crean todos los posibles testigos.

La segunda condición imprescindible para que se produzca el acoso moral es la complicidad implícita o el consentimiento del resto del grupo, que, o bien colaboran, o bien son testigos silenciosos de la injusticia, pero callan por temor a represalias, por satisfacción íntima o simplemente por egoísmo: “mientras no me toque a mí”.

En muchas ocasiones, la víctima apenas tiene conciencia de que lo es y ni siquiera es capaz de verbalizar lo que está sucediendo. Solamente percibe una sensación desagradable, insuficiente para ella como para calificar el caso de acoso.

El acoso psicológico tiene dos formas según la relación víctima-verdugo:

 Acoso vertical. El acosador se halla en una posición de poder superior a la de su víctima, ya se trate de poder social, económico, laboral, jerárquico, etc. Se trata de una situación en la que el acosador es superior al acosado, como un jefe, un patrono, un profesor, un mando del ejército, etc..

 Acoso horizontal. El acosador se halla en la misma posición de poder que su víctima y se trata de acoso entre iguales. Es una situación en que el acosador se vale de su fuerza física o moral para hostigar a otra persona de su mismo nivel jerárquico o social, con la aquiescencia del entorno, como el matón del barrio, un compañero del colegio o del trabajo, etc.

El acoso escolar se diferencia del acoso en el trabajo, llamado mobbing, en lo siguiente:

 El acoso escolar consiste en intimidar a un compañero de clase. Es una forma de acoso entre iguales. El matón intimida y atemoriza a la luz del día, haciendo alarde ostentoso de su fuerza, su poder o su autoridad de chulo. Su objetivo es ése, demostrar que puede más que nadie y que puede destruir a quien le caiga mal o a quien decida acobardar arbitrariamente. La víctima puede ser cualquiera, generalmente alguien débil.

 El acoso laboral consiste en desgastar a la víctima para que se autoelimine. Es una forma de acoso vertical, de arriba abajo. El agresor actúa con mayor maldad y es más artero que el matón, porque se mueve en la sombra, con disimulo, y con el objetivo de eliminar a una víctima que no es cualquiera, sino alguien elegido con atención, porque estorba a sus planes, le hace sombra o, de alguna manera, perturba su quehacer. Su acción es, por tanto, mucho más premeditada y cruel que la del matón, que solamente busca liderazgo.

La intimidación se da en estas condiciones:

 Que exista una víctima indefensa que reciba la violencia del matón, en una relación de poder y fuerza de arriba abajo, es decir, que el agresor tenga más fuerza física o mando, aunque se trate de compañeros de clase.

 Que se produzca de forma repetida y durante un período de tiempo, como mínimo, de un mes.

 Que la agresión sea verbal, física o psicológica.

 Pueden existir también amenazas y chantajes.

Es necesario entender de que el acoso escolar no son simples “peleas entre chavales” o situaciones que han de resolver entre ellos. El acoso entre escolares puede provocar el suicidio del niño que lo padece. Cuando menos, el acoso escolar es una situación grave para todos, de la que es preciso tomar conciencia, defender a la víctima y cambiar la conducta del agresor.

Ya sabemos que siempre surgen problemas, que todos hemos de hacernos un lugar en la sociedad a base de discusiones, tropezones, zancadillas y luchas y que el colegio no es más que un reflejo de la sociedad, pero el acoso escolar no es cuestión de discusiones, tropezones y zancadillas, sino de una situación de abuso continuado con el visto bueno (o la vista gorda) de personas que podrían remediarlo o, al menos, denunciarlo.

Es importante no confundir los problemas a que todo menor o mayor ha de enfrentarse durante su acceso y su permanencia en la sociedad con el acoso escolar. Ni hay que llevar a los tribunales los casos de peleas, discusiones, tropezones o zancadillas, ni hay que dejar pasar los casos de acoso escolar como “cosas de críos”. Aunque se trate de chavales, de igual a igual, de entorno escolar, sigue siendo acoso y sigue siendo un ataque a la dignidad y a la integridad moral de la persona. Y los menores tienen derechos a respetar y a hacer respetar.

El acoso afectivo

Dentro del acoso psicológico, hay que hablar del acoso afectivo, que es una conducta de dependencia en la que el acosador depende emocionalmente de su víctima hasta el punto de hacerle la vida imposible. El acosador devora el tiempo de su víctima o bien la devora con sus manifestaciones continuas y exageradas de afecto y sus demandas de afecto.

En cualquiera de los casos, el acosar le roba a su víctima la intimidad, la tranquilidad y el tiempo para realizar sus tareas o para llevar a cabo sus actividades, porque el acosador la interrumpe constantemente con sus demandas y, apenas la deja respirar entre petición y petición, pero siempre con mimos, con arrumacos y con caricias inoportunos y agobiantes.

Si la víctima rechaza someterse a esta forma de acoso, el verdugo se queja, llora, se desespera, implora, amenaza con retirarle su afecto o con “cometer una tontería”, llegando incluso a intentos de suicidio y a explosiones realmente espectaculares que justifica diciendo que todo lo hace por cariño. Esto supone añadir el chantaje afectivo a la estrategia de acoso.

La manipulación mental

Esta forma de violencia supone el desconocimiento del valor de la víctima como ser humano, en lo que concierne a su libertad, a su autonomía, a su derecho a tomar decisiones propias acerca de su propia vida y de sus propios valores. La manipulación mental puede comprender el chantaje afectivo.

En la manipulación se da una relación asimétrica entre dos o más personas. Es asimétrica porque una da y la otra recibe, una gana y la otra pierde. Las tácticas de manipulación incluyen amenazas y críticas, que generan miedo, la culpa o vergüenza encaminados a movilizar a la víctima en la dirección que desea el manipulador.

La agresión insospechada

La agresión insospechada es una forma de violencia psicológica tan sutil y elaborada que se disimula y oculta entre las fibras del tejido social. La agresión insospechada es la que muchos agresores ejercen disfrazándola de protección, de atención, de buenas intenciones y de buenos deseos.

Una forma de agresión insospechada es la que ejercen las personas sobreprotectoras sobre sus protegidos. Les rodean de atenciones, de mimos y de cuidados, pero no les permiten desarrollarse como personas autónomas, no les permiten ejercer su derecho a la libertad, no les permiten escapar del entorno artificial que han fabricado para ellas. Todo lo hace el protector por el bien de su protegido, eliminando de su camino el menor escollo, para librarle de todas las desazones de la vida. Y el protegido no llega a crecer ni a independizarse nunca. Y el día que el protector falte o no pueda seguirle protegiendo, su integridad valdrá bien poco.

Otra forma de agresión insospechada es la que ejercemos sobre nuestros mayores, cuando creemos que les mostramos amor y consideración dándoles tareas para “que se sientan útiles”, como si no se hubieran ya ganado el derecho a dejar de ser útiles. Muchas personas agobian a sus mayores con demandas de ayuda, sin tener en cuenta que los mayores ya se han jubilado de esas tareas y tienen derecho a vivir sin trabajar. Muchos jóvenes tienen a sus padres como canguros continuos, privándoles del derecho de salir con sus amigos, de viajar a su gusto o de sentarse a no hacer nada, que bien se lo han ganado.

Muchos jóvenes llevan a sus mayores a vivir con ellos para que no estén solos y los convierten en chica para todo, privándoles de libertad, de descanso y, muchas veces, de lugar de residencia, pues muchos ancianos viven una temporada con cada hijo, con lo cual carecen de referencia y de vivienda fija. Los convierten en nómadas y en sirvientes sin paga. Y la sociedad se hace lenguas de lo que esos hijos quieren a sus padres, mientras que otros los “meten” en una residencia.

Otra forma de agresión insospechada que todos practicamos alguna vez son los consejos. Los consejos tienen a veces un matiz de amenaza y otras veces son una forma de acoso contra la persona que se empeña en no dejarse aconsejar.

Hay mucha gente que necesita dar su visto bueno a las acciones de los demás, ofrecer su consejo sapientísimo o, por el contrario, oponer su veto a los proyectos de los demás. Hay gente que se permite dar su beneplácito a que otros sean homosexuales, a que otros se enamoren a la vejez, a que otros no sean creyentes o a que otros realicen actividades poco comunes. Hay gente que se permite aconsejar lo que hay que hacer en una u otra situación y hasta previene el desastre si no se siguen sus recomendaciones. Hay gente que se opone con todas sus fuerzas a que otros hagan algo que ni les va ni les viene, pero en lo que ellos no pueden dejar de intervenir.

Las secuelas de la violencia psicológica

La violencia psicológica es más difícil de demostrar que la violencia física, porque las huellas que quedan en el psiquismo no son visibles para el profano. Además, en los casos de violencia psicológica, el maltratador suele manipular a su víctima para que llegue a creer que todo son exageraciones suyas que tiene la culpa de lo que sucede. Lo mismo suele hacer con su entorno, de manera que todo el mundo opine que es un excelente cónyuge, compañero o amigo y que la otra persona se queja por quejarse. En el supuesto de que se queje.

El maltrato psicológico, por sutil e insospechado que sea, siempre deja secuelas. Existen casos en que la agresión es tan sutil y sofisticada que parece casi imposible detectarla. Pero deja marcas indelebles en el organismo de la víctima. En su cuerpo o en su psiquismo, porque el cuerpo y el psiquismo interactúan y forman una unidad psicosomática.

Las secuelas de los malos tratos psíquicos provocan, según distintos estudios, el desarrollo de personalidades adictivas, psicóticas o violentas. Si un niño maltratado desarrolla una personalidad de maltratador, es más que probable que a su vez engendre hijos que también serán maltratados y, de adultos, maltratadores, por lo que el patrón de conducta agresiva se va repitiendo hasta que alguna circunstancia favorable rompa la cadena.

Detectar la violencia psicológica

La violencia psicológica se ha de detectar desde tres perspectivas:

 La violencia que padecemos nosotros mismos como víctimas.

 La violencia que padecen otras personas como víctimas.

 La violencia que podemos ejercer nosotros mismos como verdugos.

Cuando somos la víctima

Desde la posición de víctima, a veces es difícil detectar el padecimiento de violencia psicológica, porque en estas situaciones a menudo desarrollamos mecanismos psicológicos que ocultan la realidad cuando resulta excesivamente desagradable.

Nuestros mecanismos de defensa tienen la finalidad de preservarnos de la angustia y el hecho de aceptar que somos víctimas de una situación reiterada de maltrato psicológico, probablemente por parte de una persona a quien estimamos, supone una enorme carga de angustia que no es fácil digerir.

Por eso nuestro psiquismo nos ofrece todos esos psicodinamismos, para que echemos mano de ellos y nos defendamos de la angustia, negando la situación en que nos encontramos. Así aprendemos a negar y a intelectualizar la violencia de la que somos víctimas. Buscamos justificación para la actitud del agresor, para la actitud de quienes admiten o colaboran con su violencia y buscamos casos similares en nuestro entorno para comparar el nuestro y llegar a la conclusión de que no es una situación anómala, sino común y corriente e, incluso, de que hay situaciones muchísimo peores que la nuestra.

Otras veces recurrimos a un mecanismo mucho más nocivo que la negación o la intelectualización. Y otras veces recurrimos a culparnos de lo que sucedes y buscamos en nuestras actitudes pasadas y presentes el motivo del maltrato. Recorremos una a una nuestras palabras, nuestros gestos, nuestras acciones y nuestros resultados, para localizar la causa de la violencia que, según entendemos, hemos provocado.

Si esto te sucede, ya tienes un indicio clarísimo de que eres una víctima de la violencia psicológica.

 Si das vueltas a situaciones incomprensibles que te producen padecimiento o malestar, intentando averiguar el porqué, no tengas duda de que eres una víctima de la violencia psicológica.

 Si sufres en silencio una situación dolorosa y esperas que las cosas se solucionen por sí mismas, que tu verdugo o verdugos depongan espontáneamente su actitud, que alguien acuda en tu ayuda porque se dé cuenta de tu situación, no te quepa ninguna duda de que eres una víctima de la violencia psicológica.

 Si te sorprendes a ti mismo haciendo algo que no quieres hacer o que va contra tus principios o que te repugna, considera que eres víctima de manipulación mental, que es una forma de violencia psicológica.

 Si te sorprendes haciendo algo que no quieres y te sientes incapaz de negarte a hacerlo, intelectualizando y justificando de mil maneras tu sometimiento, no lo dudes, eres una víctima de la violencia psicológica.

 Si haces cosas que no quieres y no puedes evitar hacerlas porque entrarías en pánico, porque te aterra negarte o porque algo te conduce a hacerlo, sabe que eres una víctima de manipulación mental.

 Si has llegado a la conclusión de que la situación dolorosa que sufres no tiene solución porque te lo mereces, porque te lo has buscado, porque las cosas son así y no se pueden cambiar, porque no se puede hacer nada, porque es irremediable, no lo dudes ni un solo instante, eres una víctima de la violencia psicológica.

 Y si te sientes mal frente a una persona, si te produce malestar, inseguridad, miedo, emociones intensas injustificadas, un apego o un afecto que no tiene justificación, una ternura que se contradice con la realidad de esa persona, si te sientes poca cosa, inútil, indefenso o tonto delante de esa persona, ya has identificado a tu agresor.

Ahora que lo sabes, sabe también que tienes que actuar. Y que no estas solo. Que has dado los primeros pasos al tomar conciencia de tu situación y al identificar la agresión de que eres objeto y la persona del agresor o agresores. Que el siguiente paso es pedir ayuda.

Cuando la víctima es otra persona

Detectar la violencia psicológica que sufre otra persona es más fácil generalmente que detectarla cuando tú eres la víctima, porque desde fuera, las cosas se ven con mucha más claridad. Pero, muchas veces, la violencia psicológica es transparente y solamente la siente la víctima sin que la situación trascienda.

Ése es muchas veces el caso de los niños o de los ancianos. De las personas más débiles que sufren violencia psicológica por parte de alguien de quien dependen y a quien no se atreven a delatar por temor a empeorar la situación.

Ése es muchas veces el caso de personas que han aprendido a no defenderse y a aceptar la situación como algo no solamente normal, sino deseable. La víctima aprende a no defenderse cuando sabe positivamente que no tiene defensa.

Que, haga lo que haga, va a recibir un castigo. Y que, haga lo que haga, nadie la va a defender. Así, la persona maltratada desarrolla una sensación de continuo fracaso y, sobre todo, de impotencia, que la lleva a una actitud de pasividad, a dejar de reaccionar o controlar lo que sucede. Y así aprende a no hacer nada frente a lo que ocurre.

Desde fuera, parece una postura de indolencia, de pasividad o de indiferencia. Una especie de apatía o de sometimiento. Pero hay un deterioro íntimo y secreto que va erosionando su personalidad.

Otra causa de la indefensión aprendida es la esperanza mágica de que las cosas se van a solucionar por sí mismas, de que algo va a suceder para que el agresor deje de agredir. Es un mecanismo de la víctima de la violencia, física o psicológica, que la exime de la responsabilidad de buscar una solución para algo que aparentemente no la tiene.

Una vez convencida de que su caso no tiene solución, la persona víctima del maltrato, del acoso o de la manipulación psicológica desarrolla mecanismos de defensa para adaptarse a la situación. Entre ellos está el síndrome de renuncia del prisionero, en que la víctima renuncia a sus propios pensamientos, ideas y deseos, para someterse absolutamente a las exigencias de su agresor. Es una especie de autómata que solamente vive para plegarse a los deseos de su captor.

Todo ello es un método, inconsciente y mecánico, de supervivencia, como lo es el síndrome de Estocolmo, que se presenta cuando la víctima percibe una amenaza para su supervivencia física o psicológica, está convencida de que el agresor va a cumplir esa amenaza y se siente incapaz de escapar, pero percibe un atisbo de amabilidad por parte de su agresor y eso la hace volcarse hacia él como hacia su única fuente de supervivencia.

Podemos detectar la violencia psicológica en estos casos, porque existen varios indicadores. La víctima se comporta de la forma siguiente:

 Mantiene una relación con su agresor, al que agradece intensamente sus pequeñas amabilidades.

 Niega que haya violencia contra ella y, si la admite, la justifica.

 Niega que sienta ira o malestar hacia el agresor.

 Está siempre dispuesta para tener contento al agresor. intentando averiguar lo que piensa y desea. Así llega a identificarse con él.

 Cree que las personas que desean ayudarla están equivocadas y que su agresor tiene la razón.

 Siente que el agresor la protege.

 Le resulta difícil abandonar al agresor aún después de tener el camino libre.

 Tiene miedo a que el agresor regrese por ella aun cuando esté muerto o en la cárcel.

Otro mecanismo de defensa que la víctima puede desarrollar para sobrevivir es el que se llama identificación con el agresor. Este mecanismo se produce en tres etapas:

 Sometimiento mental al agresor. Ese sometimiento permite a la víctima averiguar lo que su agresor está pensando en cada momento.

 Adivinar los deseos del agresor. Esto permite a la víctima anticiparse a lo que su agresor va a hacer para tratar de ponerse a salvo.

 Actuar para salvarse. Ponerse a salvo significa complacer al agresor, no aumentar su ira, sino tratar de aplacarla con esa sumisión que reduce a la víctima a nada para convertirla en parte del agresor.

Pero la identificación con el agresor va más allá de quitarse de en medio, porque lo que trata la víctima es de seducir a su agresor para desarmarle. El niño maltratado desarrolla una sensibilidad y una inteligencia especiales que le permitan evaluar su entorno y sobrevivir. Trata de conocer al agresor “desde dentro”, para apaciguarle y desarmarle.

Es posible, incluso, que la víctima llegue a sentir lo que el agresor quiere que sienta o que llegue a sentir lo que siente el mismo agresor y eso incluye hacerse tan sensible a las emociones del verdugo que llegue a sentirlos como propios. Este proceso llega a convertir el miedo en adoración. Es el mecanismo propio de ideologías como el movimiento nazi.

Finalmente, hay que tener en cuenta un mecanismo neurológico que todos tenemos y que se llama habituación. La habituación consiste en que el sistema nervioso deja de responder a un estímulo cuando éste se produce continuamente. Cuando vemos por primera vez una escena de guerra en la televisión, nos produce malestar y angustia.

Pero cuando la misma escena o escenas similares se repiten una y otra vez, deja de producirnos malestar porque nuestro mecanismo de habituación funciona y nuestro cerebro deja de responder.

Este mecanismo desempeña un papel muy importante en la violencia psicológica, porque la víctima llega a aceptar su situación como algo totalmente normal y la incorpora a su vida como una faceta más. El niño que crece en un entorno de malos tratos, palabrotas y violencia, los acepta como otros aceptan un entorno en el que los domingos se come paella en el campo o se visita a los abuelos. Es un hábito.

Las situaciones familiares, sociales, laborales, en que se produce la agresión insospechada pasan de largo para los observadores, porque son tan sutiles o tan habituales que no llaman la atención. En cuanto a la persona que las sufre, ni siquiera llega a considerarse una víctima, sino que se acostumbra a esa situación como a algo normal. Tal sucede, por ejemplo, con las amas de casa que trabajan, además, fuera. Toda la familia entiende que la madre es responsable de la ropa de los demás, de la limpieza de la casa, de la compra, de la comida y de mil detalles. Y lo toman como algo natural, empezando por la propia ama de casa, que sacrifica todos los momentos de su vida para satisfacer las demandas y exigencias de su familia. Los demás se arrogan el derecho a increparla, a exigirle y a verla afanarse sin descanso dentro y fuera del hogar. Es una situación clara de violencia psicológica de género de la que casi nadie toma conciencia.

Concienciar a la víctima

Una vez que se ha detectado un caso de violencia psicológica, lo primero que hay que hacer es concienciar a la víctima para que llegue a darse cuenta de que su situación no es normal ni tiene la culpa ni se lo ha buscado.

De alguna manera, la verdad suele hacerse camino por entre las barreras que levantan los mecanismos de defensa y la víctima puede llegar a asumir su situación siempre y cuando se le asegure que su supervivencia no corre peligro. Los psicodinamismos que la víctima desarrolla para negar su situación tienen el objetivo de proteger su supervivencia y librarla de la angustia.

Por tanto, la única forma de que la víctima llegue a tomar conciencia de lo que le está sucediendo y acepte que su verdugo la está maltratando y que ella se está sometiendo por terror y no por amor o necesidad, es garantizarle de alguna manera que su situación tiene remedio y que la toma de conciencia es el primer paso hacia la liberación. Y que ésta es factible. Porque después de la toma de conciencia, viene el segundo paso que es la identificación del agresor y de la agresión. Y luego el tercero que es la búsqueda de ayuda profesional, tanto psicológica como jurídica. La primera le devolverá la fortaleza que ha perdido y la conducirá de nuevo a la realidad y la segunda la ayudará a denunciar su situación y a defenderse de su agresor.

Un método importante para ayudar a la víctima a tomar conciencia es realizar la segunda lectura del mensaje de la agresión. La agresión es una conducta y, por tanto, ha de tener una finalidad. Si analizamos la conducta de quien agrede, podemos encontrar en ella un mensaje más o menos claro.

Si aprendemos a localizar el mensaje que el agresor quiere comunicar, nos resultará más fácil entenderle y, por tanto, defendernos. El manipulador está recibiendo un beneficio a costa del sometimiento de su víctima, el maltratador está satisfaciendo su necesidad de mostrarse fuerte a costa de la debilidad de su víctima, el acosador está siguiendo una estrategia para que su víctima se anule a sí misma y desaparezca de su camino.

Cuando las víctimas son niños, ancianos o discapacitados

Detectar la violencia psicológica que sufren los niños y los ancianos es bastante más complicado porque suelen ocultarlo por temor a represalias o bien no tienen capacidad de expresión para explicar lo que les sucede.

Pero, en las personas dependientes, como los niños, los discapacitados y los ancianos, la violencia psicológica deja síntomas específicos. Si el maltrato consiste en negligencia, es decir, falta de atención a las necesidades de la víctima, los síntomas pueden ser desnutrición, deshidratación o falta de higiene; si el maltrato consiste en amenazas, burlas o humillaciones, los síntomas son llanto, insomnio, confusión, pasividad o agitación extrema, huida del contacto visual, temor y ansiedad.

Cuando los niños o los ancianos se quejan de los malos tratos que reciben en una institución, siempre hay que investigar. A veces, tanto los unos como los otros se quejan de que no les dan de comer, de que no les quieren o de que les humillan, únicamente para llamar la atención y culpabilizar a los familiares que les han recluido en esa institución.

Hay niños que se quejan de que los tratan mal en el colegio, para que los padres se arrepientan de llevarlos al colegio y los devuelvan al hogar. Hay ancianos que se quejan de que en la residencia no les dan de comer o les dan porquerías, para que su familia se sienta culpable y los lleven a casa, cuando realmente están mucho mejor atendidos que en sus domicilios.

No debemos perder de vista que muchas personas mayores sufren alteraciones de la percepción y pueden entender que les están tratando mal cuando no es así. No es difícil escuchar quejas de ancianos respecto a la comida, cuando no es más que una forma de llamar la atención. Otros se quejan de que no les hacen caso aunque estén bien atendidos, porque lo que pretenden es una atención continua y constante. No olvidemos que muchos ancianos regresan a comportamientos infantiles y eso, muchas veces, determina el que no se haga caso de sus quejas.

Por ello, siempre hay que investigar y, muchas veces, aunque la institución insista en que “son cosas de niños” o “son cosas de viejos”, es necesario investigar porque puede ser que el niño o el anciano estén recibiendo malos tratos psicológicos sutiles y difíciles de detectar, y que los responsables del colegio o de la residencia no conozcan la situación.

Conviene saber que el maltratador siempre se defiende haciéndose a su vez la víctima, siempre pone al cielo por testigo de su inocencia y siempre niega lo que está haciendo. Por eso es imprescindible investigar cuando exista la menor sospecha de malos tratos.
Señales claras de maltrato a las que hay que prestar atención, son las siguientes:

 Cuando un anciano o un discapacitado verbaliza que está recibiendo malos tratos. Siempre hay que investigar.

 Cuando el cuidador del anciano o del discapacitado no permite que se quede a solas con otra persona. Es una forma de aislarle y de impedir que se queje, que pida ayuda o que denuncie su situación y eso puede suceder aunque el cuidador sea un familiar.

Cuando hay sospechas de maltrato, es preciso hacer lo siguiente:

 Mantener el contacto con la persona mayor o discapacitada y observar si se aprecian cambios en su comportamiento o en su estado físico.

 Denunciar los malos tratos, teniendo siempre en cuenta que existe la posibilidad de que el agresor tome represalias contra la vícticma. También hay que tener en cuenta que un anciano maltratado por alguien de su familia o intimidad no siempre es consciente ni está dispuesto a admitir que esa persona, con quien le unen lazos afectivos, le esté agrediendo psicológicamente.

Hemos mencionado antes el acoso escolar, en el que un cabecilla o incluso un profesor hostigan y maltratan a la víctima que suele se un niño distinto, bien por ser más débil, más listo, más gordo o por cualquier característica que le hace víctima de los otros. El problema es que los niños no lo comunican a su familia por vergüenza y por temor.

No resulta fácil averiguar la existencia de un caso de intimidación, porque la víctima normalmente lo oculta por vergüenza, pero sí hay una sintomatología clara. Cuando un niño o un adolescente rehúsa asistir al colegio o ir al polideportivo o al centro social en que se reúne habitualmente, sin existir motivo aparente alguno, conviene indagar. Si los padres insisten, en lugar de declararlo, finge enfermedades y busca subterfugios. Declararlo es cosa de cobardes, de “niñas” o de “mariquitas”.

Pero, aunque las víctimas del acoso escolar suelen sufrir en silencio, hay casi siempre alguna manifestación del malestar en forma de rechazo a ir a la escuela, de cambio en los hábitos alimenticios, insomnio o pesadillas. Lo mejor es que los padres traten de mantener una relación de intimidad y confianza con sus hijos, porque los niños suelen contarlo en primer lugar a sus compañeros, luego a los padres y después a los profesores.

Si hay evidencia de que se esté produciendo un caso de acoso escolar, se aconseja separar, en primer lugar, a la víctima del agresor y, después, trabajar con todas las partes, con un trabajo en grupo y un tratamiento. Pero lo más importante es concienciar a los demás para que no se tolere esta conducta. Si se es padre del agresor hay que ponerse a favor de la víctima. Hay que animar a los espectadores para que no toleren que se repita la situación.

En todo caso, cuando se produce una situación de acoso escolar, hay que saber que existen instituciones encargadas de investigar y ayudar a encontrar una solución.

Está, en primer lugar, el psicólogo o gabinete de apoyo psicológico del colegio; después, el consejo escolar; hay un tutor responsable del estudiante y hay una dirección del colegio.
Cuando el verdugo somos nosotros mismos
Detectar la violencia psicológica que ejercemos nosotros mismos de forma inconsciente no es tarea fácil, precisamente porque la ejercemos sin tomar conciencia de ello.

Pero sí hay forma de saberlo, sobre todo después de leer las líneas anteriores, porque todo cuanto hemos dicho acerca de los signos que detectan el maltrato en la víctima, se puede aplicar a nuestras propias acciones y ver si existen personas de nuestro entorno a las que, sin darnos cuenta, estemos manipulando o agrediendo. No vamos a hablar de acoso porque es siempre consciente y dirigido a una meta también consciente.

La mejor forma de dilucidar si nos estamos comportando con alguien como maltratadores es utilizar toda nuestra capacidad de empatía y toda nuestra humildad, ponernos en el lugar de las personas que nos rodean, cuando exista la menor sospecha de un posible maltrato, y sentir lo que nosostros sentiríamos si nos hicieran lo que nosotros estamos haciendo.

Así podemos ponernos en el lugar de nuestros hijos, de nuestros mayores, de nuestros compañeros o de nuestros familiares y analizar nuestra conducta frente a ellos.
¿Cómo te sentaría que tus padres te dejaran los fines de semana al cuidado de alguien mientras ellos se divertían en una excursión o salían a cenar fuera? ¿Cómo te tomarías los consejos que no has solicitado sobre un asunto que sólo a ti atañe? ¿Qué te parecería si alguien te diera su visto bueno para que pienses como piensas? ¿Te gustaría que tu pareja te dijera cómo tienes que vestirte, que peinarte o que comportarte? ¿Y que te hiciera callar en público cuando tratas de dar tu opinión?

Hay una larga lista de preguntas que podemos plantearnos. A veces somos conscientes de la hostilidad que sentimos hacia una persona, pero no del maltrato que le estamos infligiendo. Sentir hostilidad, rabia, envidia o rencor contra otros es casi siempre irremediable, porque las emociones no se someten al raciocinio. Lo que sí se puede someter al control de la razón son nuestras acciones.

Ana Martos Rubio
Psicóloga

Fuente: Mobbing Opinión


Etiquetas: detectar, psicologica, violencia

Esta nota fue publicada en Salta Noticias el Jueves 8 de Julio de 2010 a las 9:50 pm y pertenece a la categoria psicología.
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viernes, 9 de julio de 2010

El fútbol se suma a la lucha contra el abuso de menores en Sudáfrica

18/06/2010

Los chicos son víctimas del 40 por ciento de las violaciones que ocurren en el país. Unicef lanzó una campaña aprovechando el Mundial: "Tarjeta roja a la explotación de menores" y abrió carpas especiales para chicos con la FIFA. Además organizaron un vuvuzelazo en contra de este delito.
DE LA MANO. Tienen un número asignado y en una base se guardan sus datos y el de sus padres.
TEMOR Unos 60 niños por día son víctimas de violación y temen que con enorme llegada de visitantes esas cifras se disparen.
OPORTUNIDAD. De la misma manera que la Copa genera temores, también es un evento único para luchar contra la explotación infantil.
En medio de la fiesta sudafricana, una serie de datos empañan el Mundial. Son los números sobre abuso y tráfico de chicos, números que avergüenzan al país y que el gobierno buscan revertir: se calcula que unos 60 niños por día son víctimas de violación. Y temen que con la Copa y la enorme llegada de visitantes esas cifras se disparen.
La preocupación es tal que desde el gobierno y la FIFA lanzaron una serie de iniciativas para alertar sobre este problema El secretario general, Jerome Valcke, pidió aumentar la vigilancia de los chicos. Y el mismo presidente sudafricano Jacob Zuma creó la Child Protection Week (semana de la protección infantil).
"El torneo tiene una magnitud tan grande que abre las puertas a que personas con malas intenciones intenten traficar niños y mujeres y explotarlos", dijo Zuma al presentar la iniciativa. "Les pido a los padres que tomen cuidados extra y se aseguren de supervisar y aconsejar a sus hijos todo el tiempo. Cuidemos a nuestros niños y podremos disfrutar de los partidos".
Un punto que complica el panorama es que durante el Mundial, las escuelas permanecerán cerradas y eso hace que muchos chicos, sobre todo, de las zonas más necesitadas pasen mucho tiempo en la calle y se vean expuestos a abusos sexuales, violencia y redes de prostitución y drogas que aprovechan el Mundial para hacer su abril.
Pero de la misma manera que la Copa genera temores, también es una oportunidad única para luchar en contra de la explotación infantil, en todas sus formas. Ese fue el lado positivo que quisieron destacar desde Unicef. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia lanzó una serie de iniciativas para evitar el maltrato de los "bajitos".
Las más llamativas son las carpas pensadas exclusivamente para los niños durante el torneo.
El Gobierno de Zuma habilitó los lugares y una serie de ongs y Unicef hicieron el resto. En los "Child Friendly Spaces" (Espacios amigables para chicos) los nenes reciben asistencia de especialistas que les explican sus derechos y -a través del fútbol y otros juegos- les advierten sobre los posibles abusos (ver video).
Son cuatro carpas en total y están todas dentro de Fan Fests, esos parques gigantescos con capacidad hasta para 40 mil personas que habilitó la FIFA para que la gente se junte a ver los partidos en pantallas gigantes, al aire libre.
En el Elkah Stadium Rockville de Soweto funciona uno de estos espacios (ver video). Aquí atienden a un promedio de 90 chicos por día. La carpa está preparada para dar primeros auxilios, asistencia psicológica, cuidados y cuenta con expertos en el manejo de situaciones de riesgo como el trato de niños alcoholizados, bajo el efecto de drogas o abusados.
Este programa de protección infantil apuesta fuerte al deporte. Los chicos juegan al fútbol y hacen otras actividades en un ambiente apropiado para ellos. Pueden ver los partidos con chicos de su edad y aprender sus derechos a través de charlas especiales.
Los chicos llegan solos o acompañados de sus padres. Se les coloca una pulsera con un número bajo el que se registran los datos del nene, sus papás y los teléfonos de contacto. En caso de que alguno se pierda, rápidamente puede ser identificado gracias a la pulsera. Un GPS casero, pero efectivo: el día de la inauguración del Mundial, se perdieron once chicos en los Fan Fests. Todos pudieron ser recuperados y llevados con sus papás en menos de dos horas.
Tarjeta roja al abuso de menores
La otra iniciativa de la ONU está inspirada en una campaña de la Organización Internacional del Trabajo, que utilizó a la tarjeta roja -tan temida durante un partido de fútbol y más en un Mundial- en una campaña como un símbolo en contra del trabajo infantil. Esta vez, Unicef decidió usarla y sacarle tarjeta roja a la explotación de menores.
Para eso mandaron a imprimir miles de tarjetas rojas para repartir durante el mundial con teléfonos de contacto ante emergencias con chiquitos. Además "empapelaron" con afiches lugares como parques, plazas, alrededores de colegios. Y se unieron a una de las empresas de telefonía más grandes de Sudáfrica -tiene 20 millones de usuarios- para que envíe mensajes de texto que advierten sobre la violencia.
En Soshanguve, a 45 kilómetros al norte de Pretoria, cientos de chicos se reunieron para decir ellos mismos "No" al abuso. Apelaron también al fútbol para advertir sobre este problema. A puro pulmón, soplaron sus vuvuzelas -algunas eran más altas que ellos mismos- como un huracán para llevar bien lejos el abuso de menores.
Autora / fuente:
http://www.misionmundial.com.ar/sudafrica-2010/futbol-lucha-abuso-menores-Sudafrica_0_282571816.html

http://www.saludactiva.org.ar/index.php?id=14_new¬a=188

domingo, 4 de julio de 2010

El Debate: La mentira del SAP

http://www.cuatro.com/noticias/videos/debate-mentira-sap/20091007ctoultpro_47/


El Debate analiza la mentira del Síndrome de Alineación Paarental (SAP). Consuelo Barea, médica psicoterapeuta, y Sonia Vaccaro, psicóloga clínica, son las invitadas del programa presentado y dirigido por José María Calleja.

Creado por Cuatro - 07/10/2009

sábado, 3 de julio de 2010

Una niña se deja morir

LA CHICA QUE NO TOMABA LA MEDICACION CONTRA EL VIH


Una niña de 14 años, que tenía el virus del sida –trasmitido en el nacimiento–, se negaba a tomar los medicamentos: su historia permite advertir hasta dónde es importante “ser alojado en el deseo de otro” y señala la factibilidad de que, en un tratamiento en hospital, se aborden las cuestiones más íntimas y centrales de una persona.

Por Andrea Homene

Intentar practicar el psicoanálisis en el marco de la urgencia es siempre un desafío. Más aún cuando dicha urgencia está determinada por la posibilidad del deterioro físico o muerte del paciente. Si a eso le sumamos que el paciente tiene apenas 14 años, la tarea, imposible desde Freud, adquiere una dimensión vertiginosa. Sin embargo aquí estamos, trabajando con la niña E. Llegó a la consulta luego de un año de tratamiento con una colega que intentó vanamente que E. tomara los medicamentos antirretrovirales para fortalecer su sistema inmunológico jaqueado por el VIH, que contrajo por vía perinatal. Es la mayor de seis hermanos y la única infectada por el virus. Su madre nunca tomó las precauciones necesarias para reducir el riesgo de transmisión, a pesar de conocer su condición de VIH positiva. El padre, fallecido hace seis años, alcohólico y adicto, es para E. un vago recuerdo. Apenas lo evoca para decir que “él no tomó nunca la medicación y se murió”.

Cuenta que en su anterior tratamiento no tenía espacio para hablar, ya que la pregunta acerca de si había cumplido con la indicación médica la silenciaba y la referencia a la inminencia de la muerte, “consecuencia de su capricho”, no hacía más que cristalizar su férrea oposición a cualquier tratamiento. “Si no tomás los remedios te vas a morir”, “Si te querés morir para qué venís”, “Te vamos a internar en un instituto de menores; allí, cuando te cagues y mees encima, nadie te va a limpiar”, eran algunas de las intervenciones “terapéuticas” a las que E. estaba acostumbrada. Afortunadamente E. comenzó a angustiarse frente a estas intervenciones y a negarse a concurrir al centro asistencial.

Fue así como su madre acudió, en compañía de su nueva pareja, al consultorio de infectología en el hospital donde yo trabajaba. Desesperada, comentaba que no sabía qué hacer con E.: “No le encuentro la vuelta, no entiendo por qué mi hija se quiere dejar morir”. Interrogada acerca de su tratamiento, estalló en llanto y balbuceó que nunca se trató “porque si no lo hago es como que no estoy infectada”. Con su nueva pareja ya tuvo dos niños, lo que evidencia que tampoco él toma precaución alguna para evitar un contagio. Le indico que debe consultar al médico y a un psicólogo y acepto entrevistar a E.

Llega extenuada a la primera entrevista. La falta de dinero obligó a la niña a caminar bajo la lluvia 25 cuadras para llegar al hospital. Pero quiso concurrir. La escucho, a pesar de que es muy difícil dejar de mirarla, ya que su cuerpo se empeña en desmentir su edad. La malnutrición crónica estacionó su crecimiento, siendo su aspecto el de una niña de ocho o nueve años. Pero además saco cuentas, y ésa era la edad que E. tenía cuando murió su padre. Primera pregunta que me formulo: ¿cuánto de E. se fue con él?

E. se interroga acerca de la razón por la que ella se contagió y sus hermanos no y critica a su madre por la falta de cuidados. Le pregunto por sus planes, dice que quiere ser arquitecta; su abuelo le dijo que hay que estudiar mucho pero a ella le encanta estudiar. Dice que cree que tiene que hacer tratamiento para tomar las pastillas. Señalo que el tratamiento es para que pueda ser arquitecta. Sonríe y responde: “Me gustó hablar con usted. Nadie me habló así”.

A partir de ese primer encuentro se suceden las entrevistas, que invariablemente comienzan con E. apesadumbrada, temerosa, confesando que no tomó los medicamentos. Le pregunto por qué me lo dice y contesta que supone que es lo que quiero saber. Reduciendo el deseo a la demanda, supone que es “eso” lo que quiero de ella. Me encojo de hombros, se reinstala el enigma. Pretendo correr el eje de la cuestión e indagar acerca de los motivos que conducen a E. a esta especie de anorexia medicamentosa.

En sus relatos E. critica duramente a su madre, a quien le supone interés por sus dos hijos pequeños e indiferencia por los demás, ella incluida. La acusa de privarla, de no ocuparse de su comida, de castigarla con penitencias absurdas, de no amarla. E. no está tan errada: su madre confiesa que trata de ocuparse de sus hijos pero: “No logro sentir nada por ellos”. Se declara cansada e impotente. Reconoce que utiliza la negativa de E. a tomar los medicamentos como argumento para justificar todo aquello que no está dispuesta a hacer por ella: festejarle el cumpleaños, ir a verla al acto escolar, permitirle asistir a los bailes con sus compañeros, etcétera. Este engaño parece ser el cimiento sobre el que se construye la creencia de E.: los medicamentos son el instrumento para agujerear a una madre que no la aloja en su deseo. Supone que eso, que los tome, “le hace falta” a la madre. Cree, lo dice, que si muere le va a provocar dolor, que la madre la va a extrañar. Procura vanamente una sustracción al goce materno.

Parece decidida a ofrendarse sacrificialmente en el intento de ser su falta.

En procura de hacer vacilar su certeza, le señalo esta posición y desaliento su ilusión: lo que la madre no puede no tiene arreglo y su desafío es sostenerse prescindiendo de ella. Advierto que hago una fuerte apuesta a la transferencia, confiando en que ésta va a evitar el acting-out (conducta impulsiva, en la que el sujeto actúa en lugar de recordar), posible consecuencia de una intervención que devela la imposibilidad de hacerse alojar en el campo del deseo materno.

Es en este punto donde la urgencia precipita una maniobra, por cierto plagada de riesgos, que en otras circunstancias habría sido demorada o evitada. Los tiempos del cuerpo son mucho más breves y acotados que los tiempos subjetivos. Cada día que pasa, la carga viral aumenta, las defensas disminuyen, las enfermedades oportunistas aparecen –la niña padece neumonía–. Le comento que evaluamos con la pediatra la posibilidad de internarla, dado el avance de su enfermedad, y le reitero nuestra firme decisión de garantizar sus tratamientos.

Luego de esa entrevista, E. comenta que desde hace unos días está en casa de una tía, quien se había ofrecido a llevarla con ella. Describe con entusiasmo su nueva habitación, refiere como novedad: “Ahora como todos los días y empecé a tomar los medicamentos”. La pediatra me comenta que está evolucionando favorablemente.

La madre me dice que ella no quiere que yo piense que se la sacó de encima. No pienso. No juzgo. No hay manera de crear lo que no existe, no es posible inventar el deseo. Sólo intento que no impida que E. se procure otros recursos.

No hay que olvidar que E. contrajo el virus en el vientre materno, trasmisión de baja probabilidad en madres que efectúan tratamiento durante el embarazo, pero de alta probabilidad si la madre no se trata. Si esta madre rechazó la posibilidad de disminuir el riesgo de contagio a sus hijos, la libidinización de los mismos está puesta en cuestión desde el principio. El fracaso de los tratamientos anteriores se centra a mi entender en dos aspectos fundamentales: por una parte, en el hecho de no poder escuchar a E., probablemente ensordecidos por la desesperación que el paso del tiempo provoca en los casos en los que, como en éste, es la vida misma la que está en juego; y, por otra parte, en la condena a la desatención materna, como si partieran del supuesto de que, si hay un niño, hay una madre.

El psicoanálisis advierte que nada de esto se produce naturalmente, que la posibilidad de existencia de una madre deseante escapa por completo a las leyes de la biología y la genética. Sabemos que la constitución de ese espacio en el campo del deseo depende de la intervención del significante del Nombre-del-Padre en la madre. Esta madre, precariamente constituida, sólo puede hacerles lugar a sus dos hijos más pequeños, en la medida en que el padre de éstos está presente. Los cuatro restantes quedan por fuera de su deseo, lo cual es advertido por ellos, que pugnan por cambiarse el apellido adoptando el de la nueva pareja de la madre. Por otra parte, estos niños nunca fueron reconocidos por su padre biológico, a pesar de que éste estaba casado legalmente con la madre de E., cuya familia nunca lo aceptó.

Es en este contexto que E. goza más de lo que desea, se aferra a la enfermedad como último bastión en su batalla a muerte. Sostiene al padre por la vía de la identificación con el objeto perdido, reconociéndolo en sus propios actos y recordándoselo a la madre al mostrarle su deterioro y su negativa a tratarse.

Melancolizada, poco le importa vivir. Sólo a partir de la intervención de un Otro que la aloja puede, apenas, ingerir sus medicamentos, pero su modo de instalación resulta tan precario que cualquier muestra de desamor puede volver a arrojarla fuera de la escena, y dejarla una vez más al borde de un abismo del que le es muy difícil escapar.

Página 12 24 de junio de 2010

Maternidad y paternidad adolescentes

EMBARAZOS DE RIESGO

Por Silvia G. Melamedoff *

Se denomina “embarazo adolescente” al que ocurre durante la adolescencia de la madre; también se suele designar como “embarazo precoz”, ya que se presenta antes de que la madre haya alcanzado la suficiente madurez emocional para asumir la compleja tarea de la maternidad. La OMS lo considera embarazo de riesgo, por ser la causa principal de mortalidad de jóvenes, ya sea por complicaciones del parto o debido a abortos practicados en condiciones de inseguridad.

El embarazo en la adolescencia es una crisis que se superpone a la crisis de la adolescencia y es por ello que una adolescente que se embaraza se comportará como corresponde al momento de la vida que está transitando; son adolescentes embarazadas, no embarazadas muy jóvenes.

En la actualidad, la expresión embarazo adolescente está en revisión, por ser incompleta al omitir al padre, un actor importante en la producción del fenómeno. El nuevo modelo de aproximación al problema habla de “maternidad y paternidad adolescentes”.

A las consecuencias biológicas se agregan las psicosociales de la maternidad-paternidad en la segunda década de la vida.

Desde un punto de vista médico preventivo, se puede afirmar que el inicio precoz de las relaciones sexuales sin utilización de métodos anticonceptivos es un factor importante. Desde la perspectiva familiar, se puede señalar que la desintegración familiar, la poca comunicación con los padres, la falta de enseñanza acerca de los riesgos son otras tantas variables que intervienen en su producción. También debieran remarcarse, como causas importantes del embarazo adolescente y sus consecuencias negativas, al contexto de pobreza y la falta de oportunidades vitales.

El aborto provocado, consecuencia de embarazos no deseados, es un problema complejo con causas psicosociales, secuelas médicas en sus complicaciones y consecuencias psicológicas duraderas en el psiquismo de todos los involucrados en el suceso, con predominio de sus efectos en la mujer.

El embarazo adolescente resulta siempre una situación problemática puesto que involucra a todo el espectro familiar y social. Considerarlo una situación-problema amerita implementar acciones preventivas adecuadas con demanda de un abordaje global y es conveniente encuadrarlo dentro del contexto de la salud integral del adolescente, puesto a cargo de un equipo interdisciplinario capacitado.

* Miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Presidenta honoraria del Capítulo de Medicina Psicosocial de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.

Página 12 24 de junio de 2010

LA PATERNIDAD ES MUCHO MAS ACEPTADA QUE LA DOMESTICIDAD

Viernes, 18 de junio de 2010
Página 12

En la clase media, sólo el 3 por ciento de los varones no se ocupa de ninguna tarea relacionada con la paternidad. En cambio, 1/4 de ellos no se involucran en ningún trabajo doméstico. En la semana del Día del Padre, es un dato que los hombres aceptaron, decidieron o desearon involucrarse en la crianza pero no en tareas relacionadas con lo doméstico. La socióloga Catalina Wainerman habla sobre la desigualdad más invisible, la que se esconde detrás del polvo y la ropa sucia.


Por Luciana Peker

Habla bajo, pero es una mujer fuerte. Es una de las académicas con más trayectoria y reconocimiento de la Argentina. Le cuesta contar su vida doméstica con sabor a hogar y sin grandilocuencias. Pero cuenta. Ella tiene 76 años y una actual pareja que conocía desde los 15, y con la que pudo reencontrarse. Pide que no lo pongamos. Le pido que sí. Que humaniza las cifras sobre el reparto de las tareas domésticas. Accede sin entender para qué sirve contar algo que no se encuentre en sus libros. No sé si le digo, pero lo sé y se siente como un eco que retumba: a veces la injusticia de las diferencias deja en un camino de resignación o rencor a las mujeres con los varones (y viceversa), y su investigación demuestra inequidades que tajean la vida cotidiana o la vuelven un maratón. Por eso, su propia vida también da cátedra. Catalina Wainerman es la socióloga que se ha dedicado a estudiar quién lava los platos y quién paga los platos rotos.

Y su intimidad la muestra pudiendo ver los logros y las deudas, pero también acordando y disfrutando de los encuentros, como su gusto por el arte, que deja ver en la conversación con la fotógrafa. “¿Para qué te va a servir?”, pregunta ella. Y yo siento en esa pista –su propia vida– una pista sobre qué hacer con el mapa de las desigualdades íntimas. Ni aceptarlas. Ni huir de la cotidianidad compartida. Buscar. Es una enseñanza fuera de los manuales de Catalina Wainerman, la compiladora de Familia, trabajo y género (un mundo de nuevas relaciones) y autora de La vida cotidiana en las nuevas familias: ¿Una revolución estancada? Y directora del Doctorado en Educación de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés.

¿Se identifica como feminista?
–No me identifico como feminista, sino como una persona que ha trabajado desde la década del setenta, desde la investigación y desde una perspectiva de género de la cual todavía no se hablaba en Argentina en esa época, sobre el mundo laboral de las mujeres siempre mirado con relación al mundo laboral de los varones.

¿Por qué no se identifica con el feminismo, conociendo las desigualdades que todavía marcan a las mujeres?
–El feminismo es una política y una filosofía. Pero lo que a mí me interesa y preocupa son los derechos humanos y la igualdad de oportunidades, en este caso, de varones y mujeres. Además, lo he vivido y lo vivo. Las mujeres de hoy tienen acumuladas una cantidad de batallas ganadas.

¿Cómo fue su propia batalla?
–Yo, en 1964, me fui a estudiar con quien era mi marido, que, en realidad, no era mi marido, porque nunca nos casamos –ni jamás pasé por el Registro Civil porque el señor era separado–, o sea, ya hice la transgresión de unirme con un hombre separado. No era lo más fácil estar con alguien separado, pero mis padres (Adela, ama de casa, y Pascual, dueño de una imprenta) lo aceptaron porque era inteligente y capaz. Y después de hacer la licenciatura en Sociología, en el ’64, nos fuimos a estudiar a Estados Unidos hasta 1967.

Los dos estudiaban, pero ¿también compartían de igual manera las tareas domésticas?
–Si yo iba al lavadero, lavaba la ropa. En cambio, si iba él pagaba para que la lavasen. Pero no sólo era la lavada de la ropa, sino la limpieza de la casa. Los dos teníamos iguales becas externas del Conicet (para hacer la maestría y el doctorado) en la Universidad de Cornelle, en el Estado de Nueva York, en un lugar hermoso, con cascadas, donde nos quedamos tres años. Los dos teníamos las mismas obligaciones en los estudios, las mismas responsabilidades en los informes del Conicet y la misma beca en términos de dinero. El grado de exigencia era altísimo. A la vez, la casa se limpiaba una sola vez por semana. En Argentina es mucho más exigente la limpieza que en Estados Unidos. Pero esa única vez por semana la que limpiaba era Catalina. Igualmente, sí se cocinaba todos los días y yo hacía la comida todos los días a la noche (y se comía lo mismo al mediodía). Mientras yo estaba revolviendo la cacerola, él estaba leyendo en un sillón el artículo para el día siguiente. Entonces, yo con una mano cocinaba y con la otra mano tenía el artículo que también tenía que leer para el otro día.

¿Con qué mandatos la educaron con respecto a las tareas domésticas?
–Yo tenía las pautas de una madre para la que la limpieza eran los pisos, el bronce y todo, pero eso era muy común en la clase media porteña. Yo no enceraba ni hacía nada por el estilo en nuestra casa de Estados Unidos, pero lo poco que se hacía lo hacía yo y César no. Y los dos teníamos las mismas obligaciones.

¿A partir de lo personal empieza a darse cuenta de que esa diferencia trascendía su casa y que era una desigualdad entre varones y mujeres?
–Yo me doy cuenta de la desigualdad. Pero fui criada en valores que no correspondían a que una mujer estudiara, obtuviera una beca y se fuera a Estados Unidos a hacer un doctorado. En mi infancia, recuerdo a mi madre avizorando desde el balcón cuando estacionaba el auto mi padre al mediodía –porque, en ese momento, se volvía a comer a la casa– para, rápidamente, prender el horno, la plancha o lo que fuere y que la comida estuviera en la mesa en el momento en que él se sacaba el saco. Después de años de ver eso, aunque yo lo criticaba, se te mete en las tripas. Además, mi ex pareja –que era primo del Premio Nobel Cesar Milstein– vivía en una pensión, entonces no tenía una mamá que le enseñase a ordenar su placard, poner la mesa o lavarse las medias. Y entonces él no tenía idea de nada. Un año y medio después de vivir en Estados Unidos nos vienen a visitar mis padres. Yo me voy a buscarlos a Nueva York por cinco días. Mi preocupación era qué hacía él con la casa. Por primera vez, enceré los pisos para que a mi madre no le diera un ataque (risas). Pero ahí sí limpié más de dos horas y dejé todo impecable. Y le recontra recomendé a mi pareja que cuidara la casa. El pidió ayuda a unos amigos. Y cuando vuelvo con mis padres, abro la puerta y está todo en orden. Cenamos y los dejamos en un hotel. Cuando volvemos y veo la cama –que tenía el cubrecamas extendido– me doy cuenta de que no había nada debajo porque no sabía hacer una cama. ¡Mirá que hay que empeñarse! ¡Tenés que poner esfuerzo en no aprender a hacer una cama!

¿Cómo son los varones de hoy?
–Creo que ha habido cambios. Hay una mayor participación y conciencia, sobre todo en los sectores medios más educados, sobre los derechos de ambos, fundamentalmente porque ha habido un aumento sustancial de hogares de dos proveedores, respecto del modelo de hogar tradicional de un solo proveedor varón. Hay más conciencia de los derechos de las mujeres en ciertos grupos, aunque son minoritarios. En todo el mundo, además, se diferencia la esfera del hogar de la esfera de los hijos.

¿Los varones están más presentes como padres que como coequipers de la cotidianidad doméstica?
–La paternidad es mucho más aceptada que la domesticidad. O la domesticidad sigue siendo más rechazada que la paternidad. Eso se puede ver: cuando vas a las reuniones llamadas –eufemísticamente– de padres ves una abundancia de padres. Hay una gran diferencia con mi época: hay muchos padres en la puerta de la escuela llevando o trayendo a sus hijos. Y hay una diferencia muy grande entre los actuales varones y sus padres. Nosotros hicimos un cuidadoso análisis en doscientas familias para ver cuánto participa cada integrante en las tareas domésticas y de las tareas de los chicos, y las mujeres seguimos siendo las que tenemos la mayor participación, tanto en los hogares de un proveedor como de dos proveedores y con chicos chicos, que es cuando la situación se pone más al rojo vivo. En general, las mujeres, salgan o no al mercado de trabajo –igual que los varones–, siguen teniendo la mayor responsabilidad en las tareas del hogar y de los niños, salvo en el cuidado del auto o lo que yo llamo el cambio de los cueritos o el arreglo de la plancha, que sigue siendo dominio masculino, aunque ha crecido la participación de las mujeres, según la encuesta en doscientos hogares que hicimos en la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires.

¿Las mujeres cambian más las lamparitas?
–Ha crecido la participación de las mujeres en esos arreglos. También antes era exclusivo de los varones el manejo de los varones y la obediencia de los chicos con eso de “ahora cuando venga tu padre vas a ver” y ahora, también, las mujeres participan más. Mientras que hay una mayor participación de los varones, sobre todo, en el cuidado de los chicos.

¿Por qué los varones eligieron cambiar más en la paternidad? ¿Porque descubrieron que los hijos son disfrutables y las tareas domésticas son ingratas, o por otros valores?
–Por todo eso. Pero que ha habido un cambio de valores y de discursos es seguro. En la Argentina, además, el psicoanálisis ha puesto de relevancia el papel de los padres en la crianza de los hijos. Todo confluye en que haya mayor sensibilidad en el ejercicio de la masculinidad. Y, por otra parte, puede ser que dé más satisfacción.

A pesar de ser una gran responsabilidad, los hijos generan risa y dan mucho amor...
–No me cabe duda. Pero así como se les enseñaba a los varones que no podían llorar, también se les enseñaba que no podían mostrar la debilidad de sus sentimientos. Un hombre no podía decir en el trabajo “falto o llego más tarde porque voy a la fiesta de fin de año del colegio de mi chico”, pero hoy se puede. Me acuerdo cuando, en los principios de los ochenta, un colega economista se negó a ocupar un cargo porque ese año lo iba a acompañar a su hijo en la preparación para el ingreso al Buenos Aires, yo me quedé de una sola pieza.

¿Por qué académica y socialmente se le da tan poca importancia al reparto de tareas domésticas o la igualdad salarial como deudas pendientes con las mujeres?
–No te lo puedo responder. Yo soy una investigadora y me gusta hablar de lo que investigué. En este punto hablo como lectora de diarios: es más frecuente leer sobre la violencia doméstica, la salud sexual y reproductiva (que ha sido motorizada por gente del mundo de la academia) que del tema laboral y la división del trabajo, que está muy poco visibilizado.

En España hay, incluso, una asociación de Hombres por la Igualdad que salieron a la calle a planchar para pedir mayor democracia en el reparto de las tareas domésticas. ¿Por qué en la Argentina el tema no aparece en la agenda de propuestas públicas o de organizaciones no gubernamentales?
–Coincido con vos, como lectora, en que no es algo tan visible. En Suecia y Noruega –que son países modelo– hay leyes al respecto, pero acá ni siquiera es un discurso muy escuchado.

¿Las mujeres están contentas con el progreso generacional y dicen “qué suerte que mi marido lleva un día a mi nena a taekwondo” o ven la falta de paridad actual y se quejan diciendo “¿por qué yo tengo que trabajar y la maestra me manda los deberes a mí?”.
–La cosa funciona de manera diferente en los sectores bajos y medios educados. En los sectores bajos, la maternidad está valorizada como algo muy importante. El tema de la realización personal es un invento de los sectores medios. Las mujeres que, por ejemplo, tienen que salir a trabajar como cartoneras dicen que se quedarían con gran placer con los hijos. Ellas valoran la familia y la maternidad. Las mujeres de los sectores medios tienen puesto el casete –porque es un casete que se reitera–, es el discurso que encontrás en las revistas femeninas modernas y aggiornadas “una no tiene por qué elegir y yo no dejaría mi trabajo”.

¿Esta diferencia entre sectores pobres y medios está dada porque las mujeres más humildes no tienen otras alternativas o porque tienen otros valores?
–Son las dos cosas. Por un lado, tienen valores claros. Y la otra es que cuando mirás sus condiciones objetivas te das cuenta de que no se van a realizar siendo empleadas domésticas de la peor especie: lavar la roña de los demás y comer las sobras de la comida ajena o trabajar de cartoneras. Entonces, si tienen quién las provea y se pueden quedar en su casa con sus chicos, no hay duda sobre qué elegir. Hay valores y circunstancias objetivas.

Un debate sobre cómo no incitar al suicidio

EL MINISTERIO DE SALUD DISTRIBUYO NORMAS PARA LA ADECUADA COBERTURA DE CASOS COMO EL DE SALTA

Evitar detalles, no publicar fotografías, cartas de despedida, explicaciones del cómo fue. Mucho menos, aportar razones simplistas que devienen de generalizaciones. Los expertos sostienen que el mensaje mediático puede ayudar o puede destruir.


Hay que evitar los detalles. No publicar fotografías ni cartas de despedida, tampoco aportar culpas o dar razones simplistas. Estas son algunas de las normas si se pretende una “adecuada” cobertura periodística de los casos de suicidios; fueron enviadas en estos días desde el Ministerio de Salud de la Nación, con motivo de las cinco muertes adolescentes ocurridas en Rosario de la Frontera. “El impacto de los medios masivos con una cobertura repetitiva y continua de estos hechos tiende a promover pensamientos suicidas, particularmente entre los adolescentes y los adultos jóvenes”, asegura el comunicado, inspirado en los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Existe evidencia suficiente para sugerir que algunas formas de cobertura periodística y televisiva de los suicidios están asociadas con un aumento de estas conductas estadísticamente significativo”, informa el Ministerio, que contempla “el interés” y “el derecho” de los medios a comunicar estos hechos. Según los estudios recopilados por el Departamento de Salud Mental y Toxicomanías de la OMS en 2000, citados en el comunicado, tanto la prensa escrita como la cobertura televisiva tienen “un alto impacto” en la población vulnerable, “influyen en el comportamiento suicida”.

En este sentido, la difusión del “juego del ahorcamiento”, cuya relación con los cinco últimos casos en Rosario de la Frontera no está probada, fue una de las principales preocupaciones en el ministerio para evitar cualquier imitación. “El informe circuló internamente, pero lo extendimos cuando nos alertaron desde Tucumán (donde existe una idiosincrasia similar a la salteña) que el tratamiento de los grandes medios nacionales no era el indicado y podía influenciar negativamente en ciertos lugares de la zona”, comentó una fuente del Ministerio de Salud.

La inquietud fue confirmada luego de un seguimiento de medios locales, regionales y nacionales. “La mayoría no se ajustaba ni un poquito a las recomendaciones de la OMS. Otro problema es que el mensaje de los medios no tiene red, no existe una contención institucional pareja en todo el país para los intentos de suicidio”, indicó la fuente. Entre otras cuestiones, los especialistas piden omitir expresiones como “epidemia” u “ola de suicidios”, no hacer generalizaciones ni explicar estos hechos como “una respuesta entendible a los cambios o la degradación social o cultural o como un método ante problemas personales como bancarrota, incapacidad de aprobar un examen o abuso sexual, el suicidio nunca es el resultado de un solo factor o hecho”.

¿Los medios pueden potenciar un efecto en cadena? Para Claudia Román Ru, integrante del Comité de Emergencia del Ministerio de Salud salteño que trabaja en Rosario de la Frontera, “depende de si el mensaje se maneja para causar el impacto a nivel negativo, la ética en los medios no es lo que más predomina”. Román Ru señaló que si la prensa alerta a la comunidad de forma correcta, eso “puede alertar a algunas personas para actuar y ayudar a sus familiares”. Si no lo hace, el efecto puede ser el contrario. “Puede potenciar gestos adversos en personas en situación de crisis y que piensan que no tienen posibilidades de resolver su situación si no cumpliendo una fantasía para terminar con un sufrimiento.”

Informar, con las precauciones del caso, siempre tiene su lado disuasivo, resaltó Claudia Román Ru. “El manejo de la palabra que tienen los medios sirve para comunicar, para concientizar y para que una persona en una situación vulnerable pueda sentir que hay otro para ayudarlo”, dijo la especialista. Entre lo que debería hacerse figuran tres puntos destacados: resaltar las alternativas al suicidio, publicitar indicadores de riesgo y señales de advertencia y proporcionar información sobre líneas de ayuda y recursos comunitarios (en Buenos Aires y otras localidades existe una línea gratuita, el 135).

“Cuando alguna persona habla diciendo que todo se solucionaría si no estaría, cuando la propia persona siente que es un problema para los demás, ahí debemos preocuparnos y darle la oportunidad para el encuentro –señaló Román Ru–. El ritmo diario de vida hace que muchas veces el individualismo y el sentirnos solos sea algo muy frecuente, más allá de los contactos a través de los nuevos medios de comunicación como el chat o los celulares. La profundidad de las relaciones no es la misma. El vínculo es importante para saber que no me va a resolver los problemas, pero la otra persona está como soporte.”

El viernes pasado en Rosario de la Frontera los jóvenes hicieron una marcha por la vida. Esas voces, insistió la especialista salteña, no deben faltar en los medios: “Hablamos del futuro, pero los jóvenes hablan del presente, es importante que no se despretigie la apreciación del joven porque no tiene experiencia, cuando en realidad el poder escucharlo desde su creatividad es sumamente rico”.

Mostrar opciones, salidas y ayudar al diagnóstico intrafamiliar son parte de las responsabilidades de los medios de comunicación, que muchas veces prefieren hacer del suicidio un objeto de la narración policial sensacionalista, sin entender las implicancias sociales de este tipo de tratamiento de la noticia.

Página 12 Jueves, 24 de junio de 2010